Al Grano / A.S.A. ■
Después del ‘boom’ que experimentó el sector de las reformas tras el confinamiento, en este último año se ha enfrentado a un punto de inflexión. Ahora, en una situación marcada por la incertidumbre, Andimac, la patronal de la reforma y la rehabilitación, acaba de presentar su Observatorio 360º, donde analiza la situación de un sector nuclear “dentro de las inversiones contenidas en el Plan de Recuperación llamado a transformar el país desde una perspectiva económica, social, medioambiental y tecnológica”, explica Sebastán Molinero.
¿Cuál es la situación que atraviesa el sector de la reforma y la rehabilitación?
El año pasado, la actividad de la reforma y rehabilitación cayó un 1,4%. Para este 2023, se pronostica otra caída del 2,9%, aunque eso sí, sin tener en cuenta el efecto que tendrán las inversiones contempladas en el Plan de Recuperación, y destinadas a la rehabilitación energética.
En su conjunto, la actividad del mercado de materiales para edificación, que comprende obra nueva, rehabilitación y reforma de viviendas, creció un 1,85% en 2022, impulsado por el crecimiento de la obra nueva (12,75%).
“Los posibles cuellos de botella en las comunidades autónomas pueden resultar un freno muy peligroso para los fondos europeos”
¿A qué se deben las causas de la caída de actividad en reforma?
Principalmente a la crisis energética y su repercusión sobre los precios y el poder adquisitivo, y al efecto base que representó, para el segmento de la reforma, un ejercicio 2021 muy expansivo.
Sin embargo, el valor económico del mercado de los materiales creció en torno a un 9% en 2022, fruto de las tensiones inflacionarias. Para 2023 se prevé una moderación de los precios de los materiales, situándose en torno a la media de la inflación prevista, por lo que el valor económico del mercado de materiales para el segmento residencial crecería cerca de un 1,2%.
¿Qué pronostica la patronal para 2023?
El año pasado supuso un punto de inflexión. Iba a ser el año de la recuperación post-covid, pero la guerra en Ucrania, el alza de ciertas materias primas, la crisis energética y el shock inflacionario lo cambiaron todo. Aun así, podemos decir que fue un buen año para la construcción. En el ámbito de la reforma, la caída de actividad de los últimos meses se ha visto compensada, en términos económicos, por el incremento de los costes.
Este año esperamos que el volumen de negocio supere al de 2022, si bien no está de más diferenciar actividad de valor económico. Y no hablamos de un sector cualquiera: el de reforma y rehabilitación es un sector nuclear dentro de las inversiones contenidas en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), llamado a transformar el país desde una perspectiva económica, social, medioambiental y tecnológica. La rehabilitación residencial congrega una dotación de 3.430 millones dentro del PRTR financiado a partir de fondos europeos, de los que casi 3.000 millones son subvenciones directas.
Las tendencias no nos permiten sacar demasiadas conclusiones: la actividad experimenta un ligero retroceso respecto a 2022 debido a una mayor caída de lo previsto en cuanto a reforma de vivienda habitual. Sin embargo, la reforma incrementa su valor de mercado a precios corrientes debido al incremento de los precios de los materiales. La rehabilitación, por su parte, todavía no ha visto impulsada su actividad como consecuencia de la aplicación de los fondos NG. Pero esto cambiará.
¿Cómo impactarán los fondos europeos en el sector?
Se estima que siete de cada diez euros de los fondos europeos que nuestro país recibirá hasta 2026 estarán relacionados con la construcción, por lo que el impacto será altísimo. Sin embargo, hasta ahora, no han llegado a la economía real y viven instalados en un marco ineficiente tanto a nivel administrativo como competencial, lo que ha ralentizado el ritmo de ejecución e impedido impulsar la demanda.
Este año confiamos en que, por fin, tendrán efecto sobre la actividad. Aunque el marco competencial y los posibles cuellos de botella en las administraciones autonómicas pueden resultar un freno muy peligroso. De todas formas una comunidad de propietarios bien informada verá claramente la oportunidad. Un ejemplo: una obra que permita reducir la demanda entre un 45% y un 60% y mejorar al menos dos letras su calificación energética puede resultar sobre los 20.000 euros por vivienda para una comunidad de 10 propietarios. Con las ayudas y la deducción fiscal asociada el coste para los propietarios puede situarse en torno a los 2.500€. Pero es que el inmueble, que es la riqueza de los propietarios, se revaloriza como mínimo un 1.000% respecto a la inversión real.
Los fondos europeos deben ser la palanca para cambiar el modelo y crear una cultura de reforma y rehabilitación. Solo el dinero no será suficiente, necesitamos un cambio de mentalidad para crear un culto hacia el estado de nuestras casas y edificios.
“La construcción es una actividad eficiente y sostenible. Otra cosa es el parque construido, de los más envejecidos de Europa”
Las tensiones inflacionistas, agravadas por la guerra en Ucrania, dispararon el precio de los materiales. Y este incremento puso en jaque a la construcción en su conjunto. ¿Qué soluciones está adoptando su sector?
La razón del problema es externa al sector, por lo que las soluciones poseen una eficacia muy limitada. No se pueden cambiar tecnologías ni procesos productivos de la noche a la mañana. Sí es posible buscar la máxima eficiencia en procesos de producción y logísticos, como ya se está haciendo y esto puede conllevar alteraciones en los tiempos de suministro. En todo caso, dado que en general estamos en un sector que aprendió de la anterior crisis la importancia de la productividad, y por tanto la eficiencia en los procesos, las soluciones son puramente paliativas.
¿Es el de la reforma y la rehabilitación un sector sostenible?
En términos de sostenibilidad la construcción ya es una actividad eficiente. Otra cosa es el parque construido, de los más envejecidos de Europa y el que lidera la menor tasa de renovación. Esto es relevante porque hoy la industria de la construcción, sus soluciones y procesos, incorporan avances técnicos que la impulsan a una posición creadora en materia de sostenibilidad. No olvidemos que a la hora de valorar el grado de sostenibilidad debemos atender al tiempo de vida de los productos. Y aquí la construcción es imbatible.
Dicho esto, es evidente que todos los sectores están inmersos en el objetivo de ser más sostenibles. Y no sólo eso, la regulación, los objetivos marcados por las instituciones a nivel de EU y, no menos importante, la identificación de crecientes capas sociales ante los retos medioambientales. La sociedad constituye la demanda y las empresas necesitamos adaptar nuestra propuesta de valor a sus valores dominantes.
Nos enfrentamos ahora a una “eco-revolución” que, en última instancia, resultará determinante para la transición ecológica en torno a la que pivotará nuestro futuro como sociedad. Y en un modelo de circularidad bien planteado, capaz de integrar a todos los agentes de la construcción, la distribución profesional de materiales presenta un valor de base único para impulsar esta transformación.
¿Qué barreras impiden al sector avanzar en su revolución ecológica?
Una de ellas está relacionada con la falta de renovación generacional, que dificulta la transferencia de valores sociales y, entre otras implicaciones, representa en determinadas tipologías de obra una barrera para la innovación en productos y sistemas constructivos. Un sector envejecido está necesariamente menos abierto a la innovación.
Esta falta de mano de obra suficiente y bien cualificada, y la necesidad de garantizar determinados niveles de calidad, están directamente relacionadas con el giro hacia la industrialización en procesos constructivos. También hay que considerar que gran parte de la actividad en construcción no es industrializable de modo eficaz. Muy en especial las más “artesanales”, como son las actuaciones de rehabilitación y reformas.
Otro punto que dificulta esta transición ecológica es el relativo a la explosión legislativa. Da la impresión de que se impulsan montañas de normas sin atender a la capacidad de las empresas, e incluso sectores, para adaptarse. Los excesos regulatorios, y más por la vía de urgencia, son un grave problema para el desarrollo económico que afecta tanto a la competitividad como a la propia seguridad jurídica de las empresas.
Desde el punto de vista de la sostenibilidad en general, y de la circularidad en particular, en estos segmentos el reto es mayor. A nivel de unidad de obra no, pero en volumen agregado rehabilitaciones y reformas, así como pequeñas y medianas construcciones en general, acumulan el mayor impacto en la generación de residuos. Aquí descubrimos que el sector de la construcción tiene un activo invisible cuyo valor, bien gestionado, es enorme. Y me refiero al comercio profesional de materiales de construcción, fontanería y climatización, cuyo punto troncal en la cadena de suministro en los procesos directos también se puede construir como un punto central en los procesos de circularidad para el conjunto de los operadores. Su logística, espacios y puntos de atención a profesionales representan un activo económico enorme para estos objetivos, y una gran oportunidad para incrementar nuevas capas de valor para la distribución profesional.
Al Timón
Desde 2006, Sebastián Molinero ostenta el cargo de secretario general de Andimac (Asociación Nacional de Distribuidores de Cerámica y Materiales de Construcción), una asociación que se ha convertido en la voz de la reforma y la rehabilitación: sector clave en el Plan de Recuperación y determinante para canalizar los fondos europeos.
La transformación cultural con la mirada puesta en fomentar la mejora competitiva de las empresas apoyando la formación cualificada, la digitalización y la transición ecológica del sector son, quizás, dos de sus principales aspiraciones como Secretario General de Andimac. Por otra parte, también forma parte de la Junta Directiva de la Asociación Europea de Asociaciones Nacionales de Comerciantes de Construcción y Fabricantes (Ufemat).