Destacado Económico / N. L.
Hemos pasado en pocas semanas de las presiones a las fusiones. La orden fue enviada inequívocamente por las autoridades monetarias de la Comisión Europea, del BCE y del Banco de España y de forma apremiante por Andrea Enria, presidente del Consejo de Supervisión del Banco Central Europeo, que pronunció la impronunciable palabra “quiebra” en un dramático aviso al sector y a las autoridades nacionales en el que asegura que la pandemia exige fusiones.

Poco después se ponían en marcha proyectos que han cambiado el mapa bancario español, dejando el 70 por ciento del mercado en manos de tres grandes bancos. El miedo a las quiebras se ha impuesto sobre las exigencias de una buena competencia. Ahora tenemos un bonito oligopolio bancario que se une al oligopolio eléctrico que venimos sufriendo.
No es que de pronto se les haya ocurrido a Isidro Fainé, que sigue mandando en el universo Caixa, y a Ignacio Goirigolzarri, “Goiri”, con permiso de Nadia Calviño, y a Carlos Torres y Josep Oliu matrimoniar sus respectivos bancos bancarios. Han sido las autoridades monetarias las que lo han decidido.
Los personajes clave en el diseño han sido Nadia Calviño/Pablo Hernández Cos desde España; y Andrea Enria/Christine Lagarde/ Luis de Guindos, desde Bruselas y Fráncfort, aunque los matrimoniables hayan sido educadamente consultados y disponen de un importante papel en las capitulaciones.
Es éste un término sacramental que expresa también la significación de derrota y rendición en la terminología militar. Obviamente, los responsables de los bancos aludidos disponen de un amplio campo de autonomía para los detalles de la fusión así como sobre la venta de la noticia a sus respectivos accionistas que, por cierto, según el comportamiento bursátil deben estar descorchando sin cesar botellas de champán. Especialmente los del Sabadell, que brindan con los mejores cavas.

Josep Oliu, con 71 años de edad, 34 al frente del Sabadell cuando sucedió en el puesto a su padre Joan, entendiendo que quien no come es devorado, trató de zamparse a alguien.
Oliu buscaba tener en la entidad fusionada una buena visibilidad, como es natural, algo imposible al ser devorada por el BBVA. La retirada de Oliu, hijo de Oliu y referencia del banco durante tantos años, es inevitable y quizás deseada por él. Lo normal es que ocupe un cargo honorario en la entidad resultante durante algún tiempo, pero el protagonismo de Carlos Torres será aplastante. / EP
Motivaciones diferentes
Ambos proyectos en marcha ofrecen características diferenciadas. En el caso de Caixabank, absorbiendo a Bankia ha contado el objetivo de privatizar ésta al tiempo que se da una presencia estatal en el Consejo de la entidad resistente, para lo que quizás habría contado la opinión expresada de pasada por Luis de Guindos en su libro ‘España amenazada’, cuando era ministro refiriéndose a la propuesta que en los primeros meses de 2012 le hiciera Rodrigo Rato para la fusión de La Caixa con Bankia . “La operación –escribe Guindos– se descartó por motivos que no se han terminado de aclarar, pero con el paso del tiempo, creo que quizá no hubiera conseguido más que agrandar el problema. Las dificultades de gobernanza en La Caixa tampoco debieron jugar a favor”, unas dificultades que el ministro tampoco aclara.
En lo que se refiere al noviazgo del BBVA con el Sabadell ha pesado el ofrecer otra perspectiva del primero, atrapado en el escándalo Francisco González/Villarejo el anterior presidente del BBVA, que ha llevado a los tribunales no sólo a FG, sino al propio banco como entidad. El riesgo reputacional es hoy un factor de una fuerza sin precedentes.

Ahora, el sucesor de FG, Carlos Torres, que dirigirá la nueva entidad vasco-catalana, consolidará su poder. Las manos unidas de Bruselas, Fráncfort y la Cibeles de Madrid también pretenden enderezar al Sabadell, que lleva un tiempo en huida hacia adelante, con escasa potencia para manejarse en tiempos pandémicos.
Josep Oliu, con 71 años de edad, 34 al frente del Sabadell cuando sucedió en el puesto a su padre Joan, entendiendo que quien no come es devorado, trató de zamparse a alguien. Conseguir una fusión que le hiciera algo más sistémico, asociándose con el Popular, con Bankia y últimamente con la caja vasca Kutxabank, que lo rechazó orgullosamente presumiendo de que por su alta solvencia no necesita casarse con nadie.
Oliu buscaba tener en la entidad fusionada una buena visibilidad, como es natural, algo imposible al ser devorada por el BBVA. La retirada de Oliu, hijo de Oliu y referencia del banco durante tantos años, es inevitable y quizás deseada por él. Lo normal es que ocupe un cargo honorario en la entidad resultante durante algún tiempo, pero el protagonismo de Carlos Torres será aplastante.