Cultura & Audiovisual / Equipo Lux
Se estrenó en 1891 en el mismo Teatro de la Zarzuela, aunque los incendios y los sucesivos cambios no permiten decir que el edificio de hoy sea el mismo. Tampoco la época en la que vivimos, con obligaciones derivadas del Covid-19 que llevan a eliminar el descanso y representar seguidos los tres actos de la obra original, aunque con algún retoque para adecuarlo a una duración no excesivamente larga. ‘El rey que rabió’, de Ruperto Chapí sobre libreto de Ramos Carrión y Vital Aza, ha sido a lo largo de casi siglo y medio una de las obras más representadas del género, no sólo entre compañías profesionales, sino aficionadas y hasta en funciones de fin de curso.
Su problema hoy es el libreto que responde a una mezcla de costumbrismo y sainete de otra época, con un humor que es fundamental pero que no siempre se sostiene actualmente ni genera las carcajadas de otras épocas. Esto implica que no sólo aparezcan cantantes líricos que dispongan de gran soltura en las tablas, sino también actores con suficiente vis cómica. En esta producción que dirige escénicamente Bárbara Lluch se ha renunciado a transformar el texto más allá de algunos leves cambios o ‘morcillas’, y la esencia sigue siendo la misma.
“El rey que rabió’ estará en la producción del Teatro de la Zarzuela hasta el día 20 de junio”
Un reino imaginario donde un rey joven decide conocer a su pueblo más allá de lo que le cuentan sus generales, almirantes y gobernadores y se hace pasar por un hombre cualquiera. Con un juego de confusiones entre personajes, en un desenlace que en nuestros días tiene mucho menor alcance cómico de lo que debió tener años ha, cuando podía parecer irreverente el supuesto de un monarca mordido por un perro en las posaderas y contagiado de rabia. Estos efectos de humor son de otra época y hoy resultan un tanto ingenuos.
Desde la perspectiva de esa renuncia a cambiar el libreto, lo que suena más arcaico de la obra aunque a ratos pueda provocar algunas sonrisas, la música de Chapí se mantiene bien, y la dirección teatral ha envuelto ese añoso libreto en una estética mitad ‘naif’, mitad hiperbólica, acentuando los tonos más ingenuos de la historia hasta dejarla casi en una especie de cuento de fantasía. Con la complicidad de un estupendo diseño de vestuario y caracterización a cargo de Clara Peluffa Valentini en el sentido más irreal y antinaturalista posible, uno de los mayores aciertos de esta producción. El diseño escénico de Juan Guillermo Boca está a la altura con la cama real gigante del primer acto y el enorme sillón palaciego del último que parecen sacados de Lewis Carrol aunque la utilización de espejos en el decorado comporte algún problema para la iluminación de Vinicio Cheli.
La clave en todo caso es disponer de un reparto donde aparezca un juego escénico con la combinación de actores y cantantes y de cantantes que también saben ser actores. Enrique Ferrer y Jorge Rodríguez Norton tienen distintos estilos en los dos repartos de esta producción, pero conocen suficientemente el texto y la música, que no es nueva para ellos, y están muy sueltos como el rey. Rosa es Rocío Jimeno y Sofía Esparza, María José Suarez (María), Rubén Amorettii y Miguel Sola (el general), José Miguel Zapata (Jeremías), Carlos Cosías (el almirante), Igor Peral (el intendente), José Julian Frontal (el gobernador), Sandro Cordero (Juan), Pep Molina (Alcalá), Ruth González Mesa (la maja), Alberto Frías (el capitán), y Antonio Buendía (el corneta), entre otros, además del coro dirigido por Antonio Fauró, que como todavía viene siendo habitual aparece con mascarillas. La dirección musical corre a cargo del mexicano Iván López Reynoso: correcto y sin aristas.
Respeto al original
La mayor parte de los personajes no tiene nombre, al igual que las situaciones se desarrollan en un imaginario país, aunque por el trazado argumental podía ser la España de Alfonso XII. Evitar cualquier referencia o identificación es importante en un libreto que ‘se toma… o se deja’ entrando a saco en otro nuevo, aunque se inspire en las líneas originales, opción desechada completamente. En esta producción se ha preferido el respeto. Lo que cambia es el envoltorio general de la función y ésa es su aportación.
“Llegó a ser una de las obras más representadas del género desde 1981 por su combinado de música y sainete”
Podrá verse hasta el 20 de junio en La Zarzuela después de un gran arranque en el que las entradas se han agotado en todas las funciones. Camino de la normalidad definitiva que este teatro público espera alcanzar bien avanzada la temporada, especialmente en lo tocante a los aforos al cien por cien, aspecto importantísimo para ayudar a la financiación de producciones de coste muy por encima de la media. ‘El rey que rabió’ ha sido la última de una difícil etapa, en la que, sin embargo, se logró completar la mayor parte del programa anunciado; incluso el Proyecto Zarza, la joven compañía del teatro y una de las aportaciones de Daniel Bianco, director artístico de La Zarzuela, por la que se ha apostado como semillero de nuevas vocaciones y estrellas.