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La actividad económica se ha mostrado más resistente de lo inicialmente previsto, y en los meses transcurridos de 2023 parecen advertirse señales de un renovado dinamismo, según el informe anual del Banco de España. En conjunto, el crecimiento del PIB real se situó en el 5,5% en 2022 en España (3,5% en el área del euro), con un crecimiento Inter trimestral de la economía española del 0,5% en el primer trimestre de 2023 (0,1% en el área del euro).
Si se toma como referencia el momento previo al inicio de la pandemia, el nivel del PIB real se sitúa todavía un 0,2% por debajo del observado entonces (2,5% por encima en el área del euro).
A la resiliencia de la economía habrían contribuido la reversión de las perturbaciones de oferta previas, que se concretó en un descenso de los precios energéticos en los mercados internacionales a partir del verano —al haberse disipado los escenarios más adversos de evolución de la crisis energética—, y la resolución gradual de los cuellos de botella en el comercio internacional surgidos en 2021, lo que llevó a una progresiva moderación de la inflación a partir del otoño.
Colchones de ahorro
Además, los hogares disponían de amplios colchones de ahorro acumulados durante la pandemia, el repunte de la demanda tras el COVID-19 siguió generando efectos positivos y la transmisión del giro restrictivo de la política monetaria aún no era completa. Todo ello, en un contexto en el que la actividad se ha visto favorecida por el impulso fiscal proporcionado por las medidas desplegadas por las autoridades para paliar las repercusiones de la crisis inflacionista.

En este sentido, desde el estallido de la crisis financiera global, la economía española ha mostrado un patrón de crecimiento que ha permitido una corrección parcial de los desequilibrios acumulados en la fase expansiva previa. / EP
En este período, ha sido particularmente destacable el crecimiento del empleo, favorecido por la moderación salarial, con un aumento del número de ocupados acumulado desde el inicio de la pandemia superior al de la actividad y de las horas trabajadas.
En términos de su composición, el repunte en los servicios ha sido el motor del crecimiento, especialmente en la primera mitad de 2022. Por el contrario, las ramas de manufacturas intensivas en consumos energéticos se han visto más afectadas por el encarecimiento de estos inputs.
Asimismo, destaca el dinamismo de las exportaciones, que mostraron una contribución elevada al crecimiento del PIB. Es especialmente reseñable la recuperación del turismo internacional, si bien las exportaciones de servicios no turísticos también están mostrando un comportamiento muy expansivo.
Inflación en descenso
Como resultado, la disminución del superávit por cuenta corriente fue relativamente moderada en 2022, a pesar del fuerte ascenso de los precios energéticos. El repunte de la inflación en España, que comenzó en 2021 y se intensificó en 2022, ha sorprendido por su intensidad y persistencia, al igual que en el resto del área del euro. Inicialmente, la inflación se vio impulsada por el componente energético.
Pero este repunte se fue trasladando, a lo largo del año, tanto a los precios de los alimentos como a los del componente subyacente (esto es, bienes no energéticos y servicios). Tras alcanzar un pico en el último verano, la inflación comenzó a descender, tendencia que se ha prolongado hasta la actualidad.
Esta disminución obedece fundamentalmente a la fuerte desaceleración de los precios energéticos, y, solo muy recientemente, se ha observado una ligera reducción de la inflación subyacente.
Perspectivas para los próximos años
De acuerdo con las últimas proyecciones del Banco de España se espera que la economía española presente un grado creciente de dinamismo en los próximos trimestres. En el conjunto de 2023, el avance del PIB se moderaría sustancialmente respecto al de 2022, pero la aceleración progresiva de la actividad permitiría que el crecimiento del PIB superara el 2%, en promedio anual, en 2024 y 2025.
De hecho, la información más reciente muestra un crecimiento de la actividad mayor que el previsto en el primer trimestre de este año, lo que, junto con la revisión reciente de la serie histórica, sugieren que el PIB real podría crecer este año por encima del 1,6% previsto en nuestras últimas proyecciones.
Al incremento del ritmo de avance del producto contribuirán, entre otros factores, la disminución prevista de las presiones inflacionistas (con la consiguiente recuperación de la confianza y de las rentas reales de los agentes), la desaparición de las disrupciones en las cadenas productivas globales y el despliegue de los fondos vinculados al programa Next Generation EU (NGEU).
No obstante, estas proyecciones están sujetas a una incertidumbre muy elevada, y existen riesgos de que se materialicen escenarios menos positivos. En particular, la eventual duración de la guerra sigue siendo la principal fuente de riesgo para Europa.
El curso futuro de la economía mundial también es motivo de preocupación, en un contexto de endurecimiento de la política monetaria a nivel global y de riesgos geopolíticos significativos, a lo que se han añadido las dudas sobre el impacto y la persistencia de las tensiones financieras recientes.
Además, en el ámbito interno, subsisten incertidumbres acerca de la posible contribución al consumo privado del ahorro acumulado por los hogares durante la pandemia, y en torno al ritmo de ejecución de los proyectos asociados al programa NGEU.
Del mismo modo, las perspectivas de crecimiento dependerán crucialmente de que se concrete la desinflación proyectada. Una mayor persistencia de tasas de inflación elevadas ralentizaría la 1 Proyecciones macroeconómicas de la economía española (2023-2025).
El repunte de la inflación en España, que comenzó en 2021 y se intensificó en 2022, ha sorprendido por su intensidad y persistencia, al igual que en el resto del área del euro. Inicialmente, la inflación se vio impulsada por el componente energético.
Los retos de medio plazo y el papel de las políticas económicas
De acuerdo con las últimas proyecciones del Banco de España, se espera que la economía española presente un grado creciente de dinamismo en los próximos trimestres. En el conjunto de 2023, el avance del PIB se moderaría sustancialmente respecto al de 2022, pero la aceleración progresiva de la actividad permitiría que el crecimiento del PIB superara el 2%, en promedio anual, en 2024 y 2025.
De hecho, la información más reciente muestra un crecimiento de la actividad mayor que el previsto en el primer trimestre de este año, lo que, junto con la revisión reciente de la serie histórica, sugieren que el PIB real podría crecer este año por encima del 1,6% previsto en nuestras últimas proyecciones.

Al incremento del ritmo de avance del producto contribuirán, entre otros factores, la disminución prevista de las presiones inflacionistas (con la consiguiente recuperación de la confianza y de las rentas reales de los agentes), la desaparición de las disrupciones en las cadenas productivas globales y el despliegue de los fondos vinculados al programa Next Generation EU (NGEU).
No obstante, estas proyecciones están sujetas a una incertidumbre muy elevada, y existen riesgos de que se materialicen escenarios menos positivos. En particular, la eventual duración de la guerra sigue siendo la principal fuente de riesgo para Europa.
El curso futuro de la economía mundial también es motivo de preocupación, en un contexto de endurecimiento de la política monetaria a nivel global y de riesgos geopolíticos significativos, a lo que se han añadido las dudas sobre el impacto y la persistencia de las tensiones financieras recientes.
Además, en el ámbito interno, subsisten incertidumbres acerca de la posible contribución al consumo privado del ahorro acumulado por los hogares durante la pandemia, y en torno al ritmo de ejecución de los proyectos asociados al programa NGEU.
El gran desafío: converger más con la UEM
Del mismo modo, las perspectivas de crecimiento dependerán crucialmente de que se concrete la desinflación proyectada. Una mayor persistencia de tasas de inflación elevadas ralentizaría las proyecciones macroeconómicas de la economía española (2023-2025)
La acumulación de perturbaciones negativas en los últimos años ha requerido de la acción decidida de las distintas políticas económicas para mitigar sus consecuencias sobre la economía. Un manejo adecuado de estas políticas seguirá siendo crucial en los próximos trimestres.
Con una visión de largo plazo, resulta fundamental centrar la acción de política económica en España en afrontar los retos estructurales pendientes de nuestra economía, como ilustra la ausencia de convergencia a los niveles de renta per cápita del área del euro en las últimas décadas.
Detrás de esta persistente brecha negativa se encuentran dos deficiencias bien conocidas de la economía española: una baja productividad y una reducida tasa de empleo, que además han presentado tradicionalmente una correlación negativa.
Dado este diagnóstico, el gran desafío consiste en abordar con decisión las reformas que permitan favorecer la convergencia con la UEM. Esta convergencia debe producirse, además, sin aumentar los desequilibrios macrofinancieros, de forma que esta sea sostenible en el tiempo.
En este sentido, desde el estallido de la crisis financiera global, la economía española ha mostrado un patrón de crecimiento que ha permitido una corrección parcial de los desequilibrios acumulados en la fase expansiva previa.
Se ha incrementado la solvencia
Cabe destacar el intenso proceso de desendeudamiento de las familias y las empresas españolas; el incremento de la solvencia y liquidez de los balances de las entidades de crédito, tras el intenso proceso de saneamiento y reestructuración y el reforzamiento del marco regulatorio derivados de la crisis financiera global; la mejora de la competitividad —que ha permitido mantener un saldo positivo de la balanza por cuenta corriente desde 2012, incluso a pesar del estallido de la pandemia y de la crisis energética—; y la reducción del peso en la actividad de la inversión en construcción hasta niveles similares a los del conjunto de la UEM.
No obstante, permanecen algunas vulnerabilidades estructurales que condicionan las perspectivas y la sostenibilidad del crecimiento económico de cara al futuro. Entre ellos, destaca el derivado del elevado nivel de endeudamiento público —que desde el inicio de la crisis financiera ha aumentado en más de 80 puntos su peso en el PIB—, que se acompaña también de un déficit público estructural considerable.
Esta situación constituye una importante fuente de vulnerabilidad para nuestra economía, en particular en un contexto de endurecimiento de la política monetaria, al tiempo que reduce el margen de maniobra de la política fiscal para afrontar eventuales perturbaciones negativas futuras.
Asimismo, el Banco de España, así como otras instituciones y analistas, ha puesto de manifiesto en los últimos años las vulnerabilidades que se derivan del incremento de determinadas dimensiones de la desigualdad en nuestro país, en particular de las relativas a la desigualdad de oportunidades.
Revertir estas tendencias y mitigar sus efectos adversos de manera sostenible en el tiempo requieren el despliegue de actuaciones públicas en ámbitos muy diversos, que deben ser objeto de una evaluación rigurosa en términos tanto de equidad como de eficiencia.
En este contexto, el uso adecuado de los fondos asociados al programa NGEU y un diseño, implementación y evaluación rigurosos y ambiciosos de las reformas incluidas en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) español representan una oportunidad histórica que no podemos desaprovechar.