La crisis del coronavirus / Virginia Miranda ■
Tras dos años de restricciones, Veranos de la Villa vuelve a recuperar el pulso de una ciudad como Madrid. Nombrado director artístico del festival del Ayuntamiento de la capital un mes antes del estallido de la pandemia, Ángel Murcia es optimista con la edición de este año, que arranca el 5 de julio y que, durante cerca de dos meses, ofrecerá una programación transversal “para que llegue al mayor número posible de ciudadanos y de visitantes” y, confía, alcance una ocupación del 80%. Con la mitad de los espectáculos gratuitos, algunos de ellos en lugares tan singulares como la Plaza de España o el estanque del Retiro, y con artistas internacionales como Jane Birkin o John Malkovich en un cartel pensado “para que todo el mundo encuentre un mínimo de tres o cuatro espectáculos que quiera ver”, el certamen “no es sólo una actividad cultural. Es un evento pensado para disfrutar de la noche madrileña”, asegura. Preguntado por el sector del que forma parte, considera que “para volver a tener una época de mayor bonanza lo importante es abordar la legislación”, confiando en que el desarrollo del Estatuto del Artista proteja a los creadores, y advierte de que las ayudas europeas han de replantearse para no dejarse en el camino a las artes escénicas.
Usted fue nombrado director artístico de los Veranos de la Villa en febrero de 2020, así que ha atravesado todas las etapas posibles de la pandemia. ¿Cómo fue enfrentarse a esa primera edición
Me enfrenté con un equipo recién constituido y con el miedo que teníamos todos. Nos encerramos cada uno en nuestras casas y empezamos a diseñar diferentes modalidades para Veranos de la Villa. Con opción de público sentado, público de pie, público en espacios abiertos, público en espacios cerrados, online, presencial, formación, espectáculos… Hasta que llegó un momento en que la situación era muy complicada. Entonces decidimos parar. Pero llegó la primavera con un panorama un poco mejor y desde Alcaldía nos preguntaron si podíamos hacer el festival porque consideraban que iba a ser revitalizante para la ciudad. Estábamos ya en mayo, nos pusimos a funcionar recuperando todo aquello en lo que habíamos trabajado durante los meses anteriores y diseñamos un festival desde el 28 de julio hasta el 28 de agosto cumpliendo la normativa sanitaria. A nivel profesional fue un reto. A nivel personal, un trauma, como para el resto de los ciudadanos.
“Vamos a empezar con entradas de público sentado para el espectáculo Querencia de Antonio Najarro, luego viene Jane Birkin… espero tener una ocupación del 80%”
No había confinamiento estricto, pero seguían las restricciones. ¿Cómo fue el impacto? En el empleo, en el público, en cifras.
Fuimos la primera actividad del Ayuntamiento de Madrid que se hizo al aire libre. Con distancia entre butacas, sin poder superar un determinado número de espectadores… Estuvimos trabajando más de 350 personas y el público reaccionó muy bien, llenando todos los días el aforo de 650 butacas, cuando ahora vamos a tener 1.050 en el mismo espacio. Al margen de los números, hubo algo emocional en empezar a funcionar y pensar que estábamos otra vez todos juntos. Porque un espectáculo es casi un acto litúrgico, donde un colectivo se reúne para vivir una actividad en la que es tan importante el público como los creadores. Una actividad donde hubo mucha gente que no trabajó nada en todo aquel tiempo.
¿Qué cambios se notaron en la edición de 2021?
La primera edición sólo se celebró en el patio central del Conde Duque. Nos pareció que era el espacio mejor adaptado a las medidas sanitarias que había que tomar todos los días con los trabajadores y el público. En 2021 nos pareció que ya podíamos dar el siguiente paso. Podían participar más espectadores y se permitía más movilidad, se podía habilitar un bar. Este año es todo muchísimo más relajado. De hecho, va a haber espectáculos, espacios sin acotar.
¿Cuáles son las previsiones para este 2022?
Van a ser dos meses de festival, desde el 5 de julio al 28 de agosto, trabajando en muchísimos espacios de la ciudad. Algunos de ellos son abiertos, como la Plaza de España, el estanque del Retiro, una plaza de El Pozo del Tío Raimundo… En algunos de ellos, el público simplemente se acercará y disfrutará de la actividad. En el Conde Duque hay un escenario donde hay que hacer descarga de entrada por control de aforo. Vamos a empezar con entradas de público sentado para el espectáculo Querencia de Antonio Najarro, luego viene Jane Birkin… Yo espero tener una ocupación del 80%.
En el diseño de la programación para este año, ¿ha tenido en cuenta el cambio de ciclo, el estado de ánimo del público potencial?
Sí que lo tengo mucho en cuenta. Pero no sólo por lo que fue la pandemia o cómo nos encontramos ahora. De hecho, los teatros en Madrid durante el invierno han tenido una programación excelente y el público ha asistido a las salas de manera natural. En comparación con otras ciudades alrededor del mundo, me siento muy seguro con la respuesta del público. Pero, como digo, no es por la pandemia. Veranos de la Villa está pensado para el ciudadano que no se puede ir de vacaciones, para el que se coge unas semanas libres y el resto del verano está en Madrid y para los visitantes de la ciudad. Por tanto, son espectáculos de todo tipo de género. Infantil, danza, música, magia, circo… pero sí están pensados de manera trasversal para todo el mundo. Veranos de la Villa no es sólo una actividad cultural. Es un evento al que te acercas con un grupo de gente para ver un espectáculo al aire libre que ha de terminar pensando, ‘pero qué buena noche he pasado’. La programación está ideada para disfrutar de la noche madrileña.
“En comparación con otras ciudades alrededor del mundo, me siento muy seguro con la respuesta del público”
Las experiencias al aire libre tienen gran protagonismo desde el primer espectáculo de títeres en la Plaza de España. ¿Tiene intención de mantener este formato callejero?
Sí, me gustaría muchísimo mantenerlo. Porque son liturgias muy diferentes. En la inauguración vamos a tener unos títeres de cinco metros de altura con luz y música, una actividad con proyecciones que el público va a compartir con otros 10.000 espectadores, mientras que en un espectáculo donde piensas con anterioridad la acción de obtener una entrada a través de la compra o la descarga gratuita, la predisposición es totalmente diferente. Creo que es muy importante para Veranos de la Villa la actividad en la calle porque es muy bonito ver a esas 10.000 personas juntas.
El sector cultural se ha visto golpeado por la crisis. ¿Qué cree que hace falta para reflotarlo?
Se dice que el sector de la cultura siempre ha estado en crisis y yo no lo creo. En la de 2008 se cerraron muchos teatros, pero aquello afectó a todo el mundo, no sólo a la cultura. Pienso que para volver a tener una época de mayor bonanza lo importante es abordar la legislación. La cultura es artesanal, la gente la hace con sus manos, con su tiempo, muchas veces es efímera. En cambio, la regulación es de industrias culturales. Nos hacen cumplirla como si trabajáramos con maquinaria, pero el sector artesanal no puede responder de esa forma porque los procesos son muy diferentes. Los tiempos administrativos se tienen que adaptar a los procesos creativos. Hay que entender el sector, hay que proteger al creador. Por eso se está trabajando en el Estatuto del artista.
“Es muy importante para Veranos de la Villa la actividad en la calle porque es muy bonito ver a 10.000 personas juntas”
Se avanzó mucho antes del covid, con la pandemia quedó parado y parece que ahora se está avanzando en su desarrollo. Un Estatuto del artista para proteger a nuestros creadores que no están cotizando en todo momento. En el proceso creativo de una obra hay un periodo de pensar, otro de producción, otro de ejecución y luego se tiene que vender. Si solamente voy a cotizar cuando la he vendido, qué hacemos con los meses anteriores. En el primer año de la pandemia, hablando con colegas de otros países, recuerdo que me preguntaban cómo era posible que desde el verano hubiéramos abierto los teatros. Y yo les decía, ‘es que es necesario’. Nuestros creadores tienen que estar trabajando porque la estructura no está preparada para sostenerlos, mientras que en países como Francia están protegidos por el Estatuto del creador. Nosotros vamos en esa dirección, ojalá que vayamos en esa dirección.
El Festival de los Veranos de la Villa es competencia del Ayuntamiento de Madrid. ¿Qué papel cree que deben jugar las Administraciones públicas para el mantenimiento de la cultura, pero también para generar empleo y riqueza desde la cultura?
Me gusta trabajar con las instituciones y con las empresas privadas. De alguna manera, me gusta involucrar a toda la sociedad en el mantenimiento de la cultura. Porque la cultura es trasversal y toca a todos en todo momento. La cultura influye en el imaginario colectivo. Nacional e internacional. Los turistas que llegan a España viven una experiencia no sólo de sol y playa, viven también nuestra cultura. Por eso es una responsabilidad de las instituciones, de las empresas y de la ciudadanía sostenerla. Porque la cultura es lo que da la marca a un país. Casi diría que el reflejo de España es su cultura. Somos el tercer país del mundo con más Patrimonio de la Humanidad y las personas que nos visitan vive una experiencia que en ese momento las va a enriquecer, pero también quedará en su imaginario para el resto de su vida.
“Los tiempos administrativos se tienen que adaptar a los procesos creativos. Hay que entender el sector, hay que proteger al creador”
Nombrar primer embajador de Madrid a Tim Burton, un famoso director de cine estadounidense, ¿cree que ayudará a la promoción de la cultura española y de la ciudad?
Creo que por una parte es así. Pero, por otro lado, desde Veranos de la Villa lo repetimos constantemente; esta es una ciudad que acoge mucho más de lo que pensamos. Probablemente porque tenemos una medida de la ciudad muy amable, nos gusta quedar y de ahí acaban saliendo los proyectos. Este año, que tenemos a Jane Birkin o a John Malkovich, cuando preguntas a los creadores si es la primera vez que vienen a Madrid, te contestan ‘no, qué va, yo vengo muchísimo’. Algunos han estado meses, otros han estado años, otros han pasado días. Pero todo el mundo te dice conocer a tal compañía, a tal creador, ha hecho tal proyecto… porque Madrid, a nivel creativo, es muy potente.
Los proyectos culturales pueden optar a los fondos europeos de recuperación. Los ejes son la competitividad y cohesión del territorio, la digitalización y la sostenibilidad. ¿El sector trabaja ya bajo estas premisas?
Cohesión del territorio, sí. Al igual que el resto de sectores, estamos trabajando en sostenibilidad. Hay una parte que se puede adaptar de manera más o menos fácil a la digitalización, como es el audiovisual, el libro y demás. Pero para las artes vivas es más complicado. El arte vivo, si lo que pasamos a documental, ya no es arte vivo sino un documental. De modo que un concierto o un espectáculo de danza o teatro no entran dentro de ese requisito.
“Hay un periodo de pensar, otro de producción, otro de ejecución y luego se tiene que vender. Si sólo voy a cotizar cuando vendo una obra, qué hacemos con los meses anteriores”
Porque ponerle las mismas condiciones al sector de la cultura que al metalúrgico o farmacéutico, ¿es una ventaja o una rémora?
Para mí es un gran problema. Este es el gran problema. Los procesos de creación tienen unos tiempos y no podemos estar regulados igual que otro tipo de actividad. No puede ser. No es justo.
Los Veranos de la Villa están a punto de arrancar. Aconséjenos los espectáculos y actividades que madrileñas y madrileños no pueden perderse en esta edición.
Yo quiero a todos mis hijos por igual (risas). Lo importante es que cada uno sepamos qué nos gusta, porque la programación está pensada para que todo el mundo encuentre un mínimo de tres o cuatro espectáculos que quiera ver. Hay zarzuela, música clásica, rock, diversión como la Verbena Roller, espectáculos infantiles, otros más elaborados como el de Malkovich, circo… Todo está diseñado de manera transversal para que llegue al mayor número posible de ciudadanos y de visitantes.
“Es una responsabilidad de las instituciones, de las empresas y de la ciudadanía sostenerla. Porque la cultura es lo que da la marca a un país”
De un vistazo
Ángel Murcia nació en Santurtzi (Bizkaia) en 1967. Tiene formación en el Máster en Gestión Cultural (patrimonio, naturaleza, cultura y turismo) del Instituto Universitario Ortega y Gasset – Universidad Complutense de Madrid (1996-1997) y pertenece a la primera promoción en Gestión y Producción de Teatros Públicos por el Centro de Tecnología del Espectáculo del Ministerio de Cultura y Deporte (1988 – 1989).
“Tenemos una medida de la ciudad muy amable, nos gusta quedar y de ahí acaban saliendo los proyectos”
Productor ejecutivo y gestor de eventos culturales desde 1989 y socio fundador de su propia productora Imantes Producciones SL, ha trabajado para los ayuntamientos de Barcelona (Cuidad del Teatro – Teatre Lliure) y Valencia (festival de artes escénicas Valencia Escena Oberta), para el Teatro de la Abadía, para la Comunidad de Madrid (Fiestas 2 de Mayo, Madrid en Danza y Festival de Otoño) y para el Ministerio de Cultura y Deporte (Compañía Nacional de Danza y Centro Dramático Nacional). También ha trabajado en la realización de publicidad para la Agencia Victus Rorat y en la producción de televisión para CEM Blue Productions – New York.
Hasta el 31 de diciembre del 2019 fue director adjunto del Centro Dramático Nacional por nueve años, ocupando anteriormente el de director de producción a las órdenes de Gerardo Vera y Ernesto Caballero. Durante un total de quince años y con un presupuesto de 14.400.000 euros, estrenó más de 700 espectáculos por año en sus dos salas, con 280 trabajadores entre personal artístico y laboral y más de 600 estrenos nacionales e internacionales.
Desde 2020 es el director artístico del festival Veranos de la Villa, organizado por el Área de Gobierno de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid. Aquel año, el certamen fue la primera actividad del Consistorio durante la pandemia.
Siempre ha combinado su trabajo como productor y gestor cultural con la enseñanza de Producción y Gestión en Artes Escénicas centrado en el sector público, colaborando con el Master de La Fábrica, Factoría Cultural y el Centro Tecnológico del Espectáculo.
También ha impartido conferencias en España, Rusia, China y, para la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, en los centros culturales de España de El Salvador y República Dominicana.
“Hay una parte que se puede adaptar de manera más o menos fácil a la digitalización, como el audiovisual o el libro. Pero para las artes vivas es más complicado”