Virginia Miranda
Los fondos europeos comenzarán a utilizarse de manera efectiva en el segundo semestre del año, cuando la economía podría empezar a recuperarse y alcanzar un 6,8% de crecimiento para el conjunto de 2021. La estimación es de Funcas que, observando experiencias como la del SARS a principios de los 2000 en Asia, prevé que el regreso a los niveles precrisis tendrá lugar en 2022 y 2023, si bien será necesario acometer reformas adaptadas al nuevo contexto para poner al día el modelo productivo. Lo explica su director de Coyuntura y Economía Internacional, Raymond Torres, con un ejemplo muy claro: “Facilitar incentivos tecnológicos de modernización es muy positivo y tiene un impacto inmediato sobre la actividad, pero el efecto transformador va a depender, por ejemplo, de la reforma del sistema educativo”. “Debemos tener especialistas para estas tecnologías”, subraya, y considera que “la prioridad tiene que ser la recuperación de una senda de crecimiento potencial suficiente”.
Funcas terminaba 2020 con lo que denominan el dato del año, dato especialmente significativo para la economía española durante el ejercicio, y el elegido era la tasa de ahorro. Alcanzaba el 22,5% de la renta disponible, registrada de manera forzosa durante el confinamiento. ¿Cuál es ahora la tendencia?
Aquellos hogares que tienen un nivel de ingreso suficiente, han incrementado su ahorro. Y ese incremento que se ha producido, sobre todo en el segundo y tercer trimestre de 2020, se mantiene. En los hogares con nivel de ingresos inferiores han ahorrado menos por una caída de los ingresos, ya sea por el paro o por haber entrado en un ERTE. Pero, macroeconómicamente, el efecto que domina es el sobreahorro de los niveles de ingresos más altos.
“Tendremos una situación de incertidumbre la primera mitad del año, conteniendo el consumo y dificultando un turismo muy deprimido”
La otra cara de la moneda de este fenómeno fue una caída de la actividad económica de manera también insólita, con un descenso del PIB en el mismo periodo un 17,8%. ¿Cuál es la previsión para 2021?
Tenemos una previsión de en torno al 6,8% de crecimiento para el conjunto de 2021. Pero con dos partes muy diferenciadas. Una primera parte del año, hasta el verano, con un crecimiento muy débil y altibajos que se corresponden con la apertura y cierre de la economía para contener los contagios. Tendremos por tanto una situación de incertidumbre que mantiene el sobreahorro de los hogares, conteniendo el consumo y dificultando los desplazamientos de un turismo muy deprimido, sobre todo el internacional, durante esta primera fase. En la segunda parte del año, a medida que la vacuna se despliega no sólo aquí sino en el resto de países, sobre todo los europeos, tendremos dos efectos positivos. Los hogares empezarán a querer gastar una parte de ese sobreahorro y, por otra parte, el turismo empezará a volver. Estimamos que, durante la segunda mitad de 2021, tendríamos el 40% del turismo de un año normal. Un tercer elemento también positivo es la política fiscal y los fondos europeos, que empezarán a llegar y a utilizarse de manera efectiva progresivamente en el curso del año y, sobre todo, en el segundo semestre. Hacemos esta estimación con muchísima incertidumbre sobre la vacuna: su despliegue, si es efectiva, por cuánto tiempo… Su impacto sobre el comportamiento de los consumidores y turistas lo estimamos a partir de lo que hemos visto en los países asiáticos, que han controlado bastante bien la crisis sanitaria, y lo que vimos con el SARS a principios de los años 2000 en sitios como Hong Kong.
¿Hasta cuándo habrá esperar y qué habrá de pasar para recuperar los niveles previos a la pandemia?
Nosotros pensamos que, a medida que crece la economía ese 6,8% y el año que viene lo hace algo menos pero de forma bastante intensa, llegaremos al PIB prepandemia a final de 2022, aunque probablemente habrá que esperar a 2023. La gestión de la crisis sanitaria, de la propia vacuna, es el principal factor que puede determinar si conseguimos recuperar el nivel de actividad previsto. También dependerá de si la política económica consigue evitar los efectos negativos permanentes de la crisis, que se manifiestan especialmente en el cierre masivo de empresas disminuyendo el tamaño del tejido productivo y dificultando la recuperación. Es importante que la política económica contenga la quiebra de empresas, sobre todo de aquellas que son viables. Es necesario aportar ayuda bien estructurada para evitar esos cierres. Es determinante de cara a la recuperación. Otro riesgo a largo plazo es el del empleo.
“A medida que la vacuna se despliegue, los hogares empezarán a gastar una parte del sobreahorro y el turismo empezará a volver”
Quería preguntarle por ello. Aunque el impacto del Covid sobre el mercado laboral se ha visto amortiguado por medidas como los ERTEs, muchas empresas han tenido que echar el cierre y crece el desempleo. Cerca de 37.000 parados más se han registrado en diciembre.
Tenemos a personas que llevan muchísimas semanas en ERTE y algunas pueden perder la motivación, fenómeno similar al del paro. O personas en ERTE de empresas inviables. Por eso es muy importante que los ERTE se complementen con dispositivos de recalificación o recolocación, de los que no disponemos y que se asemejan a una política activa de empleo. Esta es una de las debilidades estructurales de nuestro mercado laboral y es el momento de mejorarlo. Después está el paro, que ha aumentado en colectivos con contratos temporales que perdieron el trabajo al inicio de la pandemia. A medida que pasa el tiempo hay un riesgo de paro de larga duración y de expulsión del mercado laboral. Eso también reduce el tamaño del tejido productivo y lastra la perspectiva de recuperar el nivel de actividad anterior a la crisis. Existen políticas de mejora de los servicios públicos de empleo que es urgente empezar a adoptar para facilitar la recuperación. De todas formas, esto de recuperar el nivel de actividad precrisis es un poco engañoso porque la economía nunca será igual. Sabemos que la composición del PIB va a ser distinta porque la crisis del Covid ha acelerado una serie de cambios estructurales y nos vamos a encontrar con más comercio electrónico, más teletrabajo… que ya venían produciéndose y se han acelerado con la pandemia. También sabemos que hacen falta reformas que mejoren la movilidad porque vamos a trabajar de manera distinta en sectores distintos y hay que adaptar prácticas y normativas en las empresas para facilitarla.
“Es importante que la política económica contenga la quiebra de empresas, sobre todo de aquellas que son viables”
La ministra de Empleo ha lamentado que no se suba el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) por 30 céntimos al día y la vicepresidenta económica ha señalado que se incrementará cuando la recuperación esté enfilada. Ustedes dijeron que la prioridad es proteger a las empresas y los empleos. ¿Les parece bien que no se suba ahora y se haga cuando mejoren las condiciones económicas?
No voy a entrar en comentarios de índole política, lo que puedo decir es que aquí hay dos elementos. La evidencia de la que disponemos a nivel internacional indica que el salario mínimo que se acerca al 60% de la media salarial no dificulta el empleo y todavía quedaba un pequeño margen para llegar a ese porcentaje, pero también sabemos que hay que tener en cuenta el momento coyuntural. Que era favorable hace tan sólo un año y medio o dos años, pero ahora tenemos muchas empresas al borde de la quiebra y no es el momento de aumentar el SMI porque podría acelerar su cierre. El debate sobre el salario mínimo refleja que habría que pensar en políticas de distribución de la renta para hacer frente a las desigualdades que no descansen exclusivamente sobre el SMI. Si está bien diseñado y siempre que sea con el acuerdo de empresas y trabajadores, puede tener ciertos efectos positivos, pero desde luego no puede ser el único instrumento para hacer frente a problemas distributivos. Problemas reales en muchos países desarrollados que de alguna manera contribuyen a la fragmentación política, incluso a
fenómenos como el Brexit.
“Existen políticas de mejora de los servicios públicos de empleo que es urgente empezar a adoptar para facilitar la recuperación”
¿Qué opina de retrasar la edad de jubilación y de una ampliación del periodo de la vida laboral para calcular la pensión?
En la medida en que vivimos más años, es normal adaptar la edad de jubilación efectiva. Me parece lógico cuando queremos conservar un sistema de pensiones suficiente para evitar la pobreza pero también sostenible económicamente. Habría que practicar una cierta coherencia entre el imperativo macroeconómico, que es acercar la edad de jubilación a la esperanza de vida, y la práctica de prejubilar. Hay una contradicción que habrá que negociar con las empresas y los representantes sindicales para ser coherentes con lo que quiere el país en su conjunto.
Por territorios, desde Funcas han anunciado que las autonomías donde más ha caído el PIB han sido Baleares, Canarias, la Comunidad de Madrid y Cataluña, en gran medida por el freno del sector turístico. ¿Serán también las que antes y más rápido se recuperarán?
Es muy posible. Si la campaña de vacunación funciona y de verdad se despliega aquí y en otros países, puede facilitar el retorno de los turistas. El nivel de partida es muy bajo, de modo que la tasa de crecimiento puede ser bastante impresionante. Desde el inicio de la pandemia hemos perdido el 90% del turismo internacional y la recuperación puede favorecer, sobre todo, a las comunidades insulares, que tienen una proporción de turismo extranjero superior. Otros territorios turísticos como Galicia se han beneficiado del desvío del turismo interior y el impacto positivo puede ser menos apreciable.
“Habría que pensar en políticas de distribución de la renta para hacer frente a las desigualdades que no descansen exclusivamente sobre el SMI”
Decía al principio que este verano podría registrarse un 40% del turismo precrisis. ¿Cuándo prevé que recupere el tono previo a la pandemia?
Según lo que hemos podido ver en la pandemia del SARS en Asia en torno a 2002 y 2003 y lo visto en las últimas fechas con la reciente recuperación de los países asiáticos, el turismo no reacciona de inmediato a la mejora de las condiciones sanitarias. Hay un efecto muy dilatado en el tiempo y, a partir de estas experiencias, pensamos que en 2022 todavía estaríamos en el 80% del turismo de un año normal. No habría por tanto una recuperación completa. Pero esta no es una previsión, sino una proyección a partir de lo ocurrido en otros países y en otros contextos. Además, no sé cómo va a influir esta pandemia en la psicología del turista internacional. A lo mejor volvemos colectivamente a las pautas de comportamiento social previas al Covid, frecuentando lugares a veces masificados, o la pandemia va a dejar un trasto en nuestro ADN e, inconscientemente, vamos a intentar alejarnos de lugares demasiado frecuentados. Lo desconozco, pero es importante tenerlo en cuenta. El miedo a viajar va a desaparecer en algún momento, pero habrá que ver si el turismo quiere volver a los mismos lugares o se desvía hacia otros destinos menos concurridos, convirtiéndose en una oportunidad para el turismo rural y de interior para el que España tiene también muchísimo atractivo. Depende de cómo la oferta se adapta a posibles cambios en el comportamiento humano.
“Hay que practicar una cierta coherencia entre el imperativo macroeconómico, que es acercar la edad de jubilación a la esperanza de vida, y la práctica de prejubilar”
¿Qué impacto esperan de los fondos europeos sobre la actividad económica? Se han diseñado para que vayan acompañados de un proceso de digitalización y sostenibilidad del tejido productivo. ¿Ve factible esta transformación?
En los fondos hay dos elementos. Uno es probable que se produzca, un plus de actividad y un estímulo fiscal que puede financiar sobre todo la inversión. Esto tiene un impacto inmediato, visible en la actividad económica. Como decía antes, a partir de la mitad de este año, sobre todo en 2022 y en 2023, también. El otro efecto que se espera es el de la transformación. Que va a depender no sólo de los fondos, también de cómo se complementen. Por ejemplo, invertir en energías renovables puede producir un estímulo inmediato sobre la actividad, pero los incentivos fiscales y el entorno empresarial tienen que responder a esa misma lógica de manera que haya un cambio también en la estructura productiva. Igual pasa con la transformación de la economía. Facilitar incentivos tecnológicos de modernización, de software en pequeñas empresas, de acceso a la banda ancha… es muy positivo y tiene un impacto inmediato sobre la actividad, pero el efecto transformador va a depender, por ejemplo, de la reforma del sistema educativo. Debemos tener especialistas para estas tecnologías. También parece incompatible que tengamos un mercado laboral tan fragmentado, con tanto empleo temporal que de alguna manera destruye capital humano. Si es que hay contratos, porque a veces se trata de autónomos o falsos autónomos. Esto es contradictorio con la idea de aprovechar los cambios tecnológicos. El estímulo se va a producir, pero el efecto transformador va a depender de si hacemos reformas o no. Reformas bien calibradas al nuevo contexto, por supuesto.
“Simplificar y reducir exenciones y reducciones fiscales permitiría elevar la recaudación efectiva sin aumentar los tramos impositivos”
¿Se va por el buen camino para abordar ese tipo de reformas o no?
Si nos guiamos por lo que ha pasado estos últimos seis o siete años, uno puede tender a ser pesimista. Por otra parte, creo que hay una toma de conciencia sobre la necesidad de transformar el modelo productivo. Lo veo en todos los discursos políticos. El segundo paso es la adopción de reformas concretas y bien diseñadas. Pero por lo menos la toma de conciencia está ahí y ese es un elemento esperanzador.
Antes mencionaba los incentivos fiscales. Ustedes hablaban en un reciente informe de beneficios fiscales que no cumplen el fin para el que fueron concebidos. Abogaban también por una reforma fiscal para que el sistema sea más eficiente y simple. ¿Se aprovecharía mejor la política recaudatoria?
Sí, yo creo que sí. Se han multiplicado las desgravaciones, exenciones, reducciones fiscales de todo tipo, mermando de manera oficial el Presupuesto del Estado en más de 35.000 millones cada año de recaudación e indirectamente mucho más. Todo lo que sea simplificar y reducir ese tipo de exenciones y reducciones me parece que va en la buena dirección. Eso permitiría elevar la recaudación efectiva sin aumentar los tramos impositivos. Pero también hay que actuar desde el lado del gasto, de la calidad del gasto público. Tenemos todavía mucho que hacer para disponer de un mecanismo de evaluación. La Airef ha hecho tres o cuatro evaluaciones muy interesantes y útiles, pero debe tratarse de algo integrado como ocurre en países como Suecia o como Suiza, donde participé personalmente en evaluaciones. Cualquier programa de gasto público tiene integrado un dispositivo de evaluación. En el caso de la IGAE, existe un seguimiento del cumplimiento de la normativa administrativa, pero un seguimiento económico sería muy útil y permitiría elevar la calidad del gasto público. A nadie le interesa tener todo tipo de actuaciones sin un rendimiento económico y social a la altura de las expectativas. No se trata de ideología política, es pura observación. Y permitiría mejorar mucho la calidad de la intervención pública que, por lo demás, es necesario.
“Ninguna deuda pública de ningún país, incluso de niveles inferiores a los que tenemos, se puede mantener a largo plazo si no hay crecimiento económico”
¿Cree que España podría tener una crisis de confianza en los mercados de deuda? ¿Cuáles serían sus consecuencias?
El BCE ha hecho todo lo posible con el programa de compra de deuda pública por razones de pandemia (PEPP). A corto plazo, por lo mejor hasta mediados o finales de 2022, cuando se piensa que se seguirá invirtiendo según sus declaraciones, no veo crisis de deuda pública. El problema es si, a partir de ahí, la economía española consigue recuperar una senda de crecimiento o no. Yo creo que ninguna deuda pública de ningún país, incluso de niveles inferiores a los que tenemos, se puede mantener a largo plazo si no hay crecimiento económico. El problema de Italia ha sido de nivel de deuda pero, sobre todo, de una economía que prácticamente no crecía, se ha estancado desde el inicio del euro por un problema estructural. No tenemos que caer en la situación de Portugal porque podría llevar a una revaluación del factor riesgo por parte de los inversores que se podría desvelar a partir del momento en que el BCE repliega su paraguas de ayudas. La prioridad tiene que ser la recuperación de una senda de crecimiento potencial suficiente. Será positivo para el empleo, para el tejido productivo… y también ayudará a contener la prima de riesgo.
De un vistazo
Raymond Torres es director de Coyuntura y Economía Internacional de Funcas y del observatorio Funcas Europe.
También es profesor asociado en el Instituto de Empresa y consejero para la Comisión Europea sobre temas del mercado laboral.
Máster y Diploma de Estudios Avanzados de Economía Matemática (Universidad de Paris I) y Máster en Ciencias Políticas (I.E.P., Toulouse).
Entre 2007 y 2016, dirigió el Servicio de Estudios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Anteriormente trabajó como economista en el Departamento de Economía de la OCDE y como director de la División de Análisis y Políticas de Empleo.