Destacado / N. L.
Hay que agradecer al actual gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, su gesto de dejarnos ver a los ciudadanos los tesoros artísticos que el Banco se había apropiado para el disfrute de sus altos funcionarios especialmente de los sucesivos gobernadores que en su despacho ostentan cuadros de Goya.
La sala de exposiciones que los acoge se encuentra en el chaflán de su sede de Cibeles, en el madrileño Paseo del Arte. La magnífica exposición inaugural organizada bajo el comisariado de Manuela Mena, antigua subdirectora del Museo del Prado y toda una autoridad de Goya, y Yolanda Romero, historiadora del arte y conservadora del Banco de España desde 2015, se abre con la denominación “2.328 reales de vellón. Goya y los orígenes de la Colección Banco de España’,” que es el dinero que se le pagó a Goya por el primer retrato que realizó para el Banco el primer director del Banco de San Carlos, y miembro de la Inquisición, José de Toro-Zambrano, en 1783, uno de los diez retratos comprados a Goya. En la muestra, aparecen también los retratos de otros gobernadores como el de Francisco de Cabarrús o el del conde de Altamira.
Figuran en la muestra los artistas: Cornelis van Cleve, Mariano Salvador Maella, Giacomo Zoffoli, Francisco de Goya, Pietro Melchiorre Ferrari, Francisco Folch de Cardona, Agustín Esteve y Marqués, Bartolomé Maura y Montaner, Zacarías González Velázquez, Antonio María Esquivel, Vicente López Portaña, Federico de Madrazo, José Gutiérrez de la Vega y Bocanegra, y Benito Soriano Murillo. 28 pinturas, una escultura, un dibujo, siete piezas de artes decorativas, 96 documentos procedentes del Archivo Histórico y Biblioteca del Banco.
Un título significativo
“2.328 reales de vellón” es un título significativo de la condición bancaria de su propietario. Nos recuerda a un brillante banquero fallecido, durante una visita a la sede del banco que dirigía por unos pasillos cuyos cuadros no dejaban ver las paredes, a quien le preguntamos por uno que nos llamó la atención. El banquero nos explicó: “Es un fallido”.

En el retrato de Goya, entre los grifos enfrentados, aparece otro motivo decorativo de interés: el caduceo de Mercurio, las dos serpientes enfrentadas que, a modo de vara, llevaba el dios. Éste aparece sentado y sosteniéndolo en la greca decorativa de la cédula de creación del Banco de San Carlos y es un motivo que aún permanece unido a la simbología del Banco de España en la actualidad, como puede observarse en la decoración de sus verjas. / EP
Esta magnífica colección almacenada desde la fundación cuando era el Banco de San Carlos es quizás la muestra más significativa, más deslumbrante de la arrogancia de la entidad que hacía pensar que más que Banco de España era España del Banco.
Digamos de pasada que entre los cuadros que almacena nuestro banco central se encuentran los retratos de los gobernadores recientes José Ramón Álvarez Rendueles pintado por Isabel Quintanilla, y Mariano Rubio y Luis Ángel Rojo, pintados los dos últimos por Carmen Laffón.
Una duración limitada en una sala permanente
La salida del armario bancario al público tiene una duración limitada, hasta el 26 de febrero de 2022 y puede verse, gratis, de martes a sábado, de 11 a 14 y de 16 a 20 h., para lo que es necesario hacer previamente una reserva telefónica en la sede de la entidad (Teléfono: (34) 91 338 55 79) o por email (archibobe@bde.es).
La muestra tiene una duración limitada pero la nueva sala de exposiciones situada en su sede de Cibeles es permanente. Acogerá un programa de muestras temporales con el que la institución dará a conocer en los próximos años a los ciudadanos el valioso legado artístico y documental que ha ido conservando a lo largo de su dilatada historia. Acogerá en sucesivos periodos otras muestras de pintores y escultores de mérito.
No parece posible que después de este gesto los sucesivos gobernadores se vuelvan a encerrar con su tesoro artístico como hacen con el del oro metálico que almacena su cámara acorazada. La iniciativa no puede tener vuelta atrás y en su nueva sala se irán sucediendo obras de arte accesibles para el disfrute ciudadano en su merecida condición de Museo del Prado bis situado a unos pasos de la gran pinacoteca nacional.
Es un edificio de 110.000 metros cuadrados creado en 1891 por los arquitectos Eduardo Adaro y Severiano Sainz de la Lastra, que en 1999 fue declarado Bien de Interés Cultural, como Monumento Histórico. El Banco de España atesora 4.500 obras de arte creadas desde el siglo XV hasta nuestros días conservadas en la sede central y en sus sucursales repartidas por todo el país.
En presencia del Rey
Tan solemne acontecimiento, el de ofrecer al pueblo lo que es del pueblo, se ha subrayado con la presencia del Rey, que ha aprovechado la oportunidad de contemplar a sus antecesores, incluidos sus padres Juan Carlos y Sofía, en unos momentos críticos para la Monarquía, al tiempo que se reunía con el Consejo de Gobierno del Banco interesado sobre los arcanos de la coyuntura financiera.
Es notable la presencia de los retratos, de los reyes Juan Carlos I y Sofía, pintados por Carmen Laffón, que cierran la galería de retratos reales.
Goya y los orígenes de la Colección Banco de España, explican los organizadores del evento, es una indagación sobre cómo se conformaron los primeros cien años de coleccionismo de esta institución, entre 1782 –año de la fundación del Banco de San Carlos , durante el reinado de Carlos III– y los primeros años del Banco de España, surgido con su nombre actual en 1856, tras la fusión del Banco de San Fernando y el Banco de Isabel II, y cómo estos inicios condicionaron la evolución de la colección posteriormente.
Una oportunidad única
Todo este conjunto excepcional de obras, que constituye el núcleo central de la colección clásica del Banco de España, se muestra por primera vez, por lo que es una oportunidad única para conocer el origen de esta colección ilustrada, una de las más importantes del país y del conjunto de los bancos centrales.
La exposición analiza el papel desempeñado por los bancos antecesores en la configuración de este legado artístico, no sólo a través del magnífico conjunto de pinturas encargadas o adquiridas durante el periodo histórico analizado, sino también a través de los documentos, libros, impresos o billetes procedentes del Archivo Histórico y la Biblioteca del Banco de España.
Junto a la galería de retratos integrada por directores, gobernadores, miembros de la Monarquía y otros personajes vinculados con la historia de la institución, también se exhiben elementos de su fondo de artes decorativas como relojes, mobiliario u objetos de platería.
Entre los modernos destacan las obras de Picasso Homme couché et femme assise y de Tàpies Signos y Cadena y Forma de 8 sobre gris negro, así como la Figura femenina reclinada o Mujer de azul de Togores, la Naturaleza muerta con As de Trébol, de Pancho Cossío, y el Bar amb Vidriera, de Miquel Barceló.
El conde de Floridablanca, ‘ministro’ de Obras Públicas
La exposición se ha estructurado en dos secciones:
la primera de ellas recoge el legado recibido del Banco de San Carlos, compuesto por los retratos de sus directores iniciales y del grupo de ilustrados que impulsó la creación del Banco. Debidos casi en su totalidad a Francisco de Goya, se han reunido diez retratos del artista esenciales para conocer cómo Goya se introduce en los círculos ilustrados y en la Corte, tras establecerse en Madrid, en ese periodo tan singular de su ascenso en la década de 1780. Destaca en este conjunto el que se considera el primer gran retrato de carácter áulico de Goya: el del conde de Floridablanca (1783), en el que el artista utilizó con maestría todos los elementos alegóricos propios del género. Goya ha situado a un lado del ministro los planos de las obras públicas que impulsó –como el Canal Imperial de Aragón– y que constituyeron la política más avanzada técnicamente y la más beneficiosa de su gestión. A la izquierda, su apoyo esencial a las artes encarnado en la figura de Goya, que se autorretrata dentro del cuadro.

El retrato de Francisco de Cabarrús, el gran financiero y comerciante, ideólogo del Banco de San Carlos, aparece con un extraordinario atuendo de seda verde, color simbólico de la riqueza, que alude a sus aptitudes para engrandecer la economía del país. Cabarrús simboliza el ascenso de una nueva clase social, la burguesía, que Goya supo retratar renovando el concepto de la imagen del poderoso, que hasta entonces había estado destinada, en España, únicamente a la aristocracia.
Cumplir con sus obligaciones religiosas
La exposición reúne, asimismo, un reducido grupo de obras de iconografía religiosa que formaron parte del Oratorio de la primitiva sede del Banco en la calle de la Luna. Resulta revelador que el motivo esgrimido para habilitar la capilla en el propio establecimiento estuviese claramente relacionado con la preocupación del Banco por la productividad de sus empleados, que de ese modo podrían cumplir con sus obligaciones religiosas sin tener que abandonar el edificio.
La segunda parte de la exposición se ha dedicado a las obras que se incorporan al conjunto durante el siglo XIX procedentes del Banco de San Fernando, el de Isabel II y del Banco de España en sus primeros años. Se abre este capítulo con el monumental retrato de Fernando VII, considerado una de las obras cumbre de Vicente López, que permite al artista hacer alarde de sus grandes dotes dibujísticas y de su capacidad para la reproducción de texturas.
Los nuevos encargos o adquisiciones del periodo decimonónico se centraron en el retrato áulico, como muestra la presencia de las efigies de Isabel II o Fernando VII.
Los primeros billetes españoles
Un capítulo especial de la muestra lo constituyen las acciones, billetes, publicaciones y otros títulos emitidos por el banco que reflejan no sólo su actividad económica o administrativa, sino también la atención que se prestó a estos elementos que contribuían a impulsar las artes gráficas. Se pueden ver los primeros billetes españoles de nuestra historia: las llamadas cédulas del Banco de San Carlos estampadas en papeles de diversos colores, con bellísimas filigranas y motivos, debidos a destacados artistas y grabadores de la época.
La sala Goya
Lo que más está gustando a los visitantes es la sala dedicada a Goya. Destacan los organizadores la certera elección del aragonés como uno de los artistas a los que confiar la tarea de salvaguardar la memoria de la institución que inicia la tradición, conservada hasta el presente, de encargar retratos oficiales de los dirigentes vinculados al establecimiento.

Esta tradición ha dado lugar a una galería de imágenes que con el paso del tiempo se ha convertido, en palabras de Javier Portús, en «uno de los mejores conjuntos que existen para estudiar la evolución del retrato oficial en España desde el final de la Edad Moderna y durante toda la Edad Contemporánea».
Sostiene Manuela Mena que el famoso retrato de Carlos III se ha tenido como uno de los peores del conjunto que Goya realizó para el Banco de San Carlos entre 1784 y 1788. Sin embargo, su pago el 29 de enero de 1787 junto con el de los retratos del conde de Altamira y del marqués de Tolosa, alcanzó 10.000 reales de vellón y altamente valorado al ser colocado en la Sala grande de Juntas de Gobierno como único cuadro de la misma, en la zona más representativa de la institución.
Símbolos del comercio y la riqueza
La iconografía de este retrato real era coherente con la función del Banco, ya que los grifos, seres mitológicos con cabeza de águila y a veces orejas puntiagudas, alas y cuartos traseros de león, tenían la misión de guardar el oro y otros tesoros de los dioses. En el retrato de Goya, entre los grifos enfrentados, aparece otro motivo decorativo de interés: el caduceo de Mercurio, las dos serpientes enfrentadas que, a modo de vara, llevaba el dios. Este aparece sentado y sosteniéndolo en la greca decorativa de la cédula de creación del Banco de San Carlos y es un motivo que aún permanece unido a la simbología del Banco de España en la actualidad, como puede observarse en la decoración de sus verjas.
El caduceo, utilizado también por los alquimistas como símbolo de la transmutación del mercurio en oro, se tuvo desde sus orígenes como emblema del comercio y se ha utilizado como insignia de instituciones dedicadas al estudio y a la enseñanza de la economía. En el cuadro de Goya, Carlos III está justamente ante esos dos símbolos unidos que representaban el comercio y la riqueza, así como su conservación y aumento por el recién creado Banco de San Carlos.
Con Derecho a Réplica / José Segura Clavell. Director general de Casa África
El planeta (y África) ante la
COP-26
Se ha iniciado la esperada COP-26, la llamada Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático en la que, bajo el auspicio de Naciones Unidas, los países se comprometen a las medidas que adoptar conjuntamente para paliar el calentamiento global y tratar de frenar, en la medida de lo posible, el grave impacto que ya está causando el cambio climático por todo el globo terráqueo. La Conferencia se desarrollará entre el 1 y el 12 de noviembre, en un encuentro que reúne en Glasgow (Escocia) a más de 25.000 personas.
Es, en mi opinión, la COP más importante de los últimos años. Pese a que la COP-25 fue en Madrid, quizás no había habido una cita tan necesaria desde la COP-21, (2015) que culminó con el Acuerdo de París para la reduccíón de las emisiones. El objetivo de este Acuerdo, recordemos, fue el de evitar el escenario crítico del aumento en 2 grados de la temperatura media del planeta, ajustando las emisiones de cada país y estableciendo sanciones si se superaban para limitar ese calentamiento a 1,5 grados en estos próximos decenios. Fue suscrito por 196 países.
Hoy, cinco años después, el escenario no es nada halagüeño, Que los efectos del calentamiento global son cada vez más evidentes y notorios… no hay ninguna duda sobre eso. La situación, y eso hay que dejarlo bien claro, es crítica.
Un reciente informe de la Organización Meteorológica Mundial plantea el escenario de forma muy clara:
a) las emisiones de gases de efecto invernadero siguen subiendo hasta cifras récord,
b) las emisiones de CO2han vuelto al escandaloso ritmo que tenían antes de la pandemia;
c) el incremento del nivel del mar se ha acelerado, y con ello la amenaza directa a muchas vidas y modos de vida en las costas de los lugares más perjudicados;
d) los episodios de calor extremo, lluvias torrenciales e inundaciones son cada vez más habituales por esta causa;
e) hay ya un 40% de posibilidades que el año 2025 sea ya de media 1,5 grados centígrados más cálido que la época preindustrial, cumpliéndose pues la cifra que el Acuerdo de París quería consolidar durante este sigo y que, de seguir así, aumentará hasta la cifra fatal de los 2 grados;
y f) la pandemia de la Covid-19 ha aumentado fuertemente las amenazas a la salud vinculadas a la escasa calidad del aire, los incendios forestales o las olas de calor.
Todo ello nos sitúa en un escenario que provoca cambios en el sistema climático que no tiene precedentes… en los últimos ¡1000 años!, según esta organización de Naciones Unidas. Por ello no creo exagerar cuando digo que esta nueva Conferencia sobre el cambio climático es de extrema importancia para todo el planeta, y más teniendo en cuenta el momento en que estamos: en el proceso de salida de una pandemia que no solo lo ha complicado todo sino que han exacerbado las diferencias, alentado los extremismos y polarizado cada vez más al mundo. El partido, pues, se juega en un contexto extremadamente complicado.
“El lunes 1 de noviembre, empieza en Glasgow (Escocia) la nueva Conferencia de las Partes sobre el cambio climático, un evento en que el mundo se juega muchísimo y que requiere de consensos y soluciones valientes para frenar el progresivo calentamiento. África, el continente que más sufre los efectos del cambio climático, acude a la cita sabiendo que es el que menos contamina”
En todo este panorama, África es de los continentes que más se juega en esta COP-26. Los efectos de estos procesos se hacen sentir en África más que en ningún otro lugar. En Sudán del Sur están viviendo las peores inundaciones en 60 años, llevan tres años seguidos de poblados y regiones anegadas por el agua a causa de lluvias torrenciales, que han venido a lastrar aún más la mochila del desarrollo de un país que salía de una guerra civil de cinco años y de un gobierno constantemente embrutecido por la corrupción. En países como éste, el cambio climático ya está en el primer lugar de la lista de emergencias. Porque las inundaciones recurrentes como éstas, no lo olvidemos, provocan la pérdida de las cosechas, las consiguientes hambrunas y, tras ello, la aparición, por decenas de miles, de los que ya se conocen oficialmente como refugiados climáticos: gente que huye en búsqueda de tierras de las que pueda comer y garantizar su supervivencia.
Un interesante artículo que publicó recientemente ‘The Conversation Africa’ ponía cifras económicas a este impacto: el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que el África subsahariana sufre en estos momentos pérdidas de más de 520 millones de dólares anuales en daños económicos directos como consecuencia del cambio climático desde principios de este siglo, es decir, en los últimos 20 años. El coste que la respuesta del continente debería dar a los retos que plantea el cambio climático se estima entre 7.000 y 15.000 millones de dólares anuales, cifra que se disparará hasta los 35.000 millones de dólares anuales en 2050. Para ese año, se prevé que el cambio climático le costará a África el 4,7% de su PIB, una cifra que, no nos engañemos, puede lastrar enormemente su potencial desarrollo, que es enorme dadas las perspectivas demográficas que tiene el continente.
Ante este escenario, los países africanos deben ser muy tenidos en cuenta en esta COP-26, y el mundo debe hacer un esfuerzo para ayudarles. En varios foros, por ejemplo, los países africanos han mostrado su temor a que, en un momento en que algunos están viendo la luz en su horizonte económico al disponer de reservas de gas, se les corte la posibilidad de explotarlo y desarrollar su sector industrial con ello. Es el temor a lo que en otras disciplinas se llama ‘la patada a la escalera’, es decir, impedir que alguien suba con lo mismo que te ha permitido subir a ti unos años antes. Este es un debate que seguro será complejo y en el que los africanos querrán hacer oír su voz de forma conjunta.
El 80 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo son de los países pertenecientes al G-20, es decir, de los países ricos. África no emite ni un 4% de estos gases, como ya he escrito en otras ocasiones, pero sus efectos ya se expresan en número de fallecidos, de víctimas de hambrunas extremas y de refugiados climáticos más que en ningún otro lugar del mundo.
Será fundamental que de esta Conferencia de las Partes surjan acuerdos que permitan un mejor y más fácil acceso de los países en desarrollo a la financiación para acometer iniciativas que permitan minimizar los efectos de este impacto directo. Al mismo tiempo, los propios países africanos deben comprometerse a centrar sus esfuerzos en poner en marcha medidas de adaptación al cambio climático.
Nunca las energías renovables habían sido tan baratas como lo son ahora. Países como Marruecos, por ejemplo, son líderes mundiales en aprovechar la energía solar o Kenia, por poner otro ejemplo, tiene proyectos interesantísimos en geotermia que le permitirán en 2030 haber reducido hasta un tercio sus emisiones.
Espero que todos los asistentes y personas que tomarán decisiones en esta COP-26 sepan estar a la altura de las circunstancias y que apuesten por decisiones audaces y contundentes para frenar la espiral en la que estamos metidos. Nos estamos jugando el planeta. Y esto hace tiempo ya que ha dejado de ser una broma.