Destacado / N. L.
La fusión, forzada, a palos mayormente por el Banco de España siguiendo las instrucciones del Banco Central Europeo (BCE), de la andaluza Unicaja y de Liberbank, liderada por Cajastur en compañía de Banco CCM, Caja de Extremadura y Caja Cantabria, hace menos de un año no sale del carajal debido a la pugna de ambiciones personales, básicamente en el triángulo formado por los andaluces Azuaga y Medel y el asturiano Menéndez.
En realidad, son pocas las fusiones que transcurren pacíficamente, pues predomina la lucha personal por el poder sobre las angélicas justificaciones de complementariedad, sinergias y otras zarandajas. En este caso actúan connotaciones geográficas, al fusionar Málaga con Oviedo, doblando el mapa de España, una circunstancia que es utilizada por el presidente de Unicaja, Manuel Azuaga, para atrincherarse en el andalucismo contra el asturiano Manuel Menéndez y su aliado, Braulio Medel, a quien acusan de traición, de entregar el tesoro andaluz al asturiano, al pez pequeño –la relación accionarial entre Unicaja y Liberbank es de 60-40%– cuando se cumplan las previsiones sucesorias, a mediados de 2023.
Azuaga aplica tenazmente su capacidad enredadora, incluso a nivel político, para quitar a Medel la presidencia de la Fundación y colocar en su lugar a un político de su confianza que no se inmiscuya en la gestión del banco, haciendo valer supuestos delitos que han sido sobreseídos por la Justicia, como su participación en el proceso de los ERE.
Pura demagogia al apelar torticeramente al sentimentalismo regional, pues en ningún momento se ha puesto en cuestión que la sede y la Fundación que preside Medel siga en la ciudad de Málaga. Y, desde luego, nadie discute que la entidad fusionada se denomine Unicaja, el nombre elegido cuando en 1991 se fusionaron las Cajas de Ahorros de Ronda, Cádiz, Almería, Málaga y Antequera, a las que se sumó la Caja de Jaén en agosto de 2010.
Solución salomónica
La pugna por el poder entre el presidente de Unicaja, Azuaga, y el de Liberbank, Manuel Menéndez, se resolvió salomónicamente colocando al primero en la presidencia ejecutiva por un par de años, cuando cumplirá 75, y al segundo, como CEO también ejecutivo, aunque no primer ejecutivo como Azuaga, a quien se le destinaría pasado el bienio a la presidencia del banco. Al parecer, las dos entidades llegaron a un acuerdo verbal por el cual Azuaga podía elegir entre quedarse el puesto de CEO o la presidencia… y eligió la presidencia.

Durante ese bienio de transición, que concluirá a mitad del 2023, la entidad sufre una dualidad afuncional, perfectamente previsible, con la que el Banco Central Europeo tragó para salir del atolladero.
Desde luego, el BCE no contó con que Azuaga quisiera eternizarse en el cargo o al menos impedir que el asturiano se hiciera con todo el poder al superar el bienio transitorio. Solicitó poderes para nombrar un consejero delegado a su salida, al tiempo que reclamaba más potestades que las que disfruta José Ignacio Goirigolzarri en la nueva CaixaBank. Reclamaba plenos poderes.
Por su parte, el Banco Central Europeo quería mantener su esquema, un presidente sin poderes ejecutivos y un CEO con todos ellos, que trataba de imponer como precedente para otras situaciones similares.
Lucha cainita
Manuel Menéndez es un hombre discreto, alérgico a la lucha personal. El gran enfrentamiento está azuzado por Azuaga, el presidente de Unicaja, y Medel, que lo es de la Fundación. Es una lucha cainita, entre hermanos, o entre padre e hijo, pues fue Braulio Medel, el creador de la carrera y el protector contra viento y marea de Azuaga.
Manuel Azuaga Moreno (Málaga, 1947), licenciado en Filosofía y Letras, fue desde que se fusionaron las cinco entidades que dieron lugar a Unicaja, el hombre de confianza de Braulio Medel, quien le fue ascendiendo primero a subdirector, y a continuación a secretario general, una carrera que Azuaga interrumpió cuando pidió la excedencia al ser nombrado por la ministra Magdalena Álvarez presidente de AENA. Cuando Azuaga volvió a Málaga, Medel le encargó, en 2010, coordinar el proceso inicial de fusión que encabezó CajaSur. Cuando fracasó la operación, Medel le designó como su número dos.
Ahora Azuaga se lanza con toda su artillería contra su exprotector que, al presidir la Fundación Unicaja, es el primer accionista de la entidad, para lo que Azuaga cuenta con fuertes aliados políticos y sindicales. Medel, que fue un hombre del PSOE, fue viceconsejero de Economía y Hacienda de la Junta de Andalucía, es ahora, el hombre a abatir por todos los partidos, excepto el PP.
Manuel Azuaga afronta a finales del próximo abril su reelección ordinaria como consejero ejecutivo, que primero debe aprobar el Consejo y después la Junta de Accionistas. El Consejo del grupo está compuesto por 15 miembros: nueve proceden de Unicaja (cuatro de la Fundación) y seis de Liberbank, la entidad absorbida. Para que un miembro sea reelegido por el consejo necesita la aprobación de dos tercios
Medel, inasequible al desaliento
Sin embargo, Braulio Medel Cámara (Marchena, provincia de Sevilla, 30 de agosto de 1947) no es fácil de abatir. Es doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Complutense de Madrid y catedrático de Hacienda Pública de la Universidad de Málaga, desde su fundación en 1971. Es el presidente del Consejo Consultivo de Iberdrola en Andalucía e hijo predilecto de su pueblo natal, Marchena.

Acusado por sus adversarios de haber gestionado Unicaja durante 25 años como si fuera su cortijo, cuenta con el poder que le proporciona el control de cuatro de los nueve consejeros que aporta Unicaja, todos ellos dominicales,(Petra Mateos-Aparicio, Teresa Sáez, Juan Fraile y Manuel Muela). Petra Mateos, catedrática, nacida en La Solana (Ciudad Real), socialista de muchos años, se desenvolvió con habilidad pasmosa con todos los lideres que se han sucedido al frente del partido, desde que fue jefe de gabinete del ministro Miguel Boyer, y ha ocupado entre otros puestos la presidencia de Hispasat por la gracia del entonces ministro e Defensa, José Bono.
No se le oculta a Azuaga la inmensa capacidad de enredo para hacerse con el máximo poder de hecho de Braulio Medel, un personaje carismático que, como dijimos, ha regido los destinos de la entidad durante 25 años, quien como presidente de la Fundación Unicaja y principal accionista de la entidad es el primer accionista del banco con algo más del 30% de su capital. Medel quiere emular el poder de Isidro Fainé en la vieja y en la nueva Caixabank por medio de la Fundación Bancaria Caixabank, que es el primer accionista por medio del holding Criteria. Medel insta a la entidad a desarrollar un plan de negocio rentable que maximice el dividendo, ya que la Fundación vive del dividendo, como también ocurre con La Caixa en Caixabank.
A Medel, introvertido y parco en palabras, que no se presta a entrevistas, ni interviene en actos públicos, parece que le resbalan las maniobras de Azuaga y se pasea por Sevilla orgulloso de su poderío aunque no sin abucheos.
Lo que es más preocupante para él es que está siendo investigado por el Ministerio de Economía y por el Banco de España, a cuyas sedes ha tenido que desplazarse la pasada semana para la investigaciones que están haciendo ambos entes respecto a la impugnación que han presentado los patronos críticos de la Fundación por haber convocado Medel una reunión clave durante la Navidad.
El quinto banco representa el funeral extinguido de las cajas de ahorros
Medel puede enorgullecerse de haber contribuido como nadie a lograr el nacimiento del quinto banco del país, que ha aglutinando el negocio de veinte antiguas cajas de ahorros.
La nueva Unicaja cuenta con una plantilla de casi 10.000 empleados, 6.274 aportados por la entidad malagueña, de los que se despedirán entre 1.500 y 2.000 personas. La red comercial tiene más de 1.600 oficinas, repartidas por Andalucía, Castilla-La Mancha, Asturias y Cantabria. Ostentará una alta capitalización con un capital de alta calidad por encima del 14%.
La adquisición en Miércoles Santo de Liberbank, caja de cajas, por Unicaja, una fusión artificiosa pero forzada, representa el funeral del extinguido universo de las cajas de ahorros. Una fusión precedida unos días antes por la compra de Bankia, la antigua Caja Madrid, por Caixabank, procedente de La Caixa por excelencia, para constituir el primer banco español, culmina el cuadro de un nuevo panorama financiero.
En realidad, todas las fusiones son artificiosas, con sinergias inventadas ‘ad hoc’, pero, artificiosas o no, los actuales matrimonios responden a las órdenes del Gobierno español respondiendo a las instrucciones del Banco Central Europeo (BCE).
Fusión o muerte
El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, lleva algunos años tirando de las orejas a los banqueros por palabra y por escrito sobre las debilidades del sector con demasiados activos improductivos, escasez de capital y baja rentabilidad. El gobernador está convencido de que las fusiones son la respuesta a la difícil situación de los bancos, entre otras razones por el Covid-19.
Tanto el presidente de la Autoridad Bancaria Europea (EBA), Andrea Enria, como la presidenta del Mecanismo Único de Supervisión (MUS), Danièle Nouy, sostienen que hay en Europa más bancos de los necesarios y optan por la desaparición de entidades inviables. Martillean con el mensaje de boda o muerte; que los pequeños y medianos se casen si no quieren morir en el intento y parten de que no basta con ampliar capital como había hecho el Popular desesperadamente.
Lo importante para los mandatarios financieros europeos no es tanto que el banco esté muy capitalizado como que sea realmente rentable. Por supuesto, se exige del banco absorbente del enfermo que goce de buena salud.
Doblar el mapa para pegar Málaga con Oviedo
No es extraño que en la fusión de la malagueña Unicajam presidida por Manuel Azuaga, 74 años de edad, con Liberbank, integrada por Cajastur, el Banco de Castilla-La Mancha, Caja de Extremadura y Caja Cantabria, bajo el liderazgo de la primera, presidida sin poderes ejecutivos hasta la fusión por el cántabro Pedro Rivero, de 82 años de edad, y gobernada por el asturiano Manuel Menéndez, de 61 años, se tomaran precauciones.
En el caso de la unión de Unicaja con el grupo Liberbank, el artificio es evidente aunque la necesidad imperiosa, ante la impaciencia de la autoridad monetaria, que estaba harta de contemplar cómo una y otra entidad arrastraban los pies durante dos años resistiendo las indicaciones gubernamentales.
Es tan artificiosa que se dobla el mapa para pegar Málaga con Oviedo, cuando una de las peculiaridades de las cajas era justamente su patriótica territorialidad. Territorios tan alejados presentan al menos una ventaja: la de una menor duplicidad en las redes.
Medel mandará en la sombra pero, efectivamente, como Isidro Fainé, presidente de la Fundación de Caixabank y de Criteria, así como vicepresidente de Telefónica. Tan es así que los consejeros llamados ‘dominicales’, con algunas excepciones, son escasamente dominicales, o sea, propietarios, como ocurre en Caixabank, en que se confunde la figura de los dominicales con los ‘independientes’. Las excepciones son las tres fundaciones procedentes de Cajastur, Caja Extremadura y Caja Cantabria; el fondo Oceanwood, con un 7%, así como el empresario andaluz Tomás Olivo; el mexicano Ernesto Tinajero; la familia Masaveu y los dueños de la empresa textil Mayoral.
Dos gobiernos presionaron
Manda la autoridad monetaria desde Bruselas, Fráncfort y la Cibeles de Madrid, como se ha visto en la compra de Bankia por Caixabank y como en la fusión que nos ocupa.
Los personajes clave en el diseño fueron, en su día, el ministro de Economía Luis de Guindos, y en la actualidad Nadia Calviño/Pablo Hernández Cos; y Andrea Enria/Christine Lagarde/Luis de Guindos, aunque los matrimoniables hayan sido educadamente consultados y disponen de un importante papel en las capitulaciones.
Obviamente, los responsables de los bancos aludidos disponen de un amplio campo de autonomía para los detalles de la fusión, así como la venta a sus respectivos accionistas que, por cierto, según el comportamiento bursátil, deben estar descorchando sin cesar botellas de champán.
Hemos pasado en pocas semanas de las presiones a las fusiones. La orden fue enviada inequívocamente por las autoridades monetarias de la Comisión Europea, del BCE y del Banco de España y de forma apremiante por Andrea Enria, presidente del Consejo de Supervisión del Banco Central Europeo, que pronunció la impronunciable palabra “quiebra” en un dramático aviso al sector y a las autoridades nacionales basadas en la convicción de que la pandemia exige fusiones a la obediente puesta en marcha de dichas instrucciones que han cambiado el mapa bancario español, dejando el 70% del mercado en las manos de tres grandes bancos. El miedo a las quiebras se ha impuesto sobre las exigencias de una buena competencia. Ahora tenemos un bonito oligopolio bancario que se une al oligopolio eléctrico que venimos sufriendo.