Destacado / N. L.
¿Cuántos trabajadores se ha cargado el Covid? ¿Qué perspectivas de se plantean para 2021? En lo primero no deberían producirse discrepancias pues las opiniones son relativas y los datos definitivos. Sin embargo, hay notables diferencias en la forma de presentar ambas cuestiones según las proporcione el Gobierno, las oposiciones, los sindicatos o las organizaciones empresariales.
Los ministros económicos sienten la obligación de lanzarse por el optimismo, mientras las otras fuentes no permanecen ajenas a sesgar su información en razón de sus intereses. Afortunadamente, contamos con el Banco de España que, desde que lo dirige Pablo Hernández de Cos, ha dejado de ser como una dirección general del ministerio. Su autonomía empieza a ser un hecho venturoso permitiéndose emitir informes técnicos que a veces producen disgustos en el Gobierno, al que hay que reconocer que no haya intentado volver a las andadas.
Fuerte caída del empleo
El Banco de España señala que el impacto de la reducción de la actividad productiva se ha dejado notar con singular intensidad en el mercado de trabajo. Y concreta que la tasa de paro podría alcanzar en 2020, en media anual, niveles del 18,2%, 20,6% y 21,7% de la población activa.
Estas tasas de paro consideran como empleados a los trabajadores asalariados acogidos a un ERTE y a los autónomos que han recurrido al cese de actividad, aunque, mientras permanezcan en esas situaciones, no están ocupados en sentido estricto.

Entre los días previos a la declaración del estado de alarma y el 31 de marzo, la cifra de afiliados a la Seguridad Social disminuyó en casi 900.000 personas (un 4,6% del total). Un número muy elevado de trabajadores se habría visto afectado por expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE), de modo que, aunque permanecen en situación de alta laboral en los registros de la Seguridad Social, no se encuentran trabajando en realidad.
La alteración de la actividad y la pérdida de puestos de trabajo han dado lugar a una pronunciada contracción de la demanda interna. A esta perturbación hay que sumar la procedente del exterior, en la medida en que se han observado desarrollos similares en el resto de los países, lo que ha dado lugar a un profundo debilitamiento de la demanda de bienes y servicios procedente del resto del mundo y a una interrupción de las cadenas globales de valor, así como al cese de los flujos turísticos.
Los sectores más afectados
Los más afectados por la pandemia, con caídas muy significativas de la actividad, son tres sectores de los servicios. En el caso de la hostelería, la restauración y el ocio, se supone que la reducción de la producción en cada una de las semanas de confinamiento es del 100%, en consonancia con el cierre forzoso de los establecimientos de esta naturaleza.
Para el comercio al por menor y al por mayor se asume un descenso de la actividad algo menor del 50%, pues esa es la parte que no está vinculada a la distribución de productos esenciales (alimentación y productos sanitarios, entre otros), donde se permitió seguir operando con normalidad.
Por último, en las ramas del transporte se estima que el estado de alarma es coherente con un nivel de actividad inferior en un 60% al habitual, conclusión a la que se llega asumiendo la pérdida de la casi totalidad del transporte de pasajeros y de cerca de la mitad del de mercancías (la parte relacionada con el comercio de productos no esenciales). En el resto de las ramas de servicios de mercado se establece la hipótesis de que no hay cierre directo de actividad.
En lo que respecta a la industria, se supone que la pérdida de la actividad es completa en la fabricación de vehículos de motor, mientras que en el resto de las ramas manufactureras asciende a algo menos del 30% como consecuencia del efecto arrastre de otras ramas. Se asume que la construcción sigue funcionando con normalidad. Finalmente, por su condición de actividades esenciales, se considera que se mantiene en su totalidad la producción en el sector primario y en el energético (y que experimenta un cierto aumento en los servicios no de mercado).
Estos supuestos implican una caída de la producción aproximada de un 30% durante cada una de las semanas de vigencia del estado de alarma, lo que, de forma mecánica, restaría 0,6 puntos a la tasa de crecimiento media anual del PIB.
La recuperación no será completa en 2021
Una vez superada la fase más aguda de crisis a corto plazo, la actividad comenzaría a recuperarse a un ritmo que, en todo caso, dependerá de la percepción del riesgo sanitario en los próximos meses y de la capacidad de reactivación de la parte del tejido productivo más dañada por el actual parón de la actividad.
De cara a 2021, el banco central vaticina que la economía española recupere una parte significativa, pero no completa, del flujo de actividad y empleo que se esperaba antes de la pandemia.

En estos momentos las perspectivas económicas están envueltas en una incertidumbre muy elevada. La trayectoria observada del Covid-19 en otros países que precedieron a España en la expansión del contagio sugiere que el estado de alarma podría prolongarse hasta la expiración, el 9 de mayo, prevista por el Gobierno o incluso durante algún tiempo adicional.
El Banco estima que el retroceso del PIB en 2020 oscilaría entre el 6,6% y el 8,7%, en función del grado de persistencia de la perturbación. En su opinión, el repunte de la actividad económica se traduciría en una reversión parcial del descenso del desempleo en 2021, que, no obstante, todavía se mantendría en niveles notablemente superiores a los que se pronosticaban antes de la irrupción de la crisis sanitaria.
La temporalidad agrava el problema
La extensión de la temporalidad de los contratos laborales sitúa a España en peor posición que otros países de la Unión. A ese respecto hay coincidencia entre las distintas fuentes.
El Banco de España sentencia que el descenso de la ocupación se verá moderado, al menos en el corto plazo, por el elevado recurso a los ERTE. La actividad económica tendrá en la dirección opuesta, como en otras fases recesivas de la economía española, la pronunciada dualidad del mercado de trabajo español entre los trabajadores con contrato indefinido y los que se rigen por un contrato temporal, que se está traduciendo en una rápida concentración de las pérdidas de puestos de trabajo entre estos últimos. De hecho, este último aspecto se está viendo exacerbado por la elevada incidencia de la crisis actual sobre las actividades turísticas, muy intensivas en mano de obra con un fuerte componente de contratación temporal, y por la coincidencia con el inicio de la temporada.
A ello se refirió la vicepresidenta económica Nadia Calviño en declaraciones a ‘El Periódico de Cataluña’: “Estamos – aseguró– en más de un 24% de contratos temporales frente a un 16% de media europea. Reducirla tiene que ser una de nuestras prioridades si queremos también reducir la precariedad, que afecta especialmente a los jóvenes. Para ello hay que simplificar el catálogo de contratos y hacer del indefinido la forma habitual de contratación, adecuando la utilización del temporal a aquellas circunstancias verdaderamente limitadas en el tiempo”.
Nadia Calviño defendió sus previsiones puestas en duda por demasiado optimistas por el Banco de España y la AIReF “Desde que soy ministra –afirmó– vengo observando que se suele señalar que nuestras previsiones son optimistas cuando en realidad hemos acertado bastante a excepción de la pandemia, que era impredecible. Hemos sido extremadamente prudentes y al presentar las últimas previsiones, en octubre, señalamos cuatro riesgos a la baja: evolución de la pandemia, tensiones geopolíticas y comerciales, ejecución del plan de recuperación y un impacto estructural sobre el tejido productivo que se extienda más allá de la crisis sanitaria. Desde entonces hemos tenido buenas noticias en todos estos ámbitos: vacunas, la aprobación del plan europeo… Estamos trabajando intensamente para poner en marcha el plan nacional de forma ágil y todas las medidas desde marzo se orientan a minimizar el impacto estructural de esta crisis. No hay razones ahora mismo para revisar el crecimiento del 7% del PIB previsto para 2021. El impacto de esta segunda ola no es comparable con el de la primera. La evolución positiva del mercado laboral nos hace prever un crecimiento positivo en este cuarto trimestre y que tengamos una base para una recuperación económica intensa en 2021”. La ministra resaltó: “El compromiso del Gobierno para apoyar el tejido productivo y el empleo es claro”.