Ana Sánchez Arjona
Hace ahora un año. A dos meses de que se formara del Ejecutivo bicolor, tras una trabajosa negociación de investidura con ERC, y sin apenas percatarse de que había que empezar a gobernar, sobrevino la crisis del Covid que ha marcado estos primeros diez meses de vida de un Gabinete con “buena salud de hierro”, califican por ambas partes. Sin embargo, no todo ha sido fácil en un Gobierno de coalición que tiene la oportunidad de agotar la legislatura con el apoyo de aquellos partidos que llevaron al poder a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, a los que podría sumarse la formación naranja de Inés Arrimadas y la disposición de EH Bildu de favorecer el proyecto “si nada se tuerce”.
El proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2021, presentado conjuntamente por el presidente Pedro Sánchez y el vicepresidente Pablo Iglesias, buscaba mostrar la solidez de la coalición en el Gobierno en un clima político caracterizado por el conflicto y la polarización. Un clima que impidió aprobar las cuentas el año pasado, por lo que, a día de hoy, se mantienen las diseñadas por el ministro Cristóbal Montoro, aprobados en 2018, bajo el gobierno de Mariano Rajoy.
Pero en estos doce meses que han pasado desde las elecciones de noviembre de 2019, muchas cosas han cambiado. En medio de la crisis más profunda que ha sufrido el país durante la democracia por la pandemia, y con la tarea de administrar los fondos europeos, los presupuestos del Gobierno del PP no sirven.
La relación del Ejecutivo de coalición ha ido pasando por distintas etapas. Buen entendimiento en las primeras semanas con algún tira y afloja
Así que, para Pedro Sánchez es imprescindible que se apruebe su proyecto, no solo porque lo exigen las circunstancias, sino porque la idea de un Ejecutivo progresista que funciona, es fundamental para alargar la legislatura hasta 2023.
Hace ahora justo un año. A dos meses de que se formara del Ejecutivo bicolor, tras una trabajosa negociación de investidura con ERC, y sin apenas percatarse de que había que empezar a gobernar, sobrevino la crisis del covid que ha marcado estos primeros 10 meses de vida de un Gabinete con «buena salud de hierro», tal como valoran el PSOE y Unidas-Podemos, un año después de aquel abrazo, que va a superar el examen parlamentario que le brindará bastante estabilidad: el debate de las enmiendas de totalidad a los Presupuestos de 2021, que no han prosperado, con un margen mucho más amplio que el que hizo presidente a Pedro Sánchez.
Diferentes etapas
La relación del Ejecutivo de coalición ha ido pasando por distintas etapas. Buen entendimiento en las primeras semanas con algún tira y afloja por algún tema en concreto, y después, el Gobierno se vio sorprendido por la pandemia sanitaria y abocado a decretar un estado de alarma con confinamiento general que derivó en una economía gripada.
Tuvo que tomar decisiones durísimas, desconocidas, que hicieron mella en el Gabinete sobre todo por el hasta dónde debía extenderse el escudo social, que enfrentó a Pablo Iglesias con Nadia Calviño. Nada que no se pudiera resolver casi siempre a favor de la vicepresidenta económica.
Mientras Unidas-Podemos veía como la propia formación y sus confluencias sufrían el castigo de las urnas en las elecciones gallegas y vascas del 12 de julio.
Las fricciones serias llegaron después de un verano complicadísimo, sanitaria y económicamente hablando
Las noticias sobre rey emérito se tradujeron en un choque el abierto del líder de Podemos con la institución que Pedro Sánchez y el PSOE intentaron mantener al margen sin conseguirlo.
Sin embargo, el choque más profundo y que ha podido poner en peligro a la coalición, se produjo a raíz de la negociación de unos Presupuestos de 2021, que deben gestionar la importante partida que suponen los fondos europeos. Los socialistas, pendientes de ERC que no movía ficha, querían aprovechar el más o menos buen entendimiento con Cs, que empezó a mostrarse durante la última fase del confinamiento, para seguir tendiendo puentes con la formación naranja.
El Gobierno se vio sorprendido por la pandemia sanitaria y abocado a decretar un confinamiento general que derivó en una economía gripada
Pero la prioridad de Pablo Iglesias era contar con la mayoría que propició la investidura y sacar de las negociaciones a Inés Arrimadas. ERC y Cs, han rechazado las enmiendas de totalidad, y la sorpresa ha venido por parte de Bildu, que no solo ha dicho no a las enmiendas, sino que ha asegurado su apoyo a las cuentas públicas.
Positiva para ambos
El resumen de estos 12 meses desde que se produjera el pacto del abrazo es positivo para los dos socios. No se deja entrever la posibilidad de ruptura, a día de hoy, por ninguna parte, Iglesias y Sanchez coinciden en que la alianza se ha cohesionado, debido, sobre todo, a la crisis sanitaria que les ha obligado a coger el toro por los cuernos, a decidir con celeridad, y a cometer errores.
Una circunstancia que no ha dejado escapar viva la oposición, la de PP y Vox, que no da tregua, a pesar del desplante de Pablo Casado a Santiago Abascal con su “no” argumentado, y bien argumentado, a la moción de censura presentada por el partido de Santiago Abascal que, dicen, solo sirvió para fortalecer la coalición.
Nadie duda que hay dos sensibilidades, radicalmente opuestas en muchos momentos, dentro del Ejecutivo. Pero Pedro Sánchez parece haber convertido en natural la circunstancia de convivir con aquel que, en su momento, le hubiera quitado el sueño.
Pero ese era, básicamente, su argumento para rechazar la coalición antes de las elecciones del 10N.
Las cuentas públicas ‘de país’ pasan con holgura su primer examen
El proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2021, las primeras cuentas presentadas por el Gobierno de coalición, ha superado con margen en el Congreso el examen de las enmiendas a la totalidad presentadas por la oposición. El rechazo a la propuesta de devolución del proyecto, ha sido más que un trámite parlamentario porque augura buenas perspectivas para la aprobación final de un Presupuesto “social y progresista, como lo definió María Jesús Montero. La ministra de Hacienda hablaba de la necesidad de contar con unas cuentas públicas “de país” ante la situación sanitaria, económica y social creada por la pandemia de covid-19, que equiparó con catástrofes como un gran terremoto.
La votación sobre las enmiendas a la totalidad presentadas por el Partido Popular, Vox, Junts, BNG, CUP, Coalición Canaria y Foro Asturias se ha realizado de forma conjunta tras la segunda jornada de debate que ha servido para mostrar los apoyos con los que va a contar el Ejecutivo, en los que está trabajando y los que parecen ser imposibles. La disposición de EH Bildu de favorecer ese proyecto “si nada se tuerce” ha provocado una batería de reacciones del centro-derecha, pero ha dejado clara la estrategia de Podemos de buscar pactos en la izquierda y apuntalar la mayoría de la investidura, dejando de lado a Ciudadanos que, no obstante, se ha mostrado dispuesto a seguir negociando con el Gobierno.
La votación de las enmiendas a la totalidad se ha saldado, como era previsible, con 198 votos en contra de tumbar las cuentas (de los 199 estimados) y 150 a favor de hacerlo (de los 151 del bloque), los correspondientes a PP, Vox, Junts, Foro Asturias, la CUP, Coalición Canaria y el BNG, que habían presentado enmiendas a la totalidad, y a UPN, que les respaldó.
El Ejecutivo tendrá que hacer, sin embargo, un delicado equilibrio en la aritmética parlamentaria para terminar de aprobar las cuentas, que aspira a tener definitivamente en vigor en enero, buscando el mayor consenso posible para liderar el plan de recuperación del país para lo que son prioritarios los 72.000 millones en subvenciones comunitarias que se recibirán en los próximos tres años
De momento, dos respaldos han sido clave para facilitar la tramitación del proyecto, los de ERC y Ciudadanos, que se han mostrado dispuestos a negociar la letra pequeña de las cuentas en la segunda fase de la tramitación, a pesar de que ambos se consideran incompatibles como socios para facilitar su aprobación.