Nuria Díaz
No será inmediato y probablemente tampoco absoluto, pero los expertos tienen claro que caminamos lenta pero inexorablemente hacia la desaparición del dinero en efectivo. La tendencia se adivinaba desde hacía algún tiempo para luchar contra el fraude fiscal, pero el Covid ha terminado de catapultar a los medios electrónicos de pago, sin contacto. Lo que no quiere decir que este movimiento ‘cashless’ no genere dudas y algunos miedos. Los principales, los que tienen que ver con la pérdida de privacidad y la brecha social en la que ahondan, por lo que los expertos abogan por una pacífica convivencia entre ambos, al menos por el momento.
En España, el pasado mes de junio, el Grupo Parlamentario Socialista registraba en el Congreso de los Diputados una propuesta que solicitaba «la eliminación gradual de los pagos en efectivo, con el objetivo de su desaparición definitiva». En octubre el Gobierno prohibía pagar más de 1.000 euros en efectivo entre empresas. En Europa, el Banco Central Europeo ultima el denominado ‘euro digital’, un medio de pago digital con la misma fortaleza que tiene el efectivo y que cuente con la protección de una autoridad monetaria. Entre las razones para su creación, el propio BCE presidido por Christine Lagarde señala que la crisis de la Covid-19 ha provocado un cambio en los hábitos de pago y el efectivo está disminuyendo. Con defensores y detractores, pero, el debate de la eliminación del dinero en metálico esta sobre la mesa. De hecho, algunos países del norte de Europa ya están adoptando medidas para que sus ciudadanos realicen transacciones de forma online, como, por ejemplo, el de permitir legalmente a los comercios la posibilidad de rechazar dinero en efectivo o incluso permitir que las sucursales bancarias no emitan ni reciban dinero en efectivo. Suecia es quizá el ejemplo más claro. Los datos económicos de este país indican que el pago en efectivo solo supone un 1% del total de las transacciones, y también hay iniciativas similares en Noruega y en Dinamarca. También fuera de Europa. En EE. UU. ya existen ayuntamientos cuya legislación prohíbe el pago exclusivamente digital en tiendas y restaurantes, como es el caso de San Francisco o Nueva York. La tendencia se extiende.
Según el Banco de España, la retirada de dinero en cajeros se hundió un 17,72% en el primer trimestre de 2020 y un 51,79 % en el segundo trimestre con respecto a los mismos periodos del año pasado, lo que pone de manifiesto el desplome del uso del efectivo durante el confinamiento
El catedrático de Economía de la Universidad de Granada, Santiago Carbó, señala que, según una encuesta muy reciente de este año del Banco Central Europeo, los billetes y monedas continúan siendo el principal medio de pago usado en establecimientos comerciales y para transacciones entre particulares, abarcando el 73% del total. Pero, eso sí, matiza, “esas transacciones suelen ser de bajo importe y es ahí donde dominan billetes y monedas. En importes superiores a 100 euros dominan progresivamente los medios de pago electrónicos”.
El informe del BCE al que alude Carbó señala que, para pagos superiores a los 100 euros, a nivel europeo el efectivo se utiliza ya tan solo en el 32% de las transacciones, frente al 68 % de cualquier otro método de pago, incluyendo tarjetas bancarias, cheques y cualquier otro pago con tecnología contactless.
“Además, continua, la innovación que más está creciendo recientemente son los pagos sin contacto y, a medida que sigan creciendo, también disminuirá el uso de efectivo. La pandemia ha podido acelerar esta tendencia, pero llevará un tiempo que el efectivo desaparezca. El BCE ha reportado en su informe que un 49% de los europeos prefiere utilizar tarjetas u otros instrumentos distintos al efectivo y que durante la pandemia han acelerado su uso y pretenden mantenerlo así cuando pase.»
Durante el confinamiento, la mayoría de consumidores se vieron obligados a comprar a través de Internet. Y los que acudían a tiendas físicas intentaban pagar con otros medios diferentes al efectivo por precaución. De hecho, según el Banco de España, la retirada de dinero en cajeros se hundió un 17,72 % en el primer trimestre de 2020 y un 51,79 % en el segundo trimestre con respecto a los mismos periodos del año pasado, lo que pone de manifiesto el desplome del uso del efectivo durante la cuarentena.
Efectivamente, señala Victoria López, analista de AFI “la pandemia ha demostrado que como sociedad somos capaces de prescindir del dinero en efectivo para los pagos cotidianos que antes era inconcebible para muchos hacerlos, por ejemplo, con tarjeta de débito (me refiero al típico ejemplo de la barra de pan). La tarjeta de débito y el servicio de pago móvil Bizum, son los medios de pago que más se aproximan, en cuanto a su uso en pagos cotidianos de pequeño importe, al dinero en efectivo”
Pero no es todo tan fácil como parece. “En España, señala López, no se puede pagar en todas partes con tarjeta de débito o prepago u otros medios de pago digitales. Y tampoco todo el mundo dispone de medios de pago asequibles. Hay colectivos más vulnerables. Aunque España se caracteriza por ser un país con un elevado nivel de bancarización, con datos del Banco Mundial en su estudio GlobalFindex 2017 se estima que entre 2,3 y 2,6 millones de mayores de 15 años en España no dispondrían de una cuenta bancaria, con una mayor representación de población joven entre 15 y 24 años, de en torno al 60%. Y alrededor de dos millones de jóvenes de entre 15 y 24 años no dispondrían de tarjeta de débito, un medio de pago considerado básico por la normativa europea.
El catedrático de Economía aplicada de la Uned, Juan Iranzo, tampoco está de acuerdo en las bondades de la eliminación del dinero cash: “Limitar el pago en efectivo, sobre todo por razones de control fiscal, no es adecuado, puesto que penaliza la actividad, Además muchas personas siguen teniendo una gran preferencia por el pago en efectivo, por ser el más ágil. Asimismo, es una garantía de pago instantáneo, frente a problemas técnicos en las redes que retrasan o impiden el pago por otros medios. Las personas mayores, cada vez más son más numerosas en los países desarrollados, y estas tienen una gran preferencia por el pago en efectivo, en sus transacciones diarias. Por todas estas razones los billetes para pagar transacciones seguirán existiendo y la manera más eficiente para luchar contra el fraude fiscal, es bajar los impuestos y no limitar los pagos en efectivo”.
Suecia es quizá el ejemplo más claro. Los datos económicos de este país indican que el pago en efectivo sólo supone un 1% del total de las transacciones, y también hay iniciativas similares en Noruega y en Dinamarca
De hecho, en línea con el argumento de Iranzo sobre las preferencias de la gente mayor, hay que señalar que en Suecia se han formado movimientos protesta contra la digitalización total. Es el caso del Kontantupproret (“rebelión del efectivo”), un movimiento que aglutina, en su mayor parte, a pensionistas, pese a que, según datos del Banco Central Sueco, hasta un 80% de la población se ha convertido a una forma de vida sin dinero en efectivo.
“El mejor escenario, señala Victoria López, sería el de la coexistencia de una variedad de medios de pago universalmente aceptados, incluido el efectivo, si bien con apenas protagonismo este último. El dinero en efectivo y sus alternativas digitales son como el correo postal y las nuevas formas de comunicación escrita: conviven (y convivirán), pero su peso relativo en las comunicaciones cotidianas actuales nada tiene que ver con el pasado. Algo parecido debería pasar con el dinero en efectivo”.
Los bancos y las tecnológicas se frotan las manos
Los expertos tienen claro que el fin del efectivo beneficia a los bancos, “todo se bancarizaría”, señala una fuente, pero también a las nuevas plataformas tecnológicas. Según una información de ING, las soluciones de pago ofrecidas por firmas tecnológicas como Apple, Google, Amazon o Samsung y plataformas como Bizum ya coexisten en el mercado. A ellas habrá que sumar las que previsiblemente ofrecerán las aplicaciones de mensajería instantánea en un futuro próximo. Entre ellas, destacan WhatsApp o Telegram, y las que ya están disponibles en algunos países como China a través de WeChat. Según datos recopilados por Merchant Savy, en la actualidad estos medios de pago ya suponen el 5% del total de pagos a nivel mundial, una tendencia que podría duplicarse en los próximos cinco años. Alipay es la aplicación de pagos que más usuarios utilizan a nivel mundial, más de 1.200 millones, sobre todo por su amplia presencia en China. Le sigue de cerca WeChat, con cerca de 1.151 millones de usuarios, y lejos de estas se encuentra Apple Pay, con 441 millones de usuarios.