La crisis del coronavirus / Virginia Miranda
El sector de la hostelería es uno de los más azotados por el coronavirus desde el inicio de la pandemia y la situación en la Comunidad de Madrid es particularmente delicada, tras una temporada estival perdida sin llegadas de extranjeros, su principal fuente de turismo en verano, y restricciones de movilidad, aforos y horarios en zonas sanitarias para tratar de contener el avance de la segunda ola de Covid. Antonio Galán, presidente de la Asociación Madrileña de Empresas de Restauración (AMER), advierte: “Si nos cierran, estamos muertos”. Asegura que un confinamiento como el de marzo “económicamente no se sostiene”, si bien reconoce necesaria la adopción de medidas para evitar la propagación de los contagios. “Significa que alguien se está preocupando de que la situación no vaya a más”, considera, y valora las ayudas del Gobierno regional y el Ayuntamiento de la capital como la exención en el pago de las licencias de terrazas, los créditos a interés cero con un año de carencia de Avalmadrid o las rebajas del IBI. A pesar de ello, “ahora mismo todo es poco”. Por eso siguen reclamando más recursos para que las empresas puedan defenderse a la espera de tiempos mejores.
—El sector de la restauración es uno de los más afectados por la crisis del coronavirus y, en esta segunda ola, el madrileño se encuentra en una situación particularmente delicada. Empecemos conociendo de qué cifras estamos hablando. A principios de 2020, antes del estallido de la pandemia, ¿cuántas empresas se dedicaban a la restauración, cuánto empleo generaban y qué representaba para el PIB regional?
—A nivel nacional son 1,7 millones de trabajadores, por encima de los 300.000 establecimientos y un 10% del PIB. En cuanto a porcentajes, Madrid está a nivel medio. A principios de año, antes de la aparición de la pandemia, las cosas iban bien. El año anterior fue bueno, en enero y febrero la variación interanual de la facturación media tenía pequeñas subidas del 3-4%. Había un lento crecimiento pero muy sostenido, por tanto la situación era de tranquilidad. Hasta que llegó el famoso mes de marzo.
“Una empresa que cae arrastra consigo un montón de empleos y volver a levantarla es muy difícil”
—El mes de marzo del confinamiento y el cierre temporal de miles de negocios. ¿Cómo está golpeando desde entonces el Covid a bares y restaurantes?
—El descenso durante el confinamiento fue del 98%; no hablamos del 100% porque había algo de alimentación en hospitales, pero prácticamente desapareció la hostelería. ¿Qué preveíamos que iba a pasar después? Cada uno pensaba de una manera. Había quien pensaba que, en cuando se abriera, iba a ir todo el mundo a los restaurantes. Otros en cambio pensábamos que habría cierto miedo y así ha sido. Durante los primeros días había cola para sentarse en una terraza con un consumo medio muy alto, pero fue un espejismo que duró un par de semanas. Ahora mismo, quien está funcionando se sitúa en el 50% de lo que venía haciendo y, en muchos casos, ni eso. Ha habido gente que ha abierto el negocio y ha vuelto a cerrar. Algunos con intención de volver a abrir cuando la situación se estabilice. Otros, no. Muchos no hay llegado a intentarlo porque han caído antes. Muchas empresas van a quedar por el camino. Una empresa que cae arrastra consigo un montón de empleos y volver a levantarla es muy difícil.
—¿Cuáles son las previsiones de aquí a final de año? Prevén la desaparición de entre 65.000 y 85.000 negocios de restauración.
—Sí, porque muchos empresarios no van a poder subsistir económicamente, otros no están dispuestos a pasar más dificultades y se plantean la jubilación… Desgraciadamente, se va a acercar a esa cifra a nivel nacional.
“Los trabajadores del sector en ERTE representan más del 30% de los 850.000 que todavía quedan
—¿Cuántos trabajadores hay en ERTE?
—Se piensa que, aproximadamente, representan más del 30% de los 850.000 que todavía quedan. Hay incluso trabajadores en ERTE que no han cobrado todavía, o que cobraron los primeros meses y después dejaron de hacerlo. La situación es pavorosa y las negociaciones para la prorrogación de los ERTEs tendrán que cristalizar en algo positivo, si no son 850.000 personas que van al paro.
—El de la restauración es uno de los sectores donde hubo trabajadores que regresaron a la actividad y han tenido que volver al ERTE porque no hay clientela.
—Claro, porque ha habido establecimientos que abrieron y tuvieron que volver a cerrar y otros han tenido que reducir su plantilla. Pero hay que recordar que las empresas con trabajadores en un ERTE están pagando seguros sociales también por ellos. Vamos a ver, con las nuevas negociaciones, en qué queda todo esto.
“Solicitamos ayudas económicas y legislativas. Acciones que, siendo pequeñas, pueden ser la diferencia entre cerrar y permanecer abiertos esperando tiempos mejores”
—Madrid es una región que, en verano, recibe sobre todo turismo extranjero, que este año se ha visto afectado por las restricciones en los países de origen para viajar a España. ¿La estival ha sido una temporada perdida para el sector?
—Absolutamente. Es cierto que el turismo que viene a Madrid en verano es de procedencia internacional y este año prácticamente no ha podido venir. En la Plaza Mayor, a las once de la mañana de un día espléndido de agosto sin excesivo calor, en las pocas terrazas que estaban abiertas llegué a ver una ocupación máxima de dos mesas. Lo mismo en la calle Alcalá o la Gran Vía. Escenas así dejan un sabor muy amargo y triste.
—Ha llegado el otoño y lo hemos estrenado con restricciones de movilidad, aforos y horarios en zonas confinadas. ¿Qué le parece haber llegado a este punto?
—Que se tomen medidas para evitar el contagio significa que alguien se está preocupando de que la situación no vaya a más. A los negocios localizados en las zonas confinadas les parte por la mitad, pero no hay otra. Porque no podemos siquiera acercarnos a la posibilidad de un confinamiento como el que hubo. Económicamente no se sostiene. Seguramente se va a quedar gente por el camino, pero el virus no respeta a nadie y hay que hacer algo. Aunque sea lesivo. La hostelería es una de actividades más perjudicadas por la pandemia, la segunda por detrás de la hotelería, pero no tenemos más remedio que hacer lo posible para evitar que vaya a peor. Estamos pidiendo cierres a la una dejando de admitir clientes a partir de las doce de la noche, pero parece que se está interpretando que de doce a una no se puede llevar comida a domicilio. Esas cosas sí se pueden discutir; si en esa hora de diferencia se facturan 200 euros más, bienvenidos sean. Hay que facturar como se pueda.
“Las empresas con empleados en un ERTE están pagando seguros sociales por ellos. Vamos a ver, con las nuevas negociaciones, en qué queda esto”
—¿Qué contactos están manteniendo con las Administraciones central, autonómica y local para tratar de encontrar soluciones viables en las actuales circunstancias o para reclamar ayudas al sector?
—Nosotros, como asociación provincial que abarca la Comunidad de Madrid, tenemos como principales interlocutores el Ayuntamiento y el Gobierno regional. Con ambas Administraciones las relaciones son muy buenas, creemos que están haciendo las cosas en la medida de sus posibilidades. Esto muchas veces no llega a la opinión pública e incluso a empresarios de la hostelería porque somos un sector muy diseminado. Pero no se van a pagar las licencias de terraza este año; a través de Avalmadrid, entidad de garantía recíproca tutelada por la Comunidad de Madrid, se ha puesto a disposición de las empresas créditos a interés cero con un año de carencia; con determinadas condiciones no muy complicadas se están dando 3.000 euros a fondo perdido por cada persona que se haya rescatado del ERTE… Se están adoptando soluciones muy favorables. El Ayuntamiento de Madrid rebajó el IBI a los empresarios dueños de su propio local y a los arrendadores siempre que se lo repercutiera al inquilino hostelero; la Consejería de Turismo está adoptando medidas de apoyo y promoción… Pero ahora mismo todo es poco. Aunque lo están haciendo manifiestamente bien, dada la situación tenemos que seguir pidiendo más. En cuanto al Gobierno central, quien nos representa es Hostelería de España, que hace lo que puede porque ya estamos hablando de otras condiciones. No parece que las ayudas sean fáciles de obtener y, de los fondos que vengan de Europa, vamos a ver cuándo vienen, en qué condiciones y qué hacen con ellos. Tengo poca fe porque además van a tardar en llegar.
“El Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid lo están haciendo manifiestamente bien, pero dada la situación tenemos que seguir pidiendo más”
—¿Por qué desconfía?
—Desconfío de una justa distribución. Por otro lado, es comprensible. Tienen muchos frentes abiertos y, ni con esos fondos, se arreglaría la situación. Estamos hablando de los Presupuestos Generales del Estado. Que no se sabe cuáles van a ser pero que van a tener un déficit impresionante. No confío en que esos fondos lleguen de una manera eficaz ni que lleguen a tiempo. Estamos hablando de una emergencia, de empresas que en dos meses a lo mejor no pueden pagar y desaparecen. Y si desaparecen en dos meses, en seis meses ya son un cadáver.
—¿Cree que desconfinó Madrid antes de tiempo? Es una conclusión que se está barajando ahora.
—No soy técnico, pero no creo que se desconfinara demasiado pronto. Esto nos ha pillado a todos no con el paso cambiado, sino con los pies en el aire. Nadie sabía nada entonces, parece que ahora sabemos algo más que en el mes de marzo. Por otro lado, el estado de alarma no se podía mantener por más tiempo, la presión social era importante. Se decía que con el verano el virus era menos activo y se demostró que no. Se decía que el rebrote podía venir en otoño, acaba de empezar el otoño y ya hay que actuar de manera urgente. También es verdad que, en estos meses, no se ha legislado para prever posibles soluciones a los problemas que surgieran en estas fechas para responder de forma más ágil y efectiva.
“No confío en que los fondos europeos lleguen a tiempo. Estamos hablando de empresas que, si desaparecen en dos meses, en seis ya son un cadáver”
—¿Qué planes tienen a corto plazo para hacer frente a la incertidumbre y los pronósticos poco alentadores de la evolución de la pandemia para el sector de la restauración?
—A través de nuestra cúpula, Hostelería de España, solicitamos la prórroga de los ERTEs. Ya no pienso en diciembre, vamos a pensar en Semana Santa y vamos a ver si de aquí a entonces podemos cambiar el rumbo del sector. A nivel provincial estamos solicitando a las Administraciones ayuda de tipo económico, que la vamos consiguiendo, y ayuda de tipo de legislativo para que la gente se pueda defender ejerciendo su actividad porque, si nos cierran, estamos muertos. Por ejemplo, las coctelerías no pueden servir a domicilio porque lo prohíbe una ley pensada en el botellón y vamos a pedir una excepcionalidad para dar respuesta a aquellas personas que no quieren cenar fuera por temor pero sí quieren que les lleven los cócteles a casa. Acciones que, siendo pequeñas, pueden ser la diferencia entre cerrar y poder permanecer abiertos esperando que vengan tiempos mejores. No podemos hacer mucho más porque los clientes cada día tienen más miedo a salir. Y eso es malo.
“No se ha legislado para prever posibles soluciones a los problemas que surgieran en otoño y responder de forma más ágil y efectiva”
—¿Cree que no se recuperará la confianza de los consumidores hasta que no haya una vacuna?
—Una vacuna o un medicamento efectivo. Por otro lado, los españoles tenemos facilidad para olvidar. Recuerdo las vacas locas; cuando se dejó de hablar de ello, a los quince días estaba todo el mundo comiendo chuletón. Pero esto, desgraciadamente, va a ser largo y vamos a ver cómo acabamos. Posiblemente, si la curva empieza a descender, hay menos contagios y menos fallecimientos, en poco tiempo volveremos a salir con cierta alegría.
—Juntos con la Hostelería acaba de presentar ante el Ministerio de Industria un Plan Estratégico para la Gastronomía de España en torno a pilares como la sostenibilidad, la digitalización, la educación o la salud y calidad de vida. A medio plazo y una vez superada la pandemia, ¿qué resultados esperan lograr de estos avances?
“La hostelería es una de las actividades más perjudicadas por la pandemia, la segunda por detrás de la hotelería”
—Esto no se puede poner en marcha estando en la situación en la que estamos y, como desgraciadamente va a durar algún tiempo, ya veremos cuándo arranca. Se trata de un plan ambicioso que, desde varios puntos de vista, enofoca los problemas del sector y cómo se puede poner en valor la restauración. Los países europeos, y España es uno de ellos con gran relevancia gastronómica, le damos mucha importancia a la hostelería. Por otro lado y enlazando con el tema principal del Covid, si empiezan a regresar los turistas, esos 80 millones que venían antes de la pandemia, estamos hablamos de 80 millones de menús al año y eso se nota. Ha de volver ese turismo y, los españoles, recuperar la alegría. Que cualquier cosa la celebramos en un restaurante o en un bar.
La emergencia, en cifras
El sector de la hostelería estima un descenso de 65.000 establecimientos hosteleros en 2020. En el escenario actual, 40.000 negocios ya han echado el cierre y se prevé que 65.000 habrán desaparecido a final de año. En caso de que empeorara la crisis sanitaria, podría verse afectada la supervivencia de hasta 85.000 establecimientos.
Estos son algunos de los datos sobre el impacto que está suponiendo la evolución del Covid-19 en el sector que acaban de presentar los representantes de la plataforma Juntos con la Hostelería, formada por Hostelería de España -de la que forma parte Amer-, FIAB (Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas) y AECOC (Asociación de Fabricantes y Distribuidores).
Según la encuesta del Indicador de confianza con datos correspondientes al segundo trimestre del año, el 97,7% de los empresarios califican de peores las ventas de este periodo en comparación con las del mismo trimestre de 2019. Además, el 89% las sitúa también por debajo de las del trimestre anterior. Respecto a las perspectivas, más del 60% de los hosteleros encuestados piensa que las ventas del tercer trimestre van a ser peores que las del segundo.
Otro dato significativo es que el 19,6% de los negocios hosteleros no ha abierto sus puertas desde que terminara el estado de alarma el pasado 21 de junio. De ellos, un 45,9% considera que no hay demanda suficiente todavía para abrir, un 27,3% abrió y tuvo que volver a cerrar y un 26,8% ha decidido abrir a partir de septiembre. Por otro lado, entre los que han abierto, un 43,6% mantiene a parte de la plantilla en ERTE, y un 7,5% ha decidido despedir a parte de la plantilla.
En cuanto a afluencia, el 35,1% sitúa el descenso entre un 50 y 75%; el 33,1% lo sitúa entre un 25 y 50%; el 16,1% afirma que la afluencia a su establecimiento ha descendido más de un 75%, y un 10,7% asegura que ha descendido hasta un 25% menos.
Según apunta el Indicador de confianza, la mayoría de los empresarios (casi el 46%) sitúa la recuperación de las cifras anteriores a la crisis en 2022 y cerca de un 40% piensa que habrá que esperar más: un 19,6% la sitúa en 2023 y un 18,9% incluso más adelante. Tan solo un 15,7% se muestra más optimista y considera que en 2021 las cifras se habrán recuperado.
En cuanto al empleo y según los datos de la Seguridad Social, en junio de 2020 el número de trabajadores en el sector ha descendido un 17,4%, con algo más de 300.000 empleados menos, siendo ahora menos de 1,5 millones de empleados dados de alta en hostelería, frente a los casi 1,8 millones que había en junio de 2019. Además, del total de afiliados, en junio de este año, 557.254 estaban afectados por un ERTE por fuerza mayor, de los que 362.248 correspondían a las actividades de restauración.
La facturación es otro aspecto en el que las cifras muestran el fuerte impacto económico de la crisis en el sector. La caída de la facturación anual del sector hostelero español se situará por encima del 50% en el conjunto de 2020, lo que supone una pérdida de hasta 67.000 millones de euros.