La crisis económica derivada de la pandemia ha llevado a los 27 Estados miembros a tomar la inédita decisión de dotar a la Unión Europea de un presupuesto conjunto extraordinario de 750.000 millones de euros para hacerla frente. De ellos, 140.000 millones de serán para España. Nuestros expertos coindicen en que nuestro país tiene una oportunidad histórica de cambiar su modelo económico por otro más competitivo, moderno, sostenible e integrador. El Gobierno tiene un año para diseñar, junto a las empresas, los planes que lo hagan posible. Sobre cómo enfocar estos proyectos han debatido el director de Análisis de MG Valores, Nicolás López; la economista jefe de Singular Bank, Alicia Coronil, y el catedrático de Economía Aplicada de la UNED, Juan Iranzo.
No es la primera vez que España recibe ayuda de Europa, pero sí la primera que supone una oportunidad histórica de cambiar de modelo económico. Como recuerda Nicolás López, director de inversiones de MG Valores, se puede hacer un ejercicio retrospectivo y valorar como lo hizo España en las dos ocasiones anteriores en la que recibimos fondos de cooperación, los de cohesión cuando entremos en la UE y luego, los fondos estructurales, como los fondos FEDER, en un periodo posterior (Ver apoyo). Pero lo que está claro es que ahora tenemos una tercera oportunidad. Esta inyección de dinero, equivalente al 11% del Producto Interior Bruto (PIB) español, se irá entregando entre 2021 y 2023. Durante los dos próximos años llegará el 70% del total, mientras que el 30% restante se distribuirá a partir de 2023. No será hasta mediados de 2021 cuando se prevé que los fondos empiecen a llegar. “Hay tiempo, por tanto, para que el Gobierno presente un buen plan”, señala nuestro experto.
Nicolás López: “Nos encontramos con 70.000 millones, que son la parte que nos llegará en forma de transferencias, que son una oportunidad de oro para llevar a cabo planes y reformas importantes que, creo, deberían ir más allá que poner parches”
“Una amenaza es que no haya una estrategia clara y se esté al albur de cada petición, de planes dispersos. Que sea algo como el ‘Plan E’, y nos encontremos con que finalmente no tenga un impacto en la economía más allá del impacto directo de estar gastando dinero”
Las bases están definidas. El Fondo de Recuperación y Resiliencia ya marca unas líneas generales de hacia dónde se tiene que caminar. Las cuatro grandes líneas son: la sostenibilidad del medio ambiente, mejora de productividad, equidad y estabilidad macro. Se habla de activación de tecnologías limpias, todo el desarrollo de carga y repostaje de los vehículos eléctricos, temas de conexión y banda ancha, de 5 G, digitalización de la administración etc. Además, la UE lo enlaza con las recomendaciones que se hacían en el semestre europeo a cada país de sus debilidades concretas, de qué y cómo tenían que mejorar cuestiones concretas. En el caso de España ya se nos había recomendado reforzar la sanidad, hacer un ajuste presupuestario a medio plazo, controlar la temporalidad laboral, llegar a un pacto para la educación… toda una serie de reformas estructurales que en España no acabamos de hacer. “En definitiva, señala López, nos encontramos ahora con 70.000 millones de euros, que son la parte que nos legará en forma de transferencias o ayudas directas, que son una oportunidad de oro para llevar a cabo planes y reformas importantes que, creo, deberían ir más allá que poner parches, y que pueden marcar si la economía española va a ser capaz de seguir el ritmo de los grandes países europeos. No cabe duda de que la economía mundial está en una fase de transformación y que si no te subes a ese carro te acabas quedando como un país secundario”.
Alicia Coronil, economista jefe Singular Bank, está de acuerdo en que “efectivamente, ésta puede ser una oportunidad para que nuestro modelo productivo gane en diversificación y se apueste por un mayor dinamismo tanto en la creación de nuevas empresas como en fomentar el crecimiento de nuestras empresas. Pero para lograrlo es vital modernizar y adaptar nuestro marco regulatorio, fiscal y laboral a las transformaciones económicas, comerciales, tecnológicas y geopolíticas que la crisis del Covid19 ha acelerado. Para ello es necesario contar con las empresas, que han sido clave en la recuperación de la economía española tras la crisis financiera de 2009. Transformar un modelo económico no puede hacerse sin tener en cuenta la visión de las empresas y los planes de recuperación y reformas que se están adoptando en los países de nuestro entorno”.
“Los fondos NextGeneration UE, continúa Coronil, son esenciales para apoyar una recuperación económica sostenible e integradora tras el impacto socioeconómico que generará la pandemia, que previsiblemente dado la actual situación epidemiológica que afrontamos, no sólo puede provocar una doble contracción en la economía española, sino también reducir la senda de recuperación en 2021. En este sentido, son claves que los proyectos e iniciativas que se desarrollen estén alineados con las tendencias que acelerarán esta crisis sanitaria: digitalización, transición energética, reconfiguración de las cadenas de valor y seguridad estratégica. Sin embargo, su impacto podría verse limitado si no se acompañan de las reformas que ya necesitaba nuestro país antes de la disrupción de la crisis del Covid-19 como son la educación con mayor peso de la formación profesional dual y mejor orientación, garantizar la seguridad jurídica, una nueva reforma laboral que reduzca la dualidad y dote de mayor flexibilidad a nuestro mercado de trabajo, un sistema fiscal más eficiente y competitivo, reducir las cargas burocráticas y rediseñar las políticas activas de empleo, para apoyar la transición del talento hacia los sectores que crearán empleo.
Alicia Coronil: “Es necesario contar con las empresas, que han sido claves en la recuperación de la economía española tras la crisis financiera de 2009. Transformar un modelo económico no puede hacerse sin tener en cuenta su visión”
“Puede que el sentido de urgencia favorezca una mejor gestión de los fondos, pero también dependerá de si somos capaces de mejorar la coordinación entre administraciones, eliminar trabas burocráticas o crear métricas eficientes de evaluación”
Todo ello sin olvidar que para su éxito es clave diseñar proyectos basado en la colaboración público-privada y con la visión y participación del tejido empresarial español, por lo que sería deseable crear una oficina independiente que establezca criterios y evaluación propios del sector privado tanto de los proyectos nacionales como a nivel de la CCAA. Además, sería esencial evitar que den lugar a una mayor fragmentación de la unidad de mercado. Por otro lado, me gustaría señalar que los programas también deberían tener en cuenta a sectores que son esenciales en nuestro país como el turismo y salud, o fortalecer la competitividad de sectores industriales de nuestro país”
Fondos NextGeneration: ‘invertir’ en futuro; no ‘gastar’ en presente
Nicolás López lo tiene claro y apunta que “creo que es muy importante que estos planes estén dirigidos realmente a fomentar el I+D+i en España. En España gastamos el 1,24% del PIB en investigación y desarrollo frente a un objetivo hacia el que tendríamos que dirigirnos, qué sería del 3%. No es lo mismo por ejemplo hacer una red de repostaje de gasolineras eléctricas por toda España, proyecto para el que al final lo que vas a hacer es comprar tecnología a otros sin crear nada propio, que apoyar plataformas de desarrollo tecnológico España con empresas españolas que realmente sean capaces de crear una tecnología propia sobre energía, ya sea de biotecnología, ya sea de inteligencia artificial, de semiconductores… es decir crear centros de que haga que tengamos una estructura productiva, un tejido productivo más competitivo, más productivo, más moderno. ¿No debería ser este el objetivo final cuando gastemos el dinero? Que cuando se acabe el dinero tengamos la capacidad de seguir y por tanto mejorar la competitividad de la economía española, modernizar a nuestro tejido productivo, adaptarnos a las nuevas tecnologías… Gastar dinero es fácil, esto es más difícil”
Y es más difícil, según todos nuestros analistas por varias razones. La primera que su aplicación ha de ir en paralelo con el ajuste presupuestario que hay que hacer. Juan Iranzo, catedrático de Economía Aplicada de la UNED quiere dejar claro que “en ningún caso esos fondos europeos van a venir a resolver problemas de déficit público y de deuda pública, que estamos ya sufriendo y que nos está generando o nos puede generar sobre todo en el futuro ciertos problemas de solvencia. Asimismo, hay que tener en cuenta que esos proyectos tienen que ser autorizados por los países que representan el 60% de la población europea y además van a ser seguidos con minuciosidad. De hecho, existe lo que se llama ‘capacidad alarma’ que cualquier país puede denunciar que los fondos no se destinan al objetivo para los que han sido concedidos, por todo eso también es un riesgo y eso obliga a un cumplimiento estricto de los proyectos a los que se ha asignado los fondos”.
Juan Iranzo: “En ningún caso esos fondos europeos van a venir a resolver problemas de déficit público y de deuda pública, que estamos ya sufriendo y que nos está generando o nos puede generar sobre todo en el futuro ciertos problemas de solvencia”
“Tenemos malos precedentes, porque España ha sido uno de los grandes países perceptores de los fondos europeos, sobre todo a través de la política agrícola común y de la política regional y posteriormente de los fondos de cohesión y no siempre han servido para el objetivo que se pretendía”
“Además, señala Iranzo enlazando con lo que Nicolás López explicaba sobre las otras veces que España ha recibido fondos europeos, hay que tener en cuenta tenemos malos precedentes porque España ha sido uno de los grandes países perceptores de los fondos europeos sobre todo a través de la política agrícola común y de la política regional y posteriormente de los fondos de cohesión y no siempre han servido para el objetivo que se pretendía. Andalucía ha sido la región de Europa que más fondos ha recibido en términos absolutos y sin embargo no ha servido para reducir su diferencial de renta de PIB respecto a la media sino incluso incrementarlo. Con la política agrícola común también en muchas ocasiones ha ocurrido algo similar, como es el caso del cultivo del girasol, que lo que se subvenciona es el cultivo y no la recogida, de manera que esos fondos no siempre han ido a favor de la eficiencia del sector agrario. “Tenemos que cambiar la mentalidad y pensar muy bien lo que puedes permitirte con los nuevos fondos europeos, hay que hacerlo de una manera inteligente y en cualquier caso difícilmente van a aportar cada año 2,5 puntos de PIB al crecimiento respecto a la tendencia”, concluye Iranzo.
Las amenazas a la modernización
Por su parte, López ve tres amenazas en España para desarrollar este plan de restructuración. La primera, que no hubiera una estrategia clara para definir de hacia dónde van a ir estos proyectos. El riesgo es que más que una línea estratégica, se esté al albur de cada petición, de planes dispersos. Que sea algo como el ‘Plan E’, y nos encontremos con que finalmente no tenga un impacto en la economía más allá del impacto directo de estar gastando dinero. Hay que buscar el beneficio para la economía a medio plazo.
La segunda amenaza, sería la fragmentación de recursos, es decir, ligado con lo anterior, creo que es mejor que haya menos planes y más grandes, que tengan una capacidad de arrastre de la economía, un efecto multiplicador, muy centrados en investigación y desarrollo más que infinidad de pequeños proyectos, difíciles además de gestionar.
Y la tercera amenaza, es la propia capacidad de gestión. Como he dicho antes, y también ha señalado Juan, en estos últimos 15 años no hemos sido capaces de ejecutar más que el 40% s de los planes que teníamos presupuestados. Esto plantea desde luego un reto. Gestionar ahora de golpe todos estos proyectos… pues vamos a ver lo que hacemos y si lo hacemos bien. En este sentido, yo creo que sería bueno crear una agencia de innovación que sea un poco la que decida sobre todo la estrategia y sobre los procesos de aprobación de los planes. Una agencia de innovación en la que lógicamente esté la administración, pero también empresas y expertos privados.
Alicia Coronil apunta que “el sentido de urgencia favorecerá una mejor gestión, pero también dependerá si efectivamente somos capaces de mejorar la coordinación entre administraciones, eliminar trabas burocráticas, crear métricas eficientes de evaluación y apostar por la participación de empresas”.
Digitalizar y educar
El catedrático de Economía Aplicada de la UNED, Juan Iranzo, también hay que dejar muy claro diferenciar de los 140.000 millones de euros que parece que al final nos corresponden, 72.000 son transferencias, es decir, a fondo perdido y esos son precisamente los que ha tenido en cuenta el Gobierno dentro del plan de recuperación transformación y resiliencia que acaba de presentar y con el que se pretende fomentar algunos sectores especialmente. Pero no aparecen en ese programa para nada los otros 68.000 millones, créditos a muy largo plazo, hasta el año 2054, que pueden requerir una financiación previa con lo que difícilmente se pueden acometer en las circunstancias actuales. Esa necesidad de financiación previa por parte del Gobierno puede llevar a que se pierdan algunos proyectos como ya ha ocurrido en el pasado con los fondos de cohesión y algunos fondos regionales, señala Iranzo.” Asimismo, hay que tener en cuenta que los sectores que principio, el plan más va a favorecer, son el de la digitalización, en general la modernización de la economía a través de una digitalización, que es buen destino. Además, la mayor parte de la partida fundamental, un 17,1% del total van destinados a la industria, a modernizarla, lo que también parece adecuado. Y lo que está menos claro son los fondos que se dedican a la transición ecológica. En este sentido hay proyectos que pueden estar más o menos definidos, pero otros muchos más ambiguos.
Todos coinciden en que el de la educación debería ser uno de los sectores beneficiados de estos fondos. López señala, por ejemplo, que el alumno reciba una formación profesional, no como una línea separada, sino introducida dentro de la educación ‘normal’. “Es cambiar un poquito el enfoque para que los jóvenes aprendan a manejarse un poco mejor en este mundo en el que, o tienes un cierto conocimiento de herramientas prácticas, o estás perdido. En Alemania, de hecho, desde los 12 años ya establecen quien va a ir por la vía de la formación profesional y quien por la vía más teórica. Me parece que, sin llegar a este extremo, se puede cambiar el enfoque”.
Otros mecanismos
Pensar en el futuro, insisten, porque para solventar los problemas del momento, los derivados de la crisis, la UE ha puesto en marcha otros instrumentos. Como el denominado Plan Sure, créditos a muy bajo interés y sin condicionalidad ninguna que recibirán 15 países, entre los cuales España, que es el segundo mayor beneficiario, solo detrás de Italia. España obtendrá 21.300 millones destinados en gran medida a cubrir los costes de financiación de los ERTE y otras medidas similares, como las prestaciones extraordinarias a los autónomos. La ventaja es el bajo tipo de interés, lo que los hace más útiles a los países con más dificultades para financiarse. A los 100.000 millones del SURE, destinados a evitar el crecimiento del desempleo, se le suman 200.000 del Banco Europeo de Inversiones, y 240.000 millones de créditos del fondo de rescate europeo (MEDE), “al que, por el momento, explica Nicolas Lopez, no se están apuntando los países, que lo entienden como un último recurso porque les inquieta ‘retratarse’ y que les aten de pies y manos”.
Las veces que nuestro país aprovechó las ayudas europeas y las que no

España ha sido durante muchos años la gran beneficiaria del Presupuesto europeo. Negociaciones mediante, con cambios de criterio y distintos objetivos pero puede decirse que la Unión Europea ha invertido en España, más de 270.000 millones de euros. Nicolás López lo desgrana. “España ya recibió mucho dinero en el período 1986- 2006, un período de los denominados fondos de cohesión, con ayudas que estuvieron centradas básicamente el desarrollo infraestructuras, de transporte, energía… Lo que podríamos llamar el ‘hardware’. Recibimos 170.000 millones a lo largo de 20 años, una cifra muy parecida a la que nos van a dar ahora. Y España fue muy eficiente, se ejecutaron al 100% y toda la financiación que se nos dio, se utilizó. Tanto es así que incluso llegamos a recibir sobrantes de otros países que no habían sido capaces de sacar adelante todos los proyectos que habían presupuestado. A partir de 2006 hay un cambio de filosofía. Entramos en esta época de la economía del conocimiento en la que Europa se da cuenta que nos estamos quedando un poco atrás en todo este desarrollo de esa Nueva Economía entonces lo que se fomenta son planes y proyectos que van más en la línea ‘software’ por así decirlo: formación, I+D…. Estos años entre 2006-2020 se nos ha dado unos 97.000 millones, en cambio, hemos pinchado en lo que es la ejecución. No hemos sido capaces lee desarrollar hasta ahora más que el 40% de todo lo que se ha presupuestado para proyectos de este tipo. Parece ser que hacer autopistas, AVE y aeropuertos, se nos da bien y de hecho tenemos muchas y muy buenas constructoras que se dedican a ello en el mundo entero, pero los temas ya más de investigación y desarrollo pues se ve que nos resulta más complicado, no hemos sabido en qué invertir este dinero.” “Ahora, señala López, llega la tercera oportunidad”.