N. D.
No hemos salido de una y estamos en otra. Cuando aún colean las consecuencias económicas de la pandemia, la terrible guerra propiciada por Rusia con la invasión de Ucrania trae nuevas incertidumbres. Por el momento, nuestros analistas creen que la recuperación económica que se venia gestando vuelve a alejarse y, de media, rebajan hasta en ocho décimas el crecimiento esperado. Ponen en duda que el paquete de medidas aprobado por el Gobierno, con actuaciones sobre combustibles, alquileres o créditos ICO vaya a mejorar mucho la situación, aunque sí confían en que, si de algo sirve la crisis que estamos viviendo, sea para repensar el mercado europeo de la energía, con menos dependencia, nuevas fuentes de abastecimiento, más interconexiones y mayor consenso en la fijación de precios.
El agravamiento de las tensiones inflacionistas y el temor al desabastecimiento como consecuencia de la guerra en Ucrania pone cada vez más en peligro la recuperación tras la pandemia. Los analistas no son optimistas especialmente con la recuperación de la economía española. Santiago Carbó, director de Estudios Financieros de Funcas, cree que es muy difícil hacer previsiones porque el panorama es muy incierto. Pero señala: “nosotros en Funcas ya hemos rebajado las previsiones de crecimiento a la baja, pero podrían ser aún peores si la guerra dura más de lo previsto, si el comportamiento de los precios energéticos sigue al alza…. Aún no podemos apoyarnos en como irán otras variables, como el turismo, porque, aunque hay cierto optimismo con sus datos y podría ser lo que contrarrestara algunos efectos, faltan muchos meses para el verano como para darlos por hecho”. Según el panel de previsiones de Funcas de marzo -elaborado a partir de una encuesta realizada entre 19 servicios de análisis-, la economía española crecerá este año un 4,8%, ocho décimas menos de lo esperado, ante la elevada incertidumbre provocada por el contexto bélico.

Iranzo: “Nos encontramos cerca de la estanflación, puesto que es muy difícil que nuestro PIB crezca más del 3% en 2022 y la inflación se sitúe por debajo del 6% al finalizar el año”.
“España debe incrementar las interconexiones eléctricas con Francia y establecer un gasoducto con este país, para dejar de ser una isla energética”
Más o menos en el mismo rango se mueve María Romero, socia directora de Economía de AFI: “Nosotros acabamos de revisar previsiones para economía española a la baja, hasta el 4,3% para este año y 3% para el siguiente. Los sectores más castigados son las industrias pesadas y globalizadas, como la del automóvil, por los impactos negativos que están sufriendo como consecuencia del shock energético y el deterioro de las cadenas de valor globales, pero también el sector primario y la industria agroalimentaria, por el incremento de los precios de ciertas materias primas agrícolas. El sector de la construcción también sería vulnerable, por el aumento del precio de metales, principalmente”.
La economista jefe de Singular Bank, Alicia Coronil, ahonda en el tema: “No cabe duda de que la invasión de Rusia a Ucrania ha revertido la senda de crecimiento que se proyectaba a nivel mundial, europeo y en España, de ahí que veamos una clara revisión a la baja de las expectativas de crecimiento con una mayor impacto en Europa frente EEUU o China. En este sentido, la guerra está provocando el mayor shock de commodities desde la década de los 70, acelerando la pérdida de renta disponible y de rentabilidad de las empresas y el deterioro del sentimiento y la confianza del sector privado. De ahí, que situemos a fecha de hoy las expectativas de avance del PIB en un 4,5% anual y la inflación promedio en un 6,5% anual en 2022. No obstante, son unas previsiones con una elevada volatilidad ya que va a depender de la duración y escenario final de la guerra y de la eficacia de las medidas que adopten los Gobiernos para reducir el impacto de las tensiones inflacionistas en máximos desde la década de los 80 y para evitar una mayor desaceleración de la demanda interna. En cualquier caso, España, a pesar de tener una menor exposición comercial y energética, parte de una mayor debilidad dado que no ha recuperado los niveles de producción prepandemia y registraba unos niveles de inflación superiores al de la Eurozona y sus principales economías. De ahí que se retrasaran a 2023 la recuperación plena del nivel de PIB previo a la crisis sanitaria, condicionado a que no se produzca un escenario de estanflación en la Eurozona.

M. A. Bernal: “Aunque las energías alternativas van a cobrar dinamismo, hoy por hoy no pueden abastecer la demanda. Eso llevará a replantear la alocada y mal planeada transición energética”
“Las medidas adoptadas son polémicas, algunas de ellas un mero remiendo, otras tan sólo es alargar las medidas excepcionales tomadas a raíz de la pandemia”
También cree, como sus colegas que los sectores actualmente más afectados son los electrointensivos (metalúrgico, químico, siderúrgico, y gases industriales), el automóvil y el sector alimenticio y de transportes y logístico, y no obstante también ante la pérdida de poder adquisitivo y el repunte de los costes podríamos ver una menor demanda del sector turístico, lo que retrasaría la recuperación del sector”.
Tampoco Miguel Ángel Bernal, profesor de la Fundación Estudios Financieros, es optimista. De hecho, cree que, después de conocer el último dato del PIB es muy difícil que el año presente, más con los problemas que tenemos, pueda recuperar los niveles anteriores al Covid-19. “Por supuesto la cifra prevista por el gobierno en los Presupuestos Generales del Estado, 7,0% de crecimiento, es papel mojado. Nadie se cree esta cifra, todos los grandes organismos dan un crecimiento por debajo de esta cifra. Me refiero a la UE, el FMI, la OCDE y hasta el Banco de España. Las previsiones que manejo están entre un 5.0% y un 4,0%, y la horquilla la vinculo a dos aspectos: uno externo, es decir, la duración de la guerra y las consecuencias que ello provoca en la economía europea, así como uno interno, de la fractura social –huelgas, paros y descrédito del actual gabinete ministerial, y su posible extensión y cronificación en la sociedad española. Al menos, ya veremos si no, es más, hasta 2023 no va a ser posible que la economía española retome las cifras que teníamos en el 2019.”
Coronil: “La guerra está provocando el mayor ‘shock’ de ‘commodities’ desde la década de los 70, acelerando la pérdida de renta disponible y de rentabilidad de las empresas”
“Se debería haber afrontado una rebaja impositiva, acompañada de un gasto más eficiente, es decir, liberar recursos para que las familias recuperen capacidad de compra y ahorro”
El catedrático de Economía Aplicada de la UNED, Juan Iranzo, da más razones de por qué a la economía española le va a costar remontar: “La economía española ya crecía menos que la media de la Unión Económica y Monetaria (UEM) y estaba más desequilibrada, ya antes del comienzo de la guerra. Además, es especialmente vulnerable a las consecuencias de esta por el aumento del coste de la energía y la falta de componentes para fabricar automóviles, que requiere de paladio y platino, de los que Rusia es un gran productor. Asimismo, dependemos mucho de las importaciones agrarias de Ucrania. Por cada 10 dólares que sube el precio del barril de petróleo el efecto negativo sobre nuestro crecimiento es de -0,25 décimas y de +0,3 décimas sobre la inflación. Además, sectores tan relevantes como los transportes, automóvil, agricultura, ganadería, pesca, fertilizantes, aluminio, etc.… están prácticamente colapsados por los actuales precios de la energía; hay que insistir que nuestra economía es muy intensiva en energía”. “Por todo ello, concluye, nos encontramos cerca de la estanflación, puesto que es muy difícil que nuestro PIB crezca más del 3% en 2022 y la inflación se situé por debajo del 6% al finalizar el año”.
¿Un nuevo mercado energético?
Lo que si va a acelerar esta terrible guerra es, tal y como señala Alicia Coronil, “el proceso de transición energética y buscar una mayor diversificación de las fuentes de suministro, al mismo tiempo que va a ganar peso la generación de energía nuclear. Todo ello en un contexto en el que habrá que reformular con consenso la fijación de precios del mercado marginalista e impulsar las interconexiones entre los Estados miembros”.

Romero: “Los sectores más castigados son las industrias pesadas y globalizadas, como la del automóvil, por el ‘shock’ energético y el deterioro de las cadenas de valor globales”
“Es complicado que Europa y Rusia corten 100% relaciones, pero sí es factible que se acepte el ofrecimiento de Biden de transportar GNL y aprovechar infraestructuras como las de España”
Bernal está de acuerdo en que la dependencia energética de Europa supone ahora un gran problema y que, a partir de ahora, probablemente, vaya a haber un cambio sustancial que pasa, en primer lugar, por el autoabastecimiento y sostenibilidad de la energía no vinculada tan solo al gas y petróleo, además se va a buscar una variedad de proveedores que no comprometa, como ahora Rusia el abastecimiento. Sin embargo, cree que, aunque las energías alternativas van a cobrar dinamismo, “hoy por hoy no pueden abastecer completamente la demanda energética. Eso llevará a replantear la alocada y mal planeada transición energética. La apuesta del gobierno francés por la nuclear es un ejemplo que ilustra perfectamente la situación. Es probable que la transición energética no sea tan rápida como se ha planteado por Europa, en este sentido Alemania vuelve a quemar carbón para la producción industrial”, concluye.
Iranzo señala que definitivamente Europa tiene que replantearse seriamente la dependencia del gas ruso y su estrategia energética. “Necesitaran diversificar los centros geográficos de abastecimiento de hidrocarburos, deberá impulsar la energía nuclear verde y flexibilizar los costes medioambientales”. “En el caso concreto de España, concreta, se deben de incrementar las interconexiones eléctricas con Francia y establecer un gaseoducto con este país, para dejar de ser una isla energética. Además, se debe modificar el sistema de cálculo de la tarifa eléctrica, regulada, alargar la vida útil de las centrales nucleares en explotación, explorar y explotar recursos en nuestro territorio y moderar la fiscalidad medioambiental”.
Santiago Carbó cree que lo conseguido en la pasada reunión del Consejo Europeo, la excepcionalidad ibérica, es una solución que parece razonable y que hará que haya, temporalmente, dos sistemas de fijación de precios: uno ‘normal’ para que la electricidad que sale de España no sea a precio rebajado y otro con el tope que se establezca a nivel nacional. “Se espera que la distorsión sea poca porque la conexión de España y Portugal con el resto del mercado europeo es pequeña”, aclara. Pero, como Iranzo, también cree que hay cosas que no se han hecho bien, y viene de antes, como nuestra gran dependencia, el cierre nuclear y la poca importancia que se le ha dado al ahorro energético, que en Alemania o Países Bajos si se ha enfatizado con medidas. “Tendríamos que europeizar el mercado energético”, concluye.

Carbó: “En Funcas ya hemos rebajado las previsiones de crecimiento, pero podrían ser aún peores si la guerra dura más de lo previsto o si los precios energéticos siguen al alza”
“Hay cosas que no se han hecho bien, como nuestra gran dependencia, el cierre nuclear y la poca importancia que se le ha dado al ahorro energético”
El Plan de Choque de Respuesta a la Guerra, tarde y corto
Ante este panorama, el Gobierno presentaba hace solo unos días su Plan de Choque de Respuesta a la Guerra, mediante el cual se movilizarán 16.000 millones de euros para «repartir de forma justa los efectos de la guerra y para preservar al máximo la senda de crecimiento y creación de empleo». Nuestros expertos lo miran con lupa y en general son bastante críticos.
Para Carbó, “son una batería de medidas contundentes, aunque llegan algo tarde”. Si bien, el director de Estudios Financieros de Funcas señala que entiende que se hacen para ayudar a los más vulnerables, como en el tema de los topes al alquiler, también reconoce que se crean nuevas excepcionalidades”. Bernal es más crítico y opina que las medidas adoptadas son polémicas, algunas de ellas un mero remiendo, otras tan solo es alargar las medidas excepcionales tomadas a raíz de la pandemia. Se refiere con esto último a la prórroga de los ERTEs que es una prórroga de la adoptada por el Covid. “Como ocurría con los préstamos del ICO es ocultar la verdadera situación de nuestro mercado laboral, el cual todo parece apuntar a que no es la que el Ejecutivo nos quiere ofrecer en sus estadísticas, ahí están los comentarios que hace el INE sobre las horas trabajadas y su relación con los puestos de trabajo”, critica.
En estes sentido señala que también hay otra propuesta muy polémica, la línea ICO. “La dotación de 100.000 millones no hace más que maquillar a las empresas “zombis” o que no son solventes, algo que sabemos que está ahí. Lo que se quiere es prorrogar la imagen desenfocada, conocer la auténtica morosidad, de cual es realmente la situación en nuestro sistema productivo. Por otra parte, la refinanciación de los préstamos ICO por parte de la banca conlleva dotar provisiones. Además, debilita, aún más, las cuentas públicas”.
Para Iranzo, que reconoce que el plan económico de choque aprobado por el Gobierno permite un ligero y transitorio abaratamiento de los costes energéticos, aunque sea por un periodo muy corteo de tan solo tres meses, “la medida más contraproducente, y sobre todo en la coyuntura actual, es la prohibición del despido objetivo; resta posibilidades de adaptación a las empresas y puede favorecer el cierre de muchas”. “Lo que España necesita, es una reforma estructural de sector energético y una mayor flexibilización del mercado laboral”, señala.
Coronil concluye que “se debería haber afrontado antes una rebaja impositiva, que debe ir acompañada de un gasto más eficiente, es decir liberar recursos para que las familias recuperen capacidad de compra y ahorro y las empresas puedan compensar parte del incremento de los costes de producción que eran anteriores y que está guerra los ha acentuado. Una medida que no sería de carácter temporal y podría generar una mayor confianza, al mismo tiempo que se estarían dando pasos para la necesaria mejora de la eficiencia del gasto público en España”.
Aislar a Rusia a corto plazo no es fácil para Europa. A largo… ya es otra cosa
El PIB de Rusia es ligeramente superior al de España, pero con una población que casi nos triplica, por lo de su PIB/perca pita es tan solo de 9.700 euros, explica Juan Iranzo, catedrático de Economía Aplicada de la UNED, “los altos costes diarios de la inaceptable invasión, la duración de la guerra y las sanciones internacionales, están provocando una recesión, que Moody’s estima que se podría situar el -7% este año y muy superior el próximo. Además, técnicamente ya se encuentra en una clara suspensión de pagos.
Es cierto, que la venta de gas natural y petróleo, además en rublos; fortalecerá su moneda y mantendrá parte de sus exportaciones. Por lo que, si la guerra se alarga y se endurece, será necesario, encontrar alternativas a la compra de petróleo y gas a Rusia. En el primero de los casos a la OPEP, sobre todo y en el segundo, resulta más complicado, pero podría ser a EEUU, como ya se está efectuando y también a Argelia. La guerra cesara solo por la absoluta asfixia económica de Rusia”.
Ahora bien, que el aislamiento económico de Rusia a corto plazo para Europa es muy complicado, lo tienen claro todos nuestros expertos. María Romero, socia directora de Economía de AFI explica que “Europa se encuentra en una posición compleja, por la dependencia que presenta hacia Rusia. Vemos complicado que corte 100% relaciones, dado que los impactos económicos pueden ser mayores de lo estimado. Si vemos factible que supla su dependencia de gas aceptando el ofrecimiento de Biden de transportar gas licuado o aprovechando infraestructura del sur de Europa, como la que tiene España”.
“Efectivamente, señala Alicia Coronil, economista jefe de Singular Bank, “a corto plazo, es difícil reducir drásticamente las relaciones con Rusia, especialmente en el ámbito energético y de suministros de otras materias clave tanto alimenticias como de metales y bienes intermedios. Especialmente en el caso de la energía tendría un fuerte impacto en el crecimiento de países como Alemania dado su elevada dependencia en importaciones de gas natural o crudo”.
Sin embargo, creen que a medio-largo plazo el proceso de aislamiento sí que se podrá culminar. “No sólo por la voluntad reflejada con el plan REpower UE, señala Coronil, sino también por los riesgos geopolíticos y de seguridad jurídica que representa Rusia actualmente. Todo ello en un contexto en el que ya veíamos una ralentización del proceso de globalización desde la crisis financiera con fenómenos como el Brexit, la guerra comercial entre EEUU y China, y con la pandemia. De ahí que vayamos a un entorno económico caracterizado por una mayor regionalización y una nueva reconfiguración de las relaciones comerciales a nivel de países y empresarial”.
Miguel Ángel Bernal, profesor de la Fundación Estudios Financieros cree que efectivamente si es posible a largo plazo, pero se necesita tiempo y determinación. “En este aislamiento más que el caso de por ejemplo algunas empresas se quede, como Renault, empresa francesa y por tanto más permisiva con Rusia que otras naciones, mi preocupación es por el petróleo, el gas, los minerales. Europa, especialmente Alemania por torpeza y miopía propia, está ahora enredada en la tela de araña que Rusia le ha tendido y que voluntariamente ha aceptado. Por tanto, Europa en plazo de corto y medio plazo está muy condicionada por la dependencia energética y de determinada materia prima a Rusia”.
“Todas las medidas que se están tomando, señala por su parte Santiago Carbó, director de Estudios Financieros de Funcas, tienen un último objetivo: generar la mayor disrupción posible en Rusia, que se queden fuera del circuito económico”.