Ana Sánchez Arjona
Junto al nuevo canciller, Olaf Scholz, estarán dos nombres a los que habrá que prestar especial atención: el verde Robert Habeck, ministro de Economía, y el liberal Christian Lindner, ministro de Finanzas.
El primero tiene como uno de sus principales cometidos el de mantener la competitividad de la poderosa industria alemana al mismo tiempo que Habeck y su equipo tendrán que darle un tinte ‘ecologista’ al ministerio que será también de Protección del Clima. El segundo, Christian Lindner,será el que maneje grifo del dinero y el que, junto a Christine Lagarde, presidenta del BCE, con la que previsiblemente tendrá sus más y sus menos, va a decidir el camino de la Eurozona en los próximos años, decisivos para la recuperación. Y será la vuelta a la regla del gasto la que marcará el paso.
Olaf Scholz prometía un “nuevo comienzo” tras jurar el cargo como noveno canciller federal de la Alemania moderna. Fue elegido por 395 votos a favor de los 736 diputados del Bundestag: los votos de su partido, el socialdemócrata SPD, más los de Los Verdes y los liberales del FDP. Alemania estrena no solo canciller, sino también una coalición de Gobierno diversa e inédita, federalmente hablando, que cierra los tres lustros más un año en el poder de Angela Merkel.
Y, junto al del nuevo canciller, estarán dos nombres a los que habrá que prestar especial atención: el verde Robert Habeck, que será ministro de Economía, y el liberal Christian Lindner, que será ministro de Finanzas.
La agenda en política de Christian Lindner es decir, rechazo al alza de impuestos, reclamo de rebajas fiscales, disciplina presupuestaria y reducción de la deuda, coincide con la más pura ortodoxia económica
El primero tiene como uno de sus principales cometidos el de mantener la competitividad de la poderosa industria alemana al mismo tiempo que Habeck y su equipo tendrán que darle un tinte ‘verde’ al ministerio, ahora de Economía y Protección del Clima. El objetivo de los Verdes es obtener el 80% de su energía de fuentes renovables para 2030 y para esta fecha también eliminar por completo la energía del carbón. Para lograrlo, está prevista una ley de protección climática de gran alcance, para la que Habeck necesitará una buena conexión con el Ministerio de Transportes que está liderado por los liberales y el Ministerio de Construcción, socialdemócrata.
La política ha sido para Habeck, que nació en Lübeck en 1969, su segunda carrera. Primero, tras estudiar filología germánica y filosofía en Hamburgo, fue traductor y escritor. En 2009 entró al parlamento regional de Schleswig-Holstein y ya en 2004 se había convertido en líder regional del partido.
En 2012, tras formar coalición con el SPD, se convirtió en viceprimer ministro y ministro regional de Energía, Agricultura y Medioambiente. En 2017, cuando se formó el tripartido con la CDU y el FPD, su ministerio se volvió también responsable de la digitalización. Ahora, desde su nuevo superministerio, se enfrenta al reto de impulsar la transformación ecológica de un país industrializado del peso de Alemania que tiene que reducir de verdad y masivamente sus gases de efecto invernadero.
Explican los expertos que la política que desarrolle Habeck, forma parte del guión que, en materia medioambiental, ha de seguir la Unión Europea en su reforma, de gran envergadura, para este siglo y que está en marcha. “La evidencia de que habrá un cambio hacia el europeísmo está clara porque en Alemania ya hay un Gobierno con una agenda proeuropea”, declaraba el día de la elección del nuevo Ejecutivo el eurodiputado liberal alemán Gay Vehofstazde. Un Ejecutivo que puede ser decisivo para la salida de una crisis sanitaria y económica provocada por la pandemia y “que supondrá un punto de inflexión en la UE”.
Punto de inflexión que puede suponer también la llegada al ministerio de Finanzas, Christian Lindnerque manejará el grifo del dinero.
Entre el alemán Lindner y la francesa Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, van a decidir muchas de las cosas que veremos en la Eurozona en los próximos años.
Agenda económica
La vuelta a la regla de gasto en la Eurozona en el entorno de 2023 marcará el paso. El nuevo ministro de Finanzas, Christian Lindner, ha sido visto durante mucho tiempo como un halcón de la política económica.
Nacido en 1979 en el oeste de Alemania, llegó a la jefatura del partido en 2013, cuando la agrupación se había quedado fuera del Bundestag, con lo que uno de sus principales retos era darle visibilidad al FDP.
Su agenda en política económica, es decir, rechazo al alza de impuestos, reclamo de rebajas fiscales, disciplina presupuestaria y reducción de la deuda, coincide con la ortodoxia económica en un momento en el que se reclaman inversiones y acciones del estado, genera inquietud en países denominados periféricos como España y no pocas resistencias.
Hay que recordar las últimas declaraciones, en la pasada reunión del G-20. Christian Lindner se mostró a favor de que el Banco Central Europeo empezara a combatir, cuanto antes, la inflación en vez de seguir malcriando a los países del Sur de la UE. “Si el BCE se ve atrapado en la política fiscal de los países fuertemente endeudados, malcriándolos, tendría pocos medios para luchar contra la inflación”.
Ni que decir tiene que se opone frontalmente a la propuesta de Mario Draghi que a modo de portavoz de la periferia que plantea un préstamo conjunto permanente, por ejemplo, en forma de eurobonos, una posibilidad que no ve con malos ojos Christine Lagarde
Francia e Italia sostienen que es hora de cambiar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que establece límites estrictos al endeudamiento de los gobiernos. Estas normas fiscales, que fijan que los déficits presupuestarios no deben superar el 3% del PIB, fueron suspendidas al comienzo de la pandemia hasta finales de 2022.
Ante estas pretensiones, y tal y como recoge la prensa alemana, Lindner se convierte en el ‘perro guardián’ que quiere impedir que se pongan en marcha estas medidas y, en el político liberal que tiene “a media Europa temblando”.
Más europeísmo y menos complacencia con Putin y Xi Jinping
Y las primeras declaraciones de la nueva ministra de Relaciones Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, para advertir a Rusia sobre las consecuencias de una escalada en su conflicto político con Ucrania.
“Rusia pagaría un alto precio político y, sobre todo, económico por una nueva violación de la condición de Estado de Ucrania”, decía Baerbock en una conferencia de prensa conjunta con su homólogo francés, Jean-Yves Le Drian, en París.
“La integridad territorial y la soberanía de Ucrania no son negociables para nosotros”.
El presidente ruso, Vladimir Putin, felicitó a Scholz después de hacerse público su nombramiento como nuevo canciller, y manifestó su esperanza en “que haya una continuidad”
El presidente ruso, Vladimir Putin, felicitó a Scholz después de hacerse público su nombramiento como nuevo canciller, y manifestó su esperanza de “que haya una continuidad” en palabras de su portavoz, Dmitri Peskov, que espera “relaciones constructivas entre el presidente y el nuevo canciller alemán”. También el presidente de China, Xi Jinping, felicitó a Scholz y aseguró que quiere profundizar la confianza bilateral.
Sin embargo, la recién llegada al ministerio de Exteriores ha estado dando varias entrevistas en las que afirmaba que quería poner en marcha una línea dura en relación a estos dos países que son, por cierto, importantes socios económicos de las empresas alemanas.
Es más, la relación con Rusia es para Alemania más importante que para el resto de la UE, en especial por el proyecto de gasoducto Nord Stream. Baerbock se ha mostrado en contra de desarrollar la segunda fase de dicho gasoducto que ya está en funcionamiento y de paralizar las obras. Algo en lo que no están de acuerdo ninguno de sus dos socios de coalición.