Ana Sánchez Arjona
La casualidad ha querido que Nadia Calviño estrenara su ascenso en el Gobierno el mismo día en que en la reunión de los ministros de finanzas europeos se aprobaba definitivamente al plan español recuperación y la primera inyección de dinero comunitario. Así que la principal preocupación de la exdirectora de Presupuestos de la UE es que los 19.000 millones que rieguen la economía española este año, y también los 51.000 en ayudas que irán liberándose cada semestre de 2022 a 2026, sirvan para afianzar el crecimiento del PIB. Calviño es consciente de que será en los próximos dos años donde se concentre el desafío de ejecutar y destinar el dinero europeo a los mejores proyectos.
La ministra de Asuntos Económicos, ascendida a vicepresidenta primera, se ha convertido en la mano derecha de Pedro Sánchez. Y lo es en la gestión de los 140.000 millones en ayudas y préstamos que llegarán de la UE y en la supervisión de las reformas necesarias del mercado de trabajo, de los sucesivos capítulos que le quedan al sistema de pensiones y de la fiscalidad
De momento, la exdirectora de Presupuestos de la UE tiene como principal preocupación que los 19.000 millones que rieguen la economía española este año gracias a Bruselas, y también los 51.000 en ayudas que irán liberándose cada semestre de 2022 a 2026, sirvan para afianzar el crecimiento del PIB.
Nadia Calviño acaba de hacer un llamamiento a las comunidades autónomas y a remarcar la importancia de la cohesión social y territorial en la gestión de los fondos europeos para advertir de que “no se trata de que cada comunidad vaya por su lado”
El Ejecutivo comunitario va a seguir muy de cerca la correcta implementación del plan de recuperación español, país que es, junto a Italia, el que más ayudas europeas va a recibir en los próximos años. En la Comisión saben que el fracaso en la ejecución del paquete de reformas e inversiones español sería también un pinchazo de la UE.
Calviño ha llevado las riendas de las negociaciones desde el primer minuto y sabe de la tutela de Bruselas en la elaboración del plan español, que ha recibido parabienes de las instituciones comunitarias desde que a primeros de año Calviño presentara el primer borrador a sus socios europeos, y hasta que la Comisión dio su respaldo al plan a mediados de junio.
La casualidad además ha querido que Nadia Calviño estrenara su ascenso en el Gobierno el mismo día en que se producía la reunión del Ecofin, que aprobaba definitivamente al plan español por parte de los 27 y la primera inyección de dinero comunitario.
Cumplir objetivos
Calviño es el enlace directo de Madrid con Bruselas, un vínculo que será aún más esencial cuando España tenga que empezar a cumplir los objetivos que aparecen en su ‘contrato’ con la Comisión para recibir los tramos de las ayudas del Fondo de Recuperación.
De momento, España espera el aterrizaje de los primeros 9.000 millones de euros a finales de este mes. Esta partida corresponde al 13% del mecanismo de pre-financiación, que no debe justificarse ni está sujeto al cumplimiento.
Será en el tramo de apenas dos años donde se concentra la oportunidad “del siglo” a la que hizo referencia Pedro Sánchez, y el desafío de ejecutar y destinar el dinero europeo a los mejores proyectos.
Y Nadia Calviño sabe que necesita el apoyo de las comunidades autónomas por eso acaba de hacer un llamamiento y a remarcar la importancia de la cohesión social y territorial en la gestión de los fondos europeos para advertir de que “no se trata de que cada comunidad autónoma vaya por su lado, sino de remar todos en la misma dirección”.
Por eso, argumenta, tras el visto bueno por parte de Ecofin del plan de recuperación español, “empezarán a partir de ahora a fluir las transferencias”.
Ha reconocido, además, que es un “reto enorme” gestionar un plan que incluye 70.000 millones de euros en tres años, fondos que “deben movilizar un volumen superior de inversión privada”.
El plan de reactivación es un “plan de país”, ha señalado Calviño, que ha insistido en que la cohesión territorial es “uno de los ejes” de la recuperación para asegurarse de que reduce la desigualdad y frena la despoblación.
“Para ser sostenible el crecimiento debe ser equilibrado entre las diferentes regiones”.
En este sentido, la vicepresidenta primera ha anunciado además que el Ejecutivo empezó la ejecución del Plan de Recuperación el pasado 1 de enero sin necesidad de esperar a que llegasen los recursos desde Bruselas gracias a que las inversiones y proyectos se incluyeron en los Presupuestos Generales del Estado.
Eso ha permitido que en los diferentes Consejos de Ministros se hayan aprobado ya la transferencia a las comunidades autónomas de “aproximadamente 7.000 millones de euros” para desplegar programas tan diversos como las subvenciones al Moves para la compra de los vehículos eléctricos, otros de apoyo para las industrias culturales, incluyendo el sector audiovisual, para la modernización y digitalización de la educación o para la rehabilitación de viviendas.
Una de las peculiaridades de la estrategia española, es aparcar de momento, los 70.000 millones en forma de transferencia y apostar por el macro desembolso en el corto plazo a dos años vista para apuntalar la recuperación económica en los próximos 24 meses. “La recuperación ha comenzado. La economía española será una de las más rápidas en recuperarse en Europa y en el mundo. Queremos que España sea uno de los motores de crecimiento y recuperación europeos”, aseguraba Nadia Calviño en una intervención ante la comisión de Asuntos Económicos del Parlamento Europeo.
La vicepresidenta primera avisa: “Regular el precio del alquiler no es la solución”
Es una de las batallas que tiene pendiente: cerrar la ley de vivienda. Si antes quién peleaba por defender los postulados de la parte del Gobierno bajo las siglas del PSOE era José Luis Ábalos, ahora le toca a la vicepresidenta primera entrar en combate directo.
Nadia Calviño quiere marcar la pauta en este sentido a la nueva ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez.
La importancia de lo que diga Calviño cobra mayor trascendencia si tenemos en cuenta que Raquel Sánchez declaró como alcaldesa del municipio de Gavà (Barcelona) como área tensionada y reguló el precio de los alquileres, en sintonía con los postulados que defiende Unidas Podemos
“No hay derechos y no hay dignidad sin vivienda. Hablar de inclusión es hablar de vivienda y del derecho a disponer de ella a precios asequibles. Ese es el instrumento más poderoso del Estado del Bienestar y la fuente de la que emanan los derechos fundamentales”, aseguraba el lunes en el acto de toma de posesión de su departamento.
Y Calviño respondía, durante una entrevista en la Cadena Ser, que ante “temas complejos” como el de la vivienda es arriesgado simplificar, ya que “no hay un varita mágica o una medida o un cambio en el texto legislativo que lo resuelva”.
A su juicio, en el ámbito de la vivienda hay “muchos palos que tocar” que se van a impulsar gracias al Plan de Recuperación, si bien considera que la medida de limitar el precio de los alquileres puede resultar “oportuna o adecuada en determinadas circunstancias” pero “no es la solución al problema de la vivienda que presenta España desde hace décadas”.
Sobre otros de los asuntos más polémicos que se negocia dentro del Gobierno con los sindicatos y patronal es la subida del Salario Mínimo Interprofesional y la reforma laboral, Calviño se mantiene respecto a las posturas defendidas por la nueva vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.
La de Díaz es una postura que defienden los sindicatos que se movilizaban esta misma semana para exigir el alza del SMI y la derogación de la reforma laboral. Calviño ha insistido, de nuevo, en la necesidad de centrarse en la incorporación de trabajadores en expedientes de regulación temporal de empleo y en la creación de empleo
“El Gobierno está absolutamente comprometido y quiere elevarlo hasta el 60% del salario medio en la legislatura, tras haberlo incrementado los tres años anteriores en un 30%”.
“Espero que cuanto antes la situación del mercado laboral nos permita retomar esta senda con la confianza de que no tendrá impacto en el mercado