Crónica Mundana / Manuel Espín ■
A un año del comienzo de la guerra de Ucrania, cuyas consecuencias sociales y económicas han sido devastadoras para países lejos del conflicto, se carece de vías para declarar el alto el fuego y pasar a unas conversaciones, con el agravante de que los posibles interlocutores con la Federación Rusa como Turquía,China o India parecen cada vez más agotados y se sondean recambios como Sudáfrica. Aunque las amenazas subsisten y los pasos a dar son cada vez más peligrosos.
“Alemania mantiene muchas reticencias al envío de armamento al ejército ucraniano por el miedo a una respuesta militar de Rusia”
Sorprende, por lo tanto, la frivolidad de algunos medios que echan en cara la ‘tibieza’ de estados como Alemania o la del propio Pedro Sánchez en España, reticentes al envío de material bélico de primer nivel al ejército de Ucrania. Tras el año transcurrido, las respuestas a esta terrible guerra están cuarteando posicionamientos dentro de la OTAN y de la UE. Esa parte de la opinión pública, la mayoría de los veces expresada desde medios muy interesados, parece actuar como si una guerra fuera un episodio más de un serial de aventuras o un cómic de ‘Hazañas bélicas’, viejo tebeo español de los años 50 y 60. Nada más lejos: las reticencias de Alemania al suministro de tanques de última generación y de armamento sofisticado tiene en cuenta que Putin, en el caso de identificar una intervención directa de la OTAN en el conflicto, no se va a quedar callada, y Alemania, primera potencia europea por población e industria, sería inicialmente el país más afectado.
Biden puede presionar a sus aliados del Viejo Continente por el suministro de armamento, pero la guerra queda muy lejos del territorio americano, y en el caso de un zarpazo de Rusia no estaría tan expuesto como Europa Occidental. Las respuestas europeas se muestran cada vez más divergentes. Polonia es la más interesada y activa en la demanda de armamento de alta tecnología, que ahora va más allá de los tanques ‘Leopard’ y trata de conseguir aviones para el ejército ucraniano. Un paso extremadamente arriesgado porque a la desesperada puede esperarse cualquier reacción por parte de Moscú. Sin olvidar que se trata de un país con un arsenal de armas atómicas, pese al relativo fracaso de su ejército en la batalla contra el gobierno de Kiev. Alemania y Francia son conscientes del estrecho margen con el que se juega, y del peligro a dar un paso más allá que obligue a Putin a responder en lo que podría ser un panorama imprevisible. El ‘apocalipsis’ no sería la guerra abierta, sino una crisis militar con Rusia que pondría a la economía mundial patas arriba tras la de 2022 y la espiral inflacionista.
A la vez, las costuras de la UE se resquebrajan cuando Orban, que sigue manteniendo buenas relaciones con Putin, va por libre en su política sobre esta guerra, y la paradoja de que dos gobiernos mal vistos por Bruselas como Polonia y Hungría, con ejecutivos de extrema derecha, y reticentes frente a políticas comunitarias en materia de derechos, libertades y división de poderes, mantienen actitudes contrapuestas sobre el modo de actuar en esta guerra. Dentro de este juego, el canciller alemán Scholz sostiene una posición realista frente al conflicto, sin dejarse llevar por las reiteradas peticiones del gobierno de Ucrania tendentes a poseer la más novedosa tecnología bélica.
“Polonia aspira a que la OTAN suministre aviones, asunto extremadamente peligroso que puede implicar directamente a la Alianza”
Dice que no contempla la posibilidad de suministrar aviones, y mantiene «abiertas las vías de comunicación» con Putin para «buscar soluciones diplomáticas a esta guerra inútil». Aunque ya se sabe: Moscú pedirá incorporar a la Federación territorios ucranianos, que Zelenski nunca aceptará. La única posibilidad: un acuerdo común para neutralizar Ucrania, que no entraría en la OTAN ni en la UE. Más allá de las duras críticas a la intervención rusa y de la simpatía ocasional que despertó Zelenski, una vez se logre el alto el fuego habrá que empezar a hablar con Kiev y exigirle pasos en materia de derechos humanos, libertades y pluralismo.
Lo inquietante es que Moscú recurra a colaboradores bélicos tan poco recomendables para defender causa alguna como los mercenarios del Grupo Wagner, compañía militarizada privada; algo que revuelve el estómago y que sucede en este continente europeo, no en tierras lejanas.