Destacado / N. L. ■
El tiempo lo borra todo. Han pasado cinco años desde que un nutrido grupo de empresarios, la mayor parte hijos o nietos de españoles, en buena parte asturianos, fracasaran en su intento de hacerse con el control del Banco Popular. El comando asturiano estaba dirigido por Antonio del Valle, en el que participaba su primo Jaime Ruiz Sebastián, cabeza del clan familiar, que presidió la Bolsa mexicana; su hermano gemelo, Carlos, que fue director general de una empresa integrada en Pemex, la única más o menos privada del grupo de la petrolera estatal mexicana que trabajaba en régimen de monopolio de hecho con el PVC.

En los ochenta del siglo XX disfruta momentos de gloria con presencia en todo el mundo vendiendo proyectos “llave en mano” para la energía y bienes de equipo. Pero de símbolos no se come y la empresa emblemática ha sufrido en la última década del siglo XXI una caída en picado hasta llegar a la situación de quiebra técnica, en la que los bancos dejaron de avalarla y donde no se encontraban inversores españoles que quisieran hacerse cargo de la misma por lo que sus dirigentes tuvieron que acudir al Estado y a los mexicanos. / EUROPA PRESS
Antonio del Valle representaba no sólo a la familia, sino también a gente de entre las 20 familias más acaudaladas de México; mayormente del sector minero: la familia Cosío y Fernando Chico Pardo, entre otros. También participó en el grupo inversor la mujer más rica de México, conocida en todo el país como Mariasun, una contracción de María Asunción, su nombre de pila, cuyo apellido es Aramburuzabala, de procedencia obviamente vasca. Mariasun controla el grupo Modelo, que entre otros negocios sirve su cerveza en todo el mundo.
El Popular se hundió y el grupo astur-mexicano perdió el dinero invertido que representaba, el seis por ciento del capital del banco.
Cinco años después, los empresarios asturianos que han tomado posiciones en empresas españolas superan los 500, entre los que destacamos a la familia Amodio, convertida en el primer accionista de la empresa que fundó Juan Miguel Villar Mir y que añadió su inicial “A” a la OHL del fundador, cuyas nuevas iniciales destacan en la torre “Emperador” de la Castellana madrileña, entre otros.
Algunas de estas empresas ‘buitres’ son, según nos decía un consejero del Popular, “gente muy rica que, cuando profundizas en sus historiales, te entra el vértigo».
Al rescate de Duro Felguera
Si el Banco Popular, calificado como el mejor banco de mundo, fue un ejemplo universal, Duro Felguera, la empresa fundada en 1858 por Pedro Duro en La Felguera (Asturias), que llegó a ser al final de este siglo la siderurgia más potente de España, convirtiéndose en un orgullo de la aportación asturiana a la industria nacional, fue un ejemplo histórico.
En los ochenta del siglo XX, disfruta momentos de gloria con presencia en todo el mundo vendiendo proyectos “llave en mano” para la energía y bienes de equipo.

Pero de símbolos no se come y la empresa emblemática ha sufrido en la última década del siglo XXI una caída en picado hasta llegar a la situación de quiebra técnica, en la que los bancos dejaron de avalarla y donde no se encontraban inversores españoles que quisieran hacerse cargo de la misma por lo que sus dirigentes tuvieron que acudir al Estado y a los mexicanos.
A su rescate acudieron la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), a través del Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas (FASEE) aportando 120 millones de euros, y el Principado de Asturias con una cantidad simbólica, 6 millones.
De acuerdo con las peticiones de los acreedores bancarios, colocaron al frente de la misma, como consejero delegado, a un gestor de su confianza: Jaime Argüelles, que había trabajado más de ocho años en Ence, hasta finales de 2018, y otros siete en Celsa, compañía que también está a la espera del rescate por parte de la SEPI. Y han situado a dos personas igualmente confiables, César Hernández y a Miguel Ángel Santiago como consejeros de Duro Felguera. O sea, que Duro Felguera puede considerarse intervenida. Al menos por el momento, hasta que se vaya viendo si los nuevos inversores son también de fiar.
Y es que la SEPI exigió el compromiso de un inversor nuevo, que en realidad han sido dos mexicanos, que de hecho son uno sólo pues el Grupo Promotor de Desarrollo e Infraestructura (Prodi) y Mota-Engil México, lo controla una misma persona, José Miguel Bejos, que controlará la aportación a la española, 90 millones de euros en préstamos convertibles en capital, un 31% procedente de Prodi y un 25% de Mota-Engil. Bejos controlará, pues, el 56% de Duro Felguera.

José Miguel Bejos, que es un viejo amigo del expresidente mexicano Enrique Peña Nieto, encabeza la filial mexicana de la constructora portuguesa Mota-Engil, a la que se le otorgaron contratos multimillonarios durante el sexenio anterior. El Grupo Prodi es una sociedad dedicada al diseño y construcción de proyectos de infraestructura pública, transporte público, petróleo y gas, energía y turismo, entre otras. Participa en un 49% en Mota-Engil México, dedicada a faenas similares.
Duro Felguera cumple el plan
En palabras del consejero delegado de Duro Felguera, Jaime Argüelles, la compañía, paso a paso, va cumpliendo la hoja de ruta iniciada hace tres años a través del riguroso proceso impulsado por el nuevo Consejo de Administración. El próximo e importante hito para el futuro de la sociedad será la Junta General Extraordinaria de Accionistas que se celebrará el próximo 12 de abril.
Argüelles, ante una nutrida representación de analistas y medios de comunicación, explicó su plan estratégico “que marca el paso de una fase de viabilidad a otra de crecimiento y expansión» y mostró su convencimiento de que será “muy beneficioso para los accionistas, los grupos de interés de Duro Felguera y sus trabajadores”.