Cultura & Audiovisual / Equipo Lux
Argumentalmente, buena parte de los libretos de las óperas clásicas ofrecen grandes pasiones, tragedias, relatos románticos, historicismo, tensión, venganza, violencia, los personajes más turbios y los más sublimes… Excepto en la ópera bufa: un género difícil de representar hoy, porque requiere un enorme trabajo de puesta en escena y unos cantantes con ángel, no sólo desde el punto de vista vocal, sino del actoral. De lo contrario, el resultado puede resultar vulgar, convencional o chabacano. ‘Conveniencias e inconveniencias teatrales’ es una ópera de Donizetti de 1827 redescubierta hace medio siglo y rebautizada como ‘Viva la Mamma’. Pese a algunas opiniones de otra época, la partitura es brillante, diversa, con toda clase de oportunidades para el lucimiento de los cantantes. El problema es que hoy no se admite una producción teatralmente estática como las que se hacían décadas atrás.
“Dirección de escena llena de nervio y voces que además deben ser buenos actores, en esta versión de la obra de Donizetti coproducida por el Teatro Real y las óperas de Lyon y Ginebra”
Laurent Pelly es un experto en interpretaciones teatrales de óperas en clave de histrionismo, con dos brillantes resultados en el Real: ‘La hija del regimiento’ (2013) y ‘El gallo de oro’ (2017). No le va a la zaga esta coproducción con las óperas de Lyon y Ginebra. Bajo una visión de teatro dentro del teatro, la primera parte es un accidentado ensayo en un aparcamiento de coches que antes fue platea, donde pululan todos los estereotipos casi llevados al paroxismo: la madre de la cantante, la hija, la diva, el marido, el director de orquesta, el empresario, el poeta, el reparto, el coro, los iluminados en torno a la representación… Bajo un constante pique y enfrentamiento donde no queda títere con cabeza. En la segunda parte ya estamos dentro del teatro en el ensayo de esa representación que acaba como el rosario de la aurora. Este endiablado libreto tiene un problema: carece de progresión argumental, y todo se circunscribe a una continua pugna de egos y de intereses, y por lo tanto a una constante suma de situaciones.
Ello hace imprescindible unos cantantes-actores muy por encima de lo normal en cuanto a condiciones actorales, con gran capacidad para lo histriónico. Pero que además han de contar con voces deslumbrantes pues la partitura lo requiere –¡cómo se pudo decir que este Donizetti era de segunda categoría!– y una complicidad permanente con el juego escénico. Pelly compone una puesta en escena en la que los objetos (del piano, a las sillas, el apuntador…), por no hablar del coro masculino que no sólo canta sino que se mueve con sentido de la expresión teatral, incluso dando pasos de baile. Bajo una dirección teatral que estalla en ritmo, chispa, frescura… con la escenografía de Chantal Thomas y la iluminación de Joël Adams –¡qué bien el juego de luces y el contraste en la escena final con el escenario y la platea!–.

“RNE y la UER la grabarán para quienes no puedan verla en el coliseo madrileño, donde estará en cartel hasta el 12 de junio”
No debe haber sido fácil contar con un doble reparto como éste, aunque buena parte de sus protagonistas salieron airosos de anteriores trabajos donde no sólo cantaron, sino que se desenvolvieron como actores sin complejo en tipos disparatados.
Lo que nos da la medida de cómo ha cambiado, por fortuna, el arte lírico: hoy tendrían difícil cabida voces geniales como las de otras épocas pero carentes de capacidad para desenvolverse en escena. Geniales y rotundos Carlos Álvarez y Luis Cansino (La Madre), Sabina Puértolas-Nino Machidze (Daria), Borja Quiza –el gallego no sólo es un gran cantante de ópera y zarzuela, como actor gestual y de texto tiene una enorme frescura–, o Gabriel Bermúdez –del que se podría decir lo mismo, como ya se vio en producciones como ‘Les mamelles de Teresia’ (Poulenc) con Emilio Sagi, vista en el Liceu– como el marido, Silvia Aschwartz/Franciesca Sassi (Luisina), Xabier Anduaga y Alejandro del Cerro, además de Carol Gos, Pietro de Bianzo, Enric Martínez-Castagni, Piotr Micinski, Luis López Navarro… entre otros, sacando adelante este disparate que en momento alguno cruza la peligrosa línea de la banalidad.
Destaquemos el trabajo de la orquesta y coro a cargo de Evelio Pidó y Juan Miguel Pérez Sierra y el de Andrés Máspero al frente del coro. Estará en cartel hasta el 12, y se grabará para RNE y la UER.