Cultura & Audiovisual / Equipo Lux ■
Pese a la inflación y las subidas de precios, el sector turístico se ha recuperado en toda España, con negocios que viven una edad de oro momentánea, como las terrazas de bares, a las que se privilegió tras el confinamiento para compensar su cierre, de la misma manera que los festivales de verano vuelven a registrar buenas entradas olvidando la excepcionalidad de los dos años anteriores. La luz roja la señala la exhibición de cine, que lucha por levantar cabeza y recuperar las cifras de espectadores en el tiempo anterior de la pandemia. La crisis ha sido muy dura y ha condenado al cierre a nuevas salas. Sin ir más lejos, en Madrid esta semana se veían obligados a decir adiós dos complejos de salas: Verdi, en la calle Alberto Aguilera y en Santa Engracia, con ocho pantallas en total, como ya lo han hecho otros muchos a lo largo de estos últimos tiempos. Bajo la amenaza de que acaben cerrando muchos más cines, o se circunscriban exclusivamente a los centros comerciales, donde sólo se exhibe un tipo de películas. Aspecto que representaría un grave problema para el cine independiente europeo, y especialmente el español, bajo un mercado dominado casi en absoluto por las producciones anglosajonas. Sin embargo, la segunda semana de julio ha sido esperanzadora en cuanto a la recuperación, con dos millones de espectadores, y el mejor dato de 2022.
“La segunda semana de julio ha tenido las mejores recaudaciones del año con 2 millones de espectadores”
El destino futuro de salas de cine que representan emblemas culturales del centro de las ciudades es un tema que se repite en varias ciudades. Como Alicante, con el Ideal adquirido este año por 4 millones de euros y destinado a otro uso comercial, en torno al que se ha creado una plataforma para intentar una recompra pública por el mismo precio pagado. O el Rex de Murcia que podría convertirse en gimnasio y centro comercial.
El equipamiento doméstico, con grandes pantallas de televisión y el abono a las multiplataformas, no debe ser un justificante para asistir con resignación al final de las salas, especialmente las situadas en el centro de las poblaciones a las que hasta ahora se podía ir andando o en transporte colectivo, a diferencia de las grandes superficies de las periferias. La rentabilidad decreciente de las salas las deja a merced de la especulación inmobiliaria, esperando a convertirse en superficies comerciales de cadenas europeas como Aldi, que ha adquirido antiguos cines emblemáticos para convertirlos en amplios comercios, y esperan turno nuevas dotaciones que pueden echar el cierre en los próximos meses.

La pandemia fue nefasta para el sector por el miedo a los contagios, y la crisis sanitaria ayudó a convertir los hogares en terminales de explotación de productos audiovisuales, con el paso de las plataformas al estreno directo obviando en muchos casos el paso previo por las salas, utilizándolas exclusivamente como reclamo comercial o promocional. Los cines supervivientes se han visto obligados a reinventarse, algunos con guardería contigua, o haciendo sorteos promocionales. En las fechas anteriores a la pandemia las recaudaciones totales en los fines de semana oscilaban en España entre los 6 y los 9 millones; hoy ni por asomo llegan a esa cifra. Además los gastos generales de la salas se han incrementando con la subida del precio de la energía eléctrica.
Digitalización
La mayoría de los espectadores lleva sus entradas descargadas a través de la web, muchos complejos prescinden de las taquillas, y para los asistentes residuales que no han utilizado la página para comprar la entrada se venden en el bar. A la crisis de las salas de cine se la responde con nuevas iniciativas de programación, y especialmente la presencia de películas de tirón capaces de atraer a un público tan atípico como el del verano. Antes este periodo era nulo para las taquillas, hasta un tiempo en que los grandes taquillazos se han estrenado en verano y en Navidades puesto que las vacaciones permiten disponer de más tiempo, además de estar abiertos los cines de verano. Estos últimos días varios títulos de Hollywood –’Thor’, ‘Minions’, ‘Jurasic World’, ‘Elvis’, ‘Top gun’…– han logrado atraer a un público de vacaciones. Especialmente Santiago Segura con ‘Padre no hay más que uno-3’, número 1 de recaudación como ya ocurriera en los dos veranos anteriores con sus antecesoras de la saga. Único título europeo y español entre los 10 con más recaudación junto a la comedia ‘Llenos de gracia’, en el último puesto de la lista de las mayores vendedoras de entradas. Segura volverá a encontrar espectadores en 2023 con su nueva entrega de la saga ‘Torrente’. En este verano, la peculiaridad es haber logrado rentabilidad a un argumento que sucede en Navidad.
“La crisis de la exhibición vuelve a cerrar salas importantes y amenaza a las que sobreviven”
En próximos días se estrena ‘Héroes de barrio’, comedia familiar, con el gancho hacia Andalucía que supone la aparición representando su personaje del bético Joaquín, próxima estrella televisiva en la temporada que viene. Mientras, el 19 de agosto llega a las pantallas españolas la tercera parte de otra saga, ‘Dios mío, ¿qué nos has hecho?’, comedia multicultural francesa que en el vecino país ha tenido 2,5 millones de espectadores. Su protagonista (Christian Clavier), director y productor estuvieron en días pasados en nuestro país para presentarla. Esta entrega tiene más medios que las precedentes y un presupuesto de 22 millones. Títulos europeos y españoles que tendrán que destacar en un mercado donde el verano es propicio para masivas franquicias con mucha pirotecnia y efectos especiales. De momento, el dato de julio es esperanzador y marca una recuperación en cuanto a ingresos, mostrando que la exhibición sigue viva. Más allá de los reducidos periodos de exclusividad de 45 días entre el estreno y el pase por una plataforma.