Nuria Díaz
El presidente francés, Emmanuel Macron, ha anunciado que el país va a construir nuevas centrales nucleares, por primera vez en décadas, y ha reabierto el melón nuclear. El debate, siempre incómodo para muchas formaciones políticas, se ha vuelto a poner sobre la mesa y ha dividido a Europa en dos bloques, el capitaneado por París y sus nuevos planes energéticos para ser más autosuficientes, y enfrente, el alemán, que aboga, como España, por el cierre paulatino de sus plantas atómicas. ¿Es todo o nada? Los expertos, como los políticos, tienen posiciones enfrentadas. Desde los que opinan que la nuclear no sólo es necesaria para cumplir con los objetivos de reducción de emisiones, sino que muchas centrales deberían prorrogar su actividad, y los que creen que ese es un camino hace tiempo cerrado y que sólo cabe apostar por los MW renovables. Lo único incontestables es que el tema ya no está en el cajón, sino que vuelve a estar sobre la mesa.
Quien iba a decir que en plena COP26, el mayor evento mundial sobre transición energética y cambio climático, la energía nuclear se iba a convertir en protagonista mediática del momento. Y es que con el trasfondo de la crisis energética provocada por la falta de gas y su alto precio y el run run de un superapagón tras ser vaticinado por políticos como la ministra de Defensa de Austria, Klaudia Tanner, ya hay quien se ha atrevido a volver a poner sobre la mesa de debate a la siempre demonizada energía nuclear. Se trata, principalmente, del presidente francés Emmanuel Macron que anunciaba hace solo unos días que el país va a construir nuevas centrales nucleares, por primera vez en décadas, “para garantizar su independencia energética sin contribuir a la aceleración del cambio climático.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha anunciado que se está estudiando una nueva propuesta para incluir el gas y las nucleares dentro de la taxonomía de finanzas verdes
Aunque no dio detalles hace unos meses ya adelantó que la apuesta francesa sería por reactores nucleares de pequeño tamaño del tipo SMR, más rápidos y baratos de construir, con una potencia instalada de unos 170 MW por unidad. Francia obtiene aproximadamente el 70 % de su electricidad de la energía nuclear, gracias a los 45 reactores atómicos que siguen en activo. Macron aseguró que el inicio de la construcción de nuevos reactores ayudará a «garantizar» la independencia y el aprovisionamiento energético del país, a la vez que se avanza hacia el objetivo de que Francia alcance la neutralidad de sus emisiones de carbono para 2050.
El anuncio del presidente francés reabre de lleno el debate sobre el papel que deben jugar estas centrales en la transición ecológica europea. De hecho, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von del Layen, ha anunciado que se está estudiando una nueva propuesta para incluir el gas y las nucleares dentro de la taxonomía de finanzas verdes. “Necesitamos más energías renovables. Son más baratas, libres de carbono y de cosecha propia», reconocía la presidenta. Pero tras esas palabras avanzaba una nueva propuesta para cambiar la taxonomía de finanzas verdes: «También necesitamos una fuente de energía estable, la nuclear, y durante el periodo de transición, el gas». Incluir la nuclear en ese ‘catálogo verde’ supondría un abaratamiento notable de la financiación de la tecnología atómica al abrirle la puerta de los fondos europeos y podría llevar a varios países repensarse el futuro de sus instalaciones nucleares.
Dos bandos
Pero no todos. De hecho, el anuncio de Macron ha dividido Europa en dos ‘bandos’, en el que Francia vuelve a ser pronuclear y Alemania, anti. Es en este segundo grupo, en el que de momento estaría España, aunque con matices. El Ministerio para la Transición Ecológica se remite al Plan Nacional Integral de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC), que pasa por cerrar escalonadamente las siete centrales existentes. Ese cierre, que comienza en 2027 y termina en 2035, fue pactado entre el Gobierno y las empresas eléctricas propietarias de las nucleares, que firmaron el protocolo con la Empresa Nacional de Residuos (Enresa), encargada del almacenamiento. Sin embargo, ya han surgido voces a favor de la ampliación de algunas centrales y no solo de la oposición, PP y Vox por ejemplo, sino también de algunas baronías socialistas. La Generalitat valenciana, que preside el socialista Ximo Puig, estaría barajando según algunas fuentes solicitar al Ministerio de Transición Ecológica que revise la orden que firmó el pasado mes de marzo y que fijaba en el año 2030 el cierre definitivo de la planta de Cofrentes que explota su propietaria, Iberdrola, en el interior de la provincia de Valencia.
El Ministerio para la Transición Ecológica se remite al Plan Nacional Integral de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC), que pasa por cerrar escalonadamente las siete centrales existentes entre 2027 y 2035
Para Foro Nuclear la energía nuclear es esencial en la transición energética al tratarse de una fuente que ofrece estabilidad al sistema eléctrico y ayuda a alcanzar los compromisos ambientales ya que no emite CO2. Según los datos de la patronal del sector, con tan solo el 6,49% de la potencia instalada, las centrales nucleares españolas fueron la fuente que más electricidad generó en 2020, aportando más del 22% de la electricidad, al tiempo que ha sido, también, la que más emisiones contaminantes ha evitado a la atmósfera. Concretamente, la producción eléctrica nuclear de los siete reactores nucleares operativos en España (Almaraz I y II, Ascó I y II, Cofrentes, Trillo y Vandellós II) ha supuesto el 33,14% de la electricidad sin emisiones contaminantes generada en España a lo largo del pasado año. Según el propio PNIEC, las centrales nucleares españolas van a operar más allá de 40 años, con un funcionamiento medio del parque de 46 años.
Para la Fundación Renovables, sin embargo, los cierres programados deberían haber sido antes de 2024 por considerar las centrales “insostenibles, medioambientalmente no asumibles y no competitivas económicamente para la sociedad”. “Aún con ello, explican a El Nuevo Lunes, se prorrogó las licencias con el cierre programado desde 2027 al 2035, algo que estuvimos en desacuerdo y no debería haber más extensión de su vida útil”. “El hecho de que las centrales nucleares resulten deficitarias según sus operadores solo aumenta los argumentos para no ampliar artificialmente su vida, puesto que ello requeriría nuevas subvenciones de todo punto inaceptables, especialmente teniendo en cuenta que con los impuestos que gravan actualmente sus actividades no es suficiente para cubrir la totalidad de los costes del ciclo nuclear. Además, no son gestionables para balancear el sistema, por lo que no es un apoyo para las renovables como si lo es el almacenamiento para cubrir la intermitencia de generación. Ahí es donde se deben centrar la incentivación de los fondos europeos y la nueva taxonomía de la UE”, señalan.
¿Es viable construir nuevas centrales?
¿Estamos ante un renacer nuclear? Bueno, lo cierto es que es una apuesta decidida por Corea del Sur, India, Rusia, Irán, Pakistán, Emiratos Árabes, o China que, con 14 reactores en construcción y una inversión de 380.000 millones, se coloca en primera fila. Caso especial también el de Japón, que después del accidente nuclear de Fukushima en 2011, redujo las nucleares drásticamente, aunque ahora está levantando dos reactores nuevos. También Europa se ha sumado ahora a la tendencia, sobre todo a través de Francia. Pero construir una central nuclear no es hacer un huerto solar fotovoltaico. Ni se tarda ni cuesta lo mismo -los procesos de diseño y construcción de nuevos reactores se alargan de media ente los diez y los 19 años-asique los expertos advierten que los planes para levantar una nueva planta pueden ser muchas veces un fracaso.
Sonado es el caso de Finlandia, donde la central Olkiluoto-3 multiplica ya por tres veces el presupuesto inicial y tenía que estar operativa desde 2009, pero también como recuerdan desde la Fundación Renovables. “En Francia existe el ejemplo de del reactor de nueva generación de Flamanville (2007): iba a costar 3.400 millones y construirse en 5 años. Va por 19.000 millones y sin estar operativo. Todo ello con dinero público a cargo del Estado. Las empresas eléctricas privadas no invierten en nueva construcción por su elevado coste. Solo hay que ver que actualmente el LCOE (coste normalizado de la energía) de la solar o fotovoltaica de nueva construcción, que ronda los 30 euros, mientras que para la nuclear está en más de 130 euros por el elevado coste de inversión inicial”.