Nuria Díaz
En uno de sus últimos discursos al frente de la AEB, José María Roldán arremetió contra la denominada ‘banca en la sombra’, su bestia negra, varios cientos de agentes no bancarios como aseguradoras, ‘hedge funds’, fondos, ‘bigtech’, ‘fintech’ o ‘family offices’, que según distintas fuentes se han quedado ya con un 40% de cuota de algunos servicios y mueven unos 1,5 billones de euros. Roldán, como también el BCE desde hace tiempo, ha alertado sobre la falta de regulación y supervisión en el que se mueven estas empresas, compitiendo deslealmente con la banca tradicional lo que plantea un riesgo sistémico que podría convertirse en la próxima crisis financiera.
Como pasa también en el sector de las telecos, donde los grandes operadores, que invierten en red y pagan impuestos, se quejan de la competencia desleal de los Apple o los Facebook, el sector bancario también tiene su ‘bestia negra’: la denominada ‘banca en la sombra’ o ‘shadow banking’. El término fue acuñado por Paul McCulley, inversor en fondos de alto riesgo, que lo usó por primera vez en 2007 en la reunión anual de la Reserva Federal de Estados Unidos en Jackson Hole (Wyoming). En su discurso, McCulley describió el sistema bancario en la sombra como “todo el batiburrillo de estructuras, vehículos y demás instrumentos apalancados de inversión no bancaria”. Empezaron siendo pocos y moviendo poco, pero ahora, según datos del propio BCE, cuyo vicepresidente, Luis De Guindos ofrecía hace un año, su volumen de activos se ha más que duplicado en la zona euro en la última década, hasta rozar los 45-50 y sus préstamos representan ya más del 30% de los créditos bancarios, el doble que en 2008. “Su creciente intervención ha motivado que hoy las empresas obtengan más del 50% de su financiación mediante la emisión de bonos, frente al 10% de previo a la crisis”, apuntó. El BCE ya indicó en un informe de 2019 que los “bancos no bancarios” también realizan préstamos a hogares y Gobiernos. En su intervención en los cursos de Santander organizados por la APIE, el presidente de la AEB, José María Roldán, que dedicó todo su discurso a hablar de la competencia desleal y el peligro que representan estas empresas para el sistema, ofreció un dato muy significativo: el 10% de las grandes plataformas digitales, como Amazon por ejemplo, ya provienen de ofrecer servicios financieros. “Y no han hecho más que empezar”, alertaba.
Según algunos estudios, la industria ‘fintech’ crece un 15% anual en España, que ya es el sexto mayor mercado de financiación digital, con más de 500 empresas operando en nuestro país.
Efectivamente el negocio no ha dejado de crecer. También en España. De acuerdo con la información del Financial Stability Board (FSB), en España la intermediación bancaria tiene alrededor de un 60% de cuota de negocio financiero y el resto de los intermediarios un 40% aproximadamente. En estos últimos se incluyen seguros, fondos de pensiones y otros fondos de inversión y gestión de activos. La gestión de estos intermediarios no bancarios supone alrededor de 1,5 billones de euros.
Según algunos estudios, la industria fintech crece un 15% anual en España, que ya es el sexto mayor mercado de financiación digital, con más de 500 empresas operando en nuestro país.
Según un estudio de Deusto Formación, las diez fintech españolas que lideran el mercado
Deusto Formación, a través del Curso Superior de Fintech, Blockchain y Finanzas Digitales,
Son Arboribus, Bestaker, Captio, Exacta Tax, Finanzarel, descuento de facturas y pagarés, Fintonic, Kantox, Lanzanos, Novicap, descuento de facturas y Zank.
El caso es que, como señala Santiago Carbó, Catedrático de Economía de la Universidad de Granada y director del Área Financiera y Digitalización de Funcas, «lo importante, inicialmente, es determinar qué es banca en la sombra, porque la denominación no es del todo afortunada. Es cierto que son actividades financieras que, en general, no afrontan la misma presión regulatoria que la banca y que pueden implicar, en algunos casos, más riesgo. Sin embargo, son completamente legales. La importancia del shadow banking procede de su potencial sistémico y de que, tratándose de actividades reguladas, puedan estarlo en menor medida que las del sector bancario y, en algunos casos, de forma incompleta o inadecuada. En España los riesgos son muy limitados. Forma parte de una tradición amplia de supervisión estricta de inversión en activos con elevadas precauciones”.
Pero la AEB no parece estar tranquila. A su juicio, en la medida en que no capten depósitos, quedan al margen de la regulación bancaria, aunque muchos de sus riesgos son similares a los de los bancos. Esa situación, sostiene, puede estar aumentando los riesgos de inestabilidad financiera, incluso la probabilidad de que aparezca otra crisis sistémica. Su presidente cree que no es justo: “a actividades similares y con riesgos parecidos, misma regulación y una supervisión que garantice resultados equivalentes para preservar la estabilidad financiera y minimizar el riesgo supervisor a largo plazo”.
¿Riesgo sistémico?
“O sea, señala una fuente, que lo que el BCE tendría que hacer es declarar a alguna de ellas de riesgo sistémico”. Pero por ahora no parece que vaya a suceder. De hecho, tras cuatro años de aplazar la toma de decisiones, el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB) concluyó que las gestoras de activos, que representan la mayor parte de las entidades no bancarias comprendidas en este concepto de banca en la sombra, no eran sistémicas. Se libraron así de una regulación específica y más exigente, aunque algunas de ellas poseen en la actualidad 6,5 billones de dólares (o trillones anglosajones) en activos bajo gestión. “Casi cinco veces más que su volumen en 2008”, señala Roldán.
Tobias Adrian, consejero Financiero y Director de Asuntos Monetarios y Mercados Financieros del Fondo Monetario International (FMI) le decía hace unos días sal Grupo de Trabajo FinTech del Parlamento Europeo, en el que se exploran los desafíos regulatorios planteados por las BigTech que «es un ámbito amplio y complejo para el futuro de una regulación financiera eficaz, con enormes implicaciones para la estabilidad financiera». Y añadía que los reguladores financieros deberían preocuparse por las BigTech, utilizando de manera muy ilustrativa el ejemplo la provisión de servicios en la nube: las BigTech podrían ser «demasiado críticas para fallar». El sector financiero depende en gran medida de los servicios en la nube proporcionados por las BigTech: en el Reino Unido, más del 70% de los bancos y el 80% de las aseguradoras dependen de solo dos proveedores en la nube. A nivel mundial, el 52% de los servicios en la nube son proporcionados por solo dos entidades BigTech, mientras que más de dos tercios de los servicios son proporcionados por cuatro BigTech.
Mayor digitalización, más competencia
Según un Informe elaborado por KPMG junto a la Fundación de Estudios Financieros (FEF), con el objetivo de analizar los nuevos retos y tendencias del sector bancario en España, acelerados por la Covid-19 la pandemia ha acelerado el uso de canales digitales en España. El 50% de los productos financieros fueron vendidos por internet en 2020, alcanzando picos del 60% durante los meses más duros del confinamiento; 6 de cada 10 españoles encuestados ya habrían sustituido la banca física por la digital; la mayoría de las entidades cuentan con más de la mitad de sus clientes digitales; las retiradas de dinero en efectivo en los cajeros sigue disminuyendo, mientras los pagos digitales y las terminales de pago en los comercios siguen aumentando y la ratio de sucursales a finales de 2020 por cada 100 mil habitantes en España (48) supera ampliamente a la media de la Unión Europea (22) a pesar de los cierres de los últimos años.