Crónica Mundana / Manuel Espín
En pocas fechas el nuevo Ejecutivo alemán del canciller Sholz tomará posesión reemplazando al decisivo periodo de Merkel. Se trata del primer tripartito federal de la historia con una combinación en principio antagónica de socialdemócratas, verdes y liberales, pero que a través de la negociación de 300 asesores han sido capaces de llegar a un programa de gobierno, que deberán refrendar los congresos del SPD y FDP, y las bases de los Verdes. Presencia mayoritaria de ministros socialdemócratas (7) además del canciller, con gran peso en las carteras más sociales, Verdes (5) en áreas como Exteriores, Economía y Cultura, y Liberales (4) con Finanzas, Justicia y Educación. Bajo la perspectiva de un ejecutivo de centro-izquierda en el que conviven diferentes sensibilidades, ideologías y contenidos.
“El nuevo ejecutivo alemán socialdemócrata-verde-liberal subirá el SMI, limitará el precio de los alquileres, impulsará la vivienda pública pero no subirá impuestos”
El ‘experimento’ no tiene nada de aventura, aunque pueda haber algo de puzle de ideas. Pero Alemania no es España y los conservadores de la CDU-CSU, que lograron el 24,1% frente al 25,7% del SPD en los últimos comicios mantendrán a rajatabla el cordón sanitario a una ultraderecha menguante, sin pacto alguno ni confusión. El nuevo Ejecutivo es tan ‘frankenstein’ como calificaba días atrás al de Pedro Sánchez un diario español opinando que «despertaba reticencias» en cancillerías europeas por sus ‘políticas social-comunistas’ (?). Buena parte de contenidos del programa alemán han estado presentes en el debate social en nuestro país. Sholz subirá el SMI de 9,6 euros/hora a los 12, promete la construcción de vivienda sobre todo social con 400.000 unidades de las que 100.000 serán financiadas directamente por dinero público, impondrá topes a los alquileres, desarrollará el ‘ingreso de ciudadanía’ reemplazando las ayudas a los desempleados de larga duración, aumentando la inversión pública, y la digitalización administrativa y económica. El FDP ha conseguido imponer su principio irrenunciable: la prohibición a la subida de impuestos (aunque pueden variar los tramos según los ingresos sin que la presión fiscal aumente en su conjunto).
El capítulo ambiental tiene enorme importancia en el pacto de gobierno: Alemania acelerará ocho años el compromiso de eliminación del carbón, y en 2030 no se podrá utilizar de combustible. Ese mismo año el 80% de la energía deberá ser renovable. Se elimina el actual impuesto especial para financiar renovables, creándose un fondo climático de 60.000 millones, aplicando el Acuerdo de París con todas sus consecuencias. A la vez que se aumenta la inversión pública eliminando referencia a topes de déficit que pasan a un segundo plano, especialmente cuando los problemas derivados de la pandemia resurgen y generan nuevos impactos en el tejido social y económico.
“Eliminación del carbón para 2030 y creación de un fondo para financiar las renovables”
En otros apartados se incluye la legalización del cannabis recreativo, la profundización en los derechos LGTBI, las medidas de protección a la igualdad plena de géneros, y el reagrupamiento familiar de refugiados que podrán residir en Alemania. En el tema europeo propone un impulso a la federalización de la UE, y la prioridad de políticas comunitarias en materia legislativa, económica y de defensa; lo que indirectamente incide en una crítica a los gobiernos de Hungría, Polonia (y República Checa y Eslovaquia) que vienen defendiendo la prioridad de su legislación interior frente a la de la UE. Con Annalena Buerbock, la líder de los Verdes al frente de la cartera de Exteriores, se quiere dar un impulso a la Europa federalizable frente a los intentos de retorno al viejo modelo del Mercado Común.
En este gobierno conviven quienes en su origen podían ser antisistema sesentayochistas, socialdemócratas de larga tradición, y ‘verdaderos liberales’, y entre todos han sido capaces de elaborar un proyecto común, con las naturales renuncias propias. Este tripartito está en línea con las variadas coaliciones de gobierno que aparecen en Europa sin que constituyan motivo de escándalo. Con un matiz importantísimo y diferenciador respecto a España: la inexistencia de frentes derecha/izquierda, sino las coaliciones variadas que entre estos tres partidos, la propia CDU-CDS, e incluso Die Linke, que aparecen en ‘länder’ y ayuntamientos de Alemania, donde solo AfD, la ultraderecha, se queda fuera.