Ana Sánchez Arjona ■
Contra todo pronóstico, pese al persistente impacto de la guerra de Ucrania, el ‘shock’ energético que amenazaba con provocar una gravísima crisis en el invierno europeo, y la inagotable presión de los precios que se sitúan en máximos, la Eurozona se aleja de la recesión en el primer trimestre del año. Se acaban de publicar los datos de la zona y, en concreto, las cifras de las principales economías han sido mejores de lo esperado: España, Italia y Francia crecen en enero, febrero y marzo. Un 0,5% en el caso italiano y español, y un 0,2% en el de los franceses. Alemania, el país más afectado y uno de los que peor se ha comportado por su dependencia del gas ruso, es la única de las grandes que se estanca en este primer trimestre. En el caso español, los expertos destacan el buen tono del sector exterior porque han sido las exportaciones las que han impulsado el crecimiento mientras el consumo daba signos de agotamiento.
Prácticamente todas las instituciones y organismos oficiales, internos y externos, daban por descontado, hace meses que Europa no podría esquivar la recesión. No una recesión profunda pero sí un parón significativo en el crecimiento de la zona. Sin embargo, a pesar del persistente impacto de la guerra de Ucrania, la crisis energética con el talón de Aquiles que amenazaba una grave crisis de suministro en el invierno europeo recién terminado y que no se ha producido y la inflación todavía en máximos, Eurozona sortea la recesión, al menos en el primer trimestre del año.
Hace una semana los datos de las cuatro principales economías eran mejores de lo esperado: España, Italia y Francia crecen en enero, febrero y marzo, un 0,5% en el caso italiano y español y un 0,2% en el de los franceses. Alemania, el país más afectado por su dependencia energética de Rusia, ha logrado sortear por los pelos los números rojos, aunque es cierto que su economía se estanca.
Un aspecto preocupante de la inflación en España es que, a pesar de que el IPC se está destensando respecto a otros países de la Eurozona, la tasa subyacente está siendo muy alta
En términos interanuales, las tasas de crecimiento fueron positivas para todos los países, excepto Alemania (-0,1%) y con España a la cabeza como la economía con mejor evolución respecto del primer trimestre de 2022 (3,8%), seguida por Irlanda (2,6%) y Portugal (2,5%).
Los expertos destacan como nuestro país se está comportando especialmente bien, dada las circunstancias, y mejor de lo que se esperaba sorprendentemente. Destacan el buen tono del sector exterior porque han sido las exportaciones las que impulsado los buenos datos mientras el consumo daba signos de agotamiento. Un aspecto muy positivo y que no hay que pasar por alto.
Los precios, y tras la fuerte caída que se produjo en el tercer mes del año al 3,3% desde un 6% de febrero, en abril vuelven a subir hasta el 4,1%. Era previsible porque si tenemos en cuenta el fuerte crecimiento de marzo del año pasado por el colapso energético tras la invasión rusa de Ucrania, los economistas pronosticaban para este año justo el comportamiento que hemos visto: caídas considerables en marzo y una tímida subida en abril.
La previsión es que la inflación siga a la baja de cara al verano. Sin embargo, un aspecto preocupante de la inflación en España es que, a pesar de que el IPC se está destensando respecto a otros países de la Eurozona, la tasa subyacente estaba siendo muy alta y todo indica que ha empezado a moderarse.
La gran preocupación
El comportamiento del dato subyacente se ha convertido en la gran preocupación para los responsables de la política monetaria, para los bancos centrales, ya que expresa la evolución de los precios sin tener en cuenta materias primas energéticas y alimentarias, especialmente volátiles.
En marzo de 2023, se ha situado en el 5,7% en la Eurozona, lo que demuestra que los aumentos de precios no se han centrado en el crecimiento concreto de la energía y los alimentos, sino que se ha producido un efecto colateral a otras partes de la economía.
El riesgo está en que la subyacente no deje de crecer, algo que los expertos no contemplan en el caso de España. La razón hay que buscarla en los salarios, que prácticamente no han subido. La prueba la tenemos en la cifra del mes de abril que ha caído hasta un 6,6%.
Este posible cambio de tendencia no va a hacer que el Banco Central Europeo modifique su plan de seguir subiendo los tipos de interés ya que, la institución que dirige Largarde no tiene en cuenta únicamente los datos solo de España, sino de toda la región y hay quienes siguen con unos precios especialmente elevados.
El objetivo de inflación del BCE es del 2%, incluso que se sitúe por debajo. Y por ahora, ningún país que cumpla con ese porcentaje.
Los expertos están de acuerdo en que las previsiones, aunque se desvíen, son fundamentales para las expectativas económicas porque dibujan un escenario futuro
Todos los economistas están de acuerdo en que, las previsiones, aunque no se cumplan, son fundamentales para la economía porque dibujan un escenario futuro. Escenario futuro que tiene muy en cuenta el BCE para definir su política monetaria. En este caso enfriar la economía para, por ejemplo, enfriar también las exigencias salariales de los trabajadores y evitar así el círculo vicioso de precios-salarios
Así, los bancos centrales suben los tipos sin tregua a pesar de que la economía se pueda frenar en seco, para dar muestras de que la inflación no seguirá creciendo indefinidamente.
Lo cierto es que, el hecho de que el Europa evite por ahora la recesión puede dar cierto respiro, dadas las pesimistas expectativas que sobre la economía europea había en el momento en el que comenzó la invasión de Ucrania. Lo más preocupante, la excesiva dependencia que Alemania tenía del gas ruso, dependencia que compartía con Italia, dibujaba un horizonte bastante nublado. Pero el otoño de 2022 marcó un punto de inflexión comenzó a percibirse que todo quedaría en una ralentización económica que no desencadenaría en recesión.
Programa de Estabilidad 2023-2026: crear un millón de empleos y un PIB del 2,4% en 2024
El Gobierno ha remitido a Bruselas el Programa de Estabilidad 2023-2026 que recoge los objetivos fiscales y económicos a medio plazo, así como de las medidas que se tomarán para alcanzarlos. Entre ellos, el Ejecutivo se compromete a reducir la tasa de paro por debajo del 10% en 2026, para lo que se compromete a crear 1,1 millones de puestos de trabajo adicionales en los próximos años. Esto, junto a la dinámica económica que se aprecia, sitúa la previsión de crecimiento del PIB en el 2,1% para 2023, que subirá hasta el 2,4% en 2024.
Estos porcentajes son distintos al plan presentado en 2022 porque el Gobierno ha rebajado su estimación para que había situado en el 3,5%, aunque mantiene la misma previsión para el próximo ejercicio.
La demanda interna será quien tire de la economía y especialmente el consumo privado, que se apoya principalmente en la evolución del empleo. El sector exterior mantendrá una contribución ligeramente positiva. En línea con el buen comportamiento en 2022, seguirá siendo sólido este año igual que competitividad de las exportaciones españolas a las que se sumará una evolución del sector turístico muy positiva.
En sus compromisos, el Gobierno asume el reequilibrio de las finanzas públicas. “El Programa de Estabilidad muestra que la sostenibilidad de las cuentas públicas es compatible con proteger a las familias, reducir la desigualdad y acelerar las transiciones verde y digital”.
Para el periodo 20232026, “la consolidación de la creación de empleo seguirá siendo el motor del crecimiento económico, que sumará 1,1 millones de ocupados más hasta 2026, adicionales al millón creado después de la pandemia y que permitirá alcanzar niveles récord de ocupación”.
La senda de descenso del desempleo se consolida y pasará del 12,9% en 2022 hasta el 10% en 2026.
El Gobierno se compromete a reducir paulatinamente el déficit público para situarlo en el 3% del PIB ya en 2024, lo que permitiría sortear las medidas sancionadoras que tiene previsto activar Bruselas.
Prevé que el ratio de deuda se consolide por debajo del 110% del PIB en 2024. El Gobierno se ha comprometido a terminar 2023 con una deuda del 111,9% del PIB. Para los años siguientes, se ralentizará el ritmo de reducción de la deuda hasta el 107,9% hasta llegar a niveles del 106,8% en 2026.