Destacado / N. L.
La histórica decisión de Pedro Sánchez, de espaldas al Parlamento, de estrechar lazos con Marruecos sacrificando la postura española ante el Sáhara, responde a altas consideraciones estratégicas como la seguridad de la frontera con el reino alauita, el probable aflojamiento de las reivindicaciones marroquíes sobre Ceuta y Melilla y sobre las aguas territoriales de Canarias. No se mencionan en el comunicado de la casa real alauita estas reivindicaciones pero se deducen de la carta de Sánchez a Mohamed VI: “Todas estas acciones se llevarán a cabo con el objetivo de garantizar la estabilidad y la integridad territorial de los dos países”.
En la decisión de Sánchez ha contado la mejora de las relaciones con los Estados Unidos deterioradas desde que Zapatero, en la oposición, se negara a levantarse ante la bandera USA, lo que sigue provocando el ninguneo de Sánchez, que hasta ahora no ha conseguido encontrarse con el presidente Biden. Y es que Estados Unidos considera una opción estratégica apoyar al régimen marroquí, un aliado frente al islamismo radical.

La diplomacia española se esfuerza en apaciguar a Argelia, que insistió en que «en ningún momento se informó a las autoridades argelinas de este vil regateo» y que amenaza con subir el precio del gas que España recibe del gasoducto de acuerdo con el contrato que en su dia estableció Gas Natural, hoy Naturgy, lo que choca con la decisión del gobierno español de topar el precio del gas licuado, una decisión que ha sido aprovechada velozmente por Italia. / EP
Sin embargo, la decisión de Sánchez de reconocer de ‘facto’ la autoridad de Rabat sobre el Sáhara está generando fuertes impactos colaterales, el más importante el disgusto del Gobierno argelino de Abdelmadjid Tebboune, que llamó a consultas a su embajador en Madrid, Said Musi. Por otra parte, perjudica la política europea de sustituir la energía rusa por la procedente de Argelia.
La diplomacia española se esfuerza en apaciguar a Argelia, que insistió en que «en ningún momento se informó a las autoridades argelinas de este vil regateo» y que amenaza con subir el precio del gas que España recibe del gasoducto de acuerdo con el contrato que en su dia estableció Gas Natural, hoy Naturgy, lo que choca con la decisión del gobierno español de topar el precio del gas licuado, una decisión que ha sido aprovechada velozmente por Italia, cuyo primer ministro Mario Draghi, se precipitó a viajar a Argelia. Italia depende en un 20 por ciento del gas argelino y la previsión de ambos gobiernos es que esta proporción aumente
Pedro Sánchez concibe la relación con Argelia como seria y fiable. Y tanto el presidente como José Manuel Albares han mantenido trato constante con sus homólogos argelinos, el presidente Abdelmadjid Tebboune, y el ministro de Asuntos Exteriores, Ramtane Lamamra.

Antes de la crisis, Sánchez había dejado en manos de la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, las negociaciones con Argelia para aumentar el suministro de gas a España por el gasoducto Medgaz, que representa el 48%, según datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (CORES). Ahora es el propio presiente quien ha dado la máxima prioridad a restablecer las buenas relaciones con Argelia.
Contradice la política europea
Así lo señala el Real Instituto Elcano en un informe basado en consultas y reuniones con actores y analistas del sector energético español “en un contexto de aceleración de la transición energética y de la diversificación de Rusia”.
El Instituto revela una contradicción con la bofetada a Argelia, pues España venía reclamando un tratamiento para Argelia similar al que Alemania aplicaba a Rusia. En un Documento de Trabajo del Real Instituto de 2019 sobre las preferencias españolas en materia de política energética europea se proponía lo siguiente:
“Mientras que proyectos como el Nord Stream 2 y la reducción de la dependencia de Rusia vienen protagonizando los debates europeos por el impacto que tienen en muchos Estados miembros y por sus implicaciones en las políticas de vecindad con Ucrania y en la diversificación de fuentes de suministro, parece que existe margen para que la relación de la Unión con los países del norte de África cobre un mayor protagonismo… Hay un extendido consenso acerca de que España debe de seguir intensificando sus esfuerzos… para que Argelia se convierta en un socio preferente europeo.”
El documento avisaba de que las tensiones geopolíticas con Rusia, pero también sobre el gas del Mediterráneo Oriental, deberían favorecer las opciones de diversificación gasista por GNL y ofreciendo a Argelia un horizonte claro que incitara las reformas en su sector energético y permitiera invertir en la exploración y producción de sus grandes reservas de gas. Desde entonces no sólo no se ha avanzado, sino que se ha cerrado el GME y el Medgaz está a plena capacidad, por lo que a corto plazo la mejor opción para Europa es importar gas argelino adicional por el gasoducto TransMed hacia Italia y sustituir parcialmente sus importaciones de gas ruso. A medio plazo la contribución de España a las inversiones necesarias para desarrollar y exportar los hidrocarburos argelinos (y libios) crece, pues hay consenso en que se van a necesitar. Entre los actores concernidos hay preocupación por el impacto sobre la relación bilateral del respaldo español a la autonomía del Sáhara Occidental y la posterior llamada a consultas del embajador argelino en Madrid.
España lidera la integración de las renovables del Norte de África
España ocupa un papel axial en la integración a largo plazo de los recursos renovables del norte de África en Europa. De hecho, los sistemas eléctricos de Marruecos, Argelia y Túnez están sincronizados con el europeo gracias a las dos interconexiones entre España y Marruecos a través del Estrecho de Gibraltar, las únicas con el Norte de África.

Los intercambios con Marruecos son pequeños comparados con Francia o Portugal, y oscilan en saldos positivos y negativos mensuales de apenas 50 MWh. Marruecos ha solicitado una tercera interconexión, pero el elevado contenido carbónico actual de su generación eléctrica dificulta su construcción: con datos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), en 2020 el 68,6% de la electricidad marroquí se generaba con carbón.
Hay un apoyo bastante extendido en España a la integración de los recursos renovables del norte de África en el mercado europeo, pero se destaca que deben respetarse criterios de sostenibilidad claros. Sólo avanzando en su propia transición podrán liberar recursos renovables/descarbonizados para la exportación, sea de electricidad renovable o hidrógeno verde; o al menos descarbonizado, en el caso de Argelia, al igual que los Países Bajos prevé importar hidrógeno descarbonizado saudí.
Según el Real Instituto Elcano
El papel de España en la crisis energética causada por la invasión rusa
Con datos de Cores, de enero de 2022, España casi no depende de los hidrocarburos rusos, apenas un 2% de sus importaciones de petróleo y menos del 6% de las de gas. España ha conseguido reducir las importaciones a la mitad con respecto a la media de 2021, lo que supone una aportación relevante a la diversificación europea. El cierre de las plantas de carbón y su sustitución por gas, y la aportación de la nuclear y las renovables suponen otro esfuerzo de mitigación importante del riesgo climático y geopolítico.
La generación renovable en España se sitúa en la media de la UE (21,2% del consumo energético frente al 22,1% de la UE en 2020 –según datos de Eurostat–), pero por delante de los otros cuatro grandes mercados energéticos comunitarios: Alemania (19,3%), Francia (19,1%), Italia (20,4%) y Polonia (16,1%).
Figura 1. Importaciones españolas de gas, por zonas energéticas, enero
de 2022 (%).Fuente: Cores.
Las ventajas de ser una isla energética
La seguridad de suministro de gas en España, así como la resiliencia de todo su sistema energético, se ha visto paradójicamente beneficiada por su condición de isla energética. O casi isla, porque la estrategia energética española se ha centrado precisamente en solucionar ese problema y hoy tiene la mayor flota de plantas de regasificación de GNL de Europa. España cuenta también con un gasoducto directo con Argelia operando a plena capacidad (Medgaz), y otro a través de Marruecos ocioso por decisión argelina desde octubre (Magreb Europa-GME).
La elevada resiliencia del sistema eléctrico español (e ibérico) se explica por la misma falta de interconexiones, por lo que ha desarrollado gran capacidad de gestión y una red muy mallada. Además, las empresas energéticas españolas están establecidas internacionalmente, son pioneras en renovables o GNL, y tienen una dimensión sólida.
Figura 2. Importaciones españolas de crudo, distribución en enero de
2022 (%). Fuente: Cores.
Desde hace décadas, España insiste en la urgencia de aumentar las interconexiones de gas y electricidad para avanzar en la integración energética europea: no puede haber una Unión de la Energía sin integración, ni ésta sin interconexiones a través de los Pirineos. La invasión rusa de Ucrania muestra tres costosos errores estratégicos europeos: la sobredependencia de Rusia, la falta de integración energética y un despliegue insuficientemente rápido de renovables.
30 años de bloqueo francés
No resultan creíbles las actuales urgencias de Francia por las interconexiones de gas (y no las de electricidad) cuando lleva 30 años oponiéndose a todas ellas. Su bloqueo a la integración energética de Portugal y España en Europa ha generado mucha frustración al paralizar sistemáticamente proyectos como el gasoducto Midcat, que ahora tiene prisa por resucitar, y manteniendo a España muy por debajo del objetivo comunitario de interconexión eléctrica (10% para 2020 y 15% para 2030: está apenas en el 5%). No ha habido presidente francés reciente que no haya tenido su cumbre de interconexiones con España, todas infructuosas a tenor de los datos.
Pese a estas limitaciones, España contribuye hoy de manera modesta pero relevante con sus exportaciones de gas y electricidad. Las exportaciones españolas de gas natural a Europa casi se duplicaron en 2021 respecto a 2020, y las de enero de 2022 casi quintuplicaron las de enero de 2021.
El principal destino es Francia, cuyas importaciones desde España han aumentado casi un 500% en enero de 2022 y un 200% en el año. Hay que señalar el fuerte aumento de las exportaciones a los Países Bajos, así como el efecto compensador de Portugal gracias a su planta de GNL: de manera conjunta, la Península Ibérica ejerce un efecto amortiguador moderado pero robusto.
Además, España ha reducido en los últimos meses las importaciones de gas desde Francia, liberando recursos sustituidos por GNL. No obstante, los datos de Enagás para febrero de 2022 muestran un repunte de las importaciones españolas y una reducción de las exportaciones, volviendo a saldo negativo.
El problema de fondo es que los dos gasoductos existentes entre España y Francia apenas alcanzan una capacidad de 7 bcm (billion cubic metres). Se estima que las importaciones europeas de gas ruso están en el entorno de los 155 bcm, así que el potencial de España para contribuir a paliar la situación a corto plazo es significativo, pero necesariamente limitado.
La reducida interconexión eléctrica reduce la flexibilidad adicional que podría aportar a corto plazo la capacidad de generación ociosa española de ciclos combinados, y perjudica a medio y largo plazo la integración de los recursos renovables ibéricos en Europa. Pese al consenso tecno-económico de que la integración eléctrica aumenta la eficiencia de la transición, los intercambios de electricidad a través de los Pirineos se mantienen en niveles muy bajos. Con todo, España tuvo un saldo eléctrico exportador con Francia en los meses de noviembre y diciembre de 2021 cercano a los 1.000 MWh, algo menor en enero de 2002, y volvió al saldo importador en febrero. Con Portugal el saldo exportador para España es estructural, pero las exportaciones han crecido hasta casi alcanzar los 1.500 MWh en febrero.
Capacidad renovable mejorable
También hay limitaciones del lado español, que ha desplegado sus capacidades renovables a un ritmo menor al potencial, dados sus recursos y la fuerte caída de costes de los últimos años. España tiene menos capacidad solar instalada que Alemania e Italia, y apenas superior a Francia y los Países Bajos. La mayor insolación española nivela la generación, dado el mayor peso de los sistemas fotovoltaicos en tejado en esos países.
Pero si un porcentaje semejante de hogares españoles contase con ellos, aumentaría su contribución a la seguridad energética europea. España es también uno de los estados miembros con más potencial de eficiencia energética en edificios para su climatología. Ambos aportes dependen de elementos regulatorios y económicos, pero también de motivaciones ciudadanas que podrían movilizarse a corto plazo.
Un futuro prometedor
Además de las aportaciones a corto plazo mencionadas, el potencial de España a medio y largo plazo es mucho mayor. Volviendo al Midcat, cuya construcción llevará años, la reciente comunicación de la Comisión REPowerEU estipula que toda infraestructura de gas debe ser convertible a hidrógeno. No queda muy claro qué pasa si finalmente no ocurre, ni hay fechas límite para ello. REPowerEU también plantea la construcción urgente de interconexiones eléctricas, en línea con España, pero la experiencia pasada enrarece la cooperación energética franco-española.
Dado el acuerdo entre ambos países sobre la necesidad de reformar el mercado energético europeo, urge normalizar esa cooperación bilateral instrumentando mecanismos para anclar expectativas y asegurar que la reorientación estratégica de Francia sea consistente con la integración energética. Ello exige abordar todas las interconexiones, incluyendo las eléctricas, pero también la seguridad de que Francia no va a poner en el futuro los mismos obstáculos a las exportaciones de hidrógeno verde a través de los Pirineos que han limitado las de gas en el pasado.
Tanto en hidrógeno verde como en electricidad renovable, España (y Portugal) están entre los estados miembros con mayor potencial a largo plazo, y por tanto mayor capacidad de exportación. Se estima que la combinación de recurso renovable ibérico y nórdico podría hacer a la UE autosuficiente en hidrógeno verde a largo plazo.
El desarrollo de la eólica marina prevista en la hoja de ruta española tiene también metas ambiciosas, y podría superar las limitaciones de una plataforma continental estrecha y el aumento del rechazo social. España tiene también experiencia y potencial en biocombustibles, biogás, biomasa, concentrada solar o hidráulica de bombeo, fuentes despachables con capacidad de almacenamiento.
Se trata de un elemento importante pues en un sistema energético continental muy electrificado e integrado, el activo estratégico no es la capacidad de generación sino la de gestionar la red. Ello requiere, además de interconexiones, flexibilidad, capacidad de almacenamiento y soporte, y una red mallada. España puede actuar en el futuro como compañero de capacidad y, por tanto, ser un compañero clave de la transición energética europea.
Conclusiones del Real Instituto Elcano
- España es parte importante de la solución europea al choque energético causado por la invasión rusa de Ucrania.
- La contribución de España a la seguridad energética europea se ve limitada hoy, a su pesar, por la falta de interconexiones y capacidad renovable.
- A medio y largo plazo la contribución potencial de España es mucho mayor: Europa no puede seguir prescindiendo de sus recursos.
- La naturaleza y magnitud de la contribución española depende de las sendas europeas de transición energética y de desacoplamiento con Rusia.
- El papel geopolítico de España depende del horizonte energético que la UE otorgue al Norte de África en su diversificación rusa: mayor cuanto más cerca.
- España contribuye al liderazgo europeo en transición y lucha contra el cambio climático, un multiplicador de la inseguridad humana, ecológica y energética.
- España no es parte del problema: tiene un perfil energético diversificado sin apenas peso de Rusia, la mayor flota europea de GNL y gasoductos con Argelia.
- España sí sufre las consecuencias energéticas y económicas de la invasión rusa de Ucrania, y apoya la adopción de medidas urgentes para afrontarlas.
- España aporta soluciones en el debate sobre política y seguridad energética en la UE y quiere medidas europeas.
- España puede canalizar la concienciación y motivación de sus ciudadanos en clima y seguridad energética, pero pide paliar el impacto social de las medidas.
El Real Instituto Elcano

Creado en 2001 como fundación privada, cuyo patronato cuenta con la presidencia de honor del rey Felipe VI, pretende ser interpartidaria pero tiene una gran influencia de los gobiernos de turno, especialmente en el nombramiento de su presidente que en la actualidad es Juan José Ruiz (1957). La vicepresidenta es María Dolores de Cospedal, exministra de Defensa, que ya era miembro del patronato a propuesta del PP, con el objetivo de complementar a la nueva presidencia en temas de defensa, seguridad y agenda OTAN.
Juan José Ruiz es economista por la Universidad Autónoma de Madrid y Técnico Comercial del Estado, que ha formado parte del Consejo Científico del Real Instituto desde 2012. Desempeñó altos cargos de responsabilidad en el Ministerio de Economía, Hacienda y Comercio entre 1983-1993, durante el gobierno socialista. En el sector privado fue Economista Jefe de Argentaria, AFI y, posteriormente, del Banco Santander en América Latina (1993-2012) y, finalmente trabajó en organismos multilaterales como Economista Jefe y director de Investigación del Banco Interamericano de Desarrollo en Washington entre 2012 y 2018.
Anteriormente, fue presidente de la delegación española ante la OCDE para las reuniones anuales de supervisión macroeconómica (1990-1993), presidente del Comité de Política Económica de la Unión Europea (1992-1993), miembro del Comité de Política Económica de la UE (1989-1992), y responsable de las relaciones de España con el FMI, el Banco Mundial y los Bancos de Desarrollo (1986-1993).
En su trayectoria profesional reciente destacan su actividad como miembro del Consejo Asesor de Asuntos Económicos de la Vicepresidenta Tercera del Gobierno, y como consejero del Grupo Red Eléctrica Española.