Los dos bloques negociadores han entrado en zona peligrosa, ya que apenas quedan semanas para cerrar un acuerdo de mínimos. Como muy tarde, el pacto tendría que estar consensuado a primeros de noviembre para que sea aprobado en tiempo por el Consejo, la Eurocámara y los Parlamentos nacionales antes del 1 de enero. “Pedimos al Reino Unido que haga los movimientos necesarios”, dijo Charles Michel.
La conversación entre Ursula von der Leyen, Charles Michel y Boris Johnson fue la antesala de la cumbre europea de otoño que arranca ba el pasado jueves en la capital comunitaria. Las declaraciones posteriores a la charla han sido escasas y contenidas. La UE continúa afirmando que el acuerdo no “será a cualquier precio”, mientras que el Reino Unido se siente “decepcionado” por la falta de avances en las últimas semanas.
“No será una conversación histórica”, anticipaban fuentes diplomáticas poco antes de la esperada llamada de Von der Leyen y Michel con el primer ministro británico. La charla sirvió para poco más que pasar revista al estado de las negociaciones entre Bruselas y Londres para alcanzar un acuerdo comercial que regule su relación futura.
“La UE está trabajando para conseguir un acuerdo, pero no a cualquier precio. Las condiciones deben ser adecuadas sobre pesca, level-playing field (conocido como competencia leal) y gobernanza.
Mucho trabajo por hacer
Queda mucho trabajo por hacer”, señalaba la presidenta alemana en Twitter tras la cita virtual. “En las vísperas de la cumbre europea, hemos presionado de nuevo para que haya avances en la mesa de negociación”, afirmaba en la misma red social el líder belga.
La legislación británica de Mercado Interior –que viola partes del Acuerdo de Salida y del Derecho Internacional– ha sido interpretada en el lado europeo como una bofetada
Todos los ojos estaban puestos en el Consejo Europeo que la capital comunitaria acogía el jueves y viernes. Las negociaciones con la isla británica fueron el principal plato del menú de los 27 líderes de Estado y de Gobierno, aunque no se espera ba que de la cita salieran grandes decisiones, y mucho menos aún un acuerdo.
Por su parte, fuentes británicas aseguraban que el primer ministro expresó su “deseo de alcanzar un acuerdo”, un escenario que levanta cada vez más dudas en los pasillos de Bruselas.
La puesta en marcha de la legislación británica de Mercado Interior –que viola partes del Acuerdo de Salida y del Derecho Internacional- ha sido interpretada en el lado europeo como una bofetada a las negociaciones y una maniobra en clave de política interna que puede salir muy cara. Asimismo, el mandatario tory transmitió a los líderes comunitarios su “decepción” por la falta de avances “en las dos últimas semanas”.
Downing Street marcó el 15 de octubre como fecha máxima para cerrar un pacto. Pero ni el jueves ni el viernes fueron los días en el que ambos lados del canal de La Mancha dirimieron sus diferencias sobre los tres puntos más divisorios. Bruselas y Londres apenas han avanzado en torno a pesca, gobernanza y competencia justa en los siete meses y nueve rondas de negociación que ha durado el periodo transitorio. Los próximos días son clave para desencallar el impasse y acercar posturas de cara a rubricar un acuerdo a finales de mes o, por el contrario, para asistir a la materialización de un Brexit económico a las bravas que a partir del 1 de enero tendría consecuencias incalculables a ambos lados del canal de La Mancha.
Quién tuvo que ausentarse una vez empezada la reunión fue la presidenta de la Comisión Europa, Ursula von der Leyen, al ser informado de que uno de los miembros de su equipo había dado positivo en Covid-19. A pesar de que ella dio negativo, como precaución dejó la reunión para aislarse. Su baja se unió a las ya anunciadas del primer ministro polaco, Mateusz Morawieckiy, y la del Alto Representante Josep Borrell, por las mismas razones.
Las dos primeras ministras que criticaron haber realizado la cumbre presencial fueron la finlandesa Sanna Marin y la danesa Mette Frederiksen. Les contestaron Angela Merkel, Pedro Sánchez, y Antonio Costa entre otros, subrayando las ventajas de la negociación en persona. Todo ello en el día en que el Parlamento Europeo ha tenido que suspender el pleno que de forma presencial iba a celebrarse la próxima semana en Estrasburgo. “La situación en Francia y en Bélgica es grave. El desplazamiento es un peligro”, dijo el presidente David Sassoli, al anunciar que la sesión plenaria deberá tener lugar de forma online, para evitar riesgos.
Bruselas y Londres apenas han avanzado en torno a pesca, gobernanza y competencia justa en los siete meses y nueve rondas de negociación que ha durado el periodo transitorio
Europa quiere independizarse de Estados Unidos y convertirse en una potencia en computación en la nube. Así lo declararon ayer los Estados miembros en la firma de una declaración conjunta en la que insisten en la importancia de fomentar la “soberanía tecnológica de Europa y garantizar que nuestras empresas y el sector público tengan acceso a capacidades de procesamiento y almacenamiento de datos resistentes y competitivas”.
Dependencia tecnológica
Los países firmantes indican en el documento que actualmente el mercado de la infraestructura de la nube pública está convergiendo a nivel mundial en torno a cuatro grandes actores no europeos. “Esto plantea preocupaciones sobre la capacidad de los usuarios de la nube para mantener el control sobre los datos personales y no personales estratégicos y sensibles. Además, las prácticas comerciales y la falta de interoperabilidad entre los proveedores de la nube crean riesgos de dependencia del proveedor, lo que socava la confianza de los usuarios y la aceptación de la nube. Europa se enfrenta a una gran brecha de inversión en la nube, estimada en 11.000 millones de euros anuales, y necesita impulsar el desarrollo de un suministro de nube verdaderamente competitivo”, indica el acuerdo.
A finales de mayo, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Layen, insistió en su proyecto para reactivar Europa en la importancia de la independencia tecnológica.
En concreto, en el Viejo Continente el proyecto Gaia-X se originó hace unos meses con el objetivo de desplazar a los gigantes del sector: Amazon, Microsoft y Google. Se trata de una iniciativa impulsada por Francia y Alemania junto a 22 empresas europeas.
En total, la financiación en la nube y los datos podría alcanzar los 10.000 millones de euros en el periodo 2021-2027, según la Comisión Europea.