El Banco Central Europeo (BCE) ha declarado la guerra total a la inflación con la mayor subida de tipos de interés jamás realizada en los casi 24 años de historia de la institución. La autoridad monetaria ha decidido incrementar el precio del dinero en tres cuartos de punto, hasta el 1,25%.
Se trata del segundo paso en la senda de subida de los tipos de interés oficiales del euro iniciada el pasado mes de julio, después de mantenerlos en niveles negativos durante muchos años. “Es importante señalar que el BCE denomina estos movimientos como una normalización” de la curva de rentabilidades, esto es, algo que tarde o temprano tenía que ocurrir”, indica Alfredo Jiménez, director de Análisis y Estudios en IEAF-FE. En el mensaje del BCE se menciona que seguirá subiéndolos si fuera necesario, dejando la puerta abierta a movimientos posteriores, señala.
Alfredo Jiménez, director de Análisis y Estudios en IEAF-FE: “En el mensaje del BCE se menciona que seguirá subiéndolos si fuera necesario, dejando la puerta abierta a movimientos posteriores
En su opinión, La subida de tipos de interés tiene un motivo concreto: la inflación está muy lejos del objetivo y no parece que vaya a ser transitoria. “Hay que actuar antes de que sea demasiado tarde. Hasta hace relativamente poco tiempo las autoridades monetarias interpretaban la subida de precios como algo transitorio y motivado por las perturbaciones de la oferta causada inicialmente por la pandemia y por la invasión de Ucrania después, todo ello en un entorno de subida del precio de la energía sin precedentes. Sin embargo, los datos de la inflación subyacente reflejan que la subida de precios está afectando con intensidad a otros sectores”.
Crecimiento económico
Indica que una subida de tipos de interés puede resultar dolorosa para empresas y hogares y puede afectar al crecimiento económico, pero no hacerla puede tener consecuencias aún peores. “Por lo tanto, debe mantenerse un equilibrio entre subir el coste del dinero y el riesgo de que provoque un parón en el crecimiento económico. Además, en el control de la inflación, los bancos centrales se juegan su credibilidad, al ser su principal misión la estabilidad de precios. El acierto estará en conseguir un equilibrio razonable entre una subida de tipos que no frene excesivamente el consumo y el crecimiento económico, algo que dependerá, entre otras cosas, de la magnitud de la subida”, explica.
En este contexto, y dado que los Estados de la zona del euro están en distinta situación financiera en cuanto a déficit público y deuda en circulación, considera que es importante que las restricciones monetarias anunciadas y otras que están por venir no aumenten la fragmentación de los mercados. “Para ello, el buen funcionamiento de la nueva herramienta de transmisión monetaria (TPI) es fundamental, dado que está diseñada para actuar cuando las condiciones de financiación de cada Estado en los mercados no se justifiquen con sus variables fundamentales. Una vez activado este mecanismo, el BCE realizaría compras en el mercado secundario de activos de deuda pública de los Estados afectados en función de la gravedad de la situación y por una cuantía no determinada de momento y siempre que dichos Estados cumplieran los requisitos de control presupuestario exigidos previamente”.