Crónica Mundana / Manuel Espín
La exigua ventaja del SPD, ganador en estas elecciones (25,7%) sobre los conservadores de CDU-CSU (24,1%) en su peor registro histórico, permiten imprevisibles combinaciones respecto al Gobierno federal. Las tendencias apuntan a una larga negociación de meses, sin presión urgente porque la solidez institucional se mantiene a salvo de avatares. El eje izquierda-derecha apenas tiene fuerza en la locomotora económica de Europa frente a la búsqueda de una estabilidad donde en este caso se juega al centro político con un matiz de izquierda muy abierto a pactos. Las visiones sobre la crisis ambiental y el cambio hacia la sostenibilidad, común denominador temático de la campaña, marcan sustanciales diferencias entre Los Verdes y los liberales del FPD, presagiando una complicada convivencia si comparten gobierno, aunque no lo presidan.
“Más probabilidades de estrenar tripartito que otra Gran Coalición, rechazada por Scholz”
Sentarse en el Consejo de Ministros con Merkel en la pasada Gran Coalición no ha pasado factura a los socialdemócratas, que suben un notable 5%; pero sí a la derecha liberal-conservadora-democristiana de Laschet, en su mínimo histórico. Paradoja: los herederos de la figura política más valorada en la historia contemporánea de Alemania, que deja la Cancillería con índices de popularidad semejantes a los de tres lustros, no han sabido aprovechar el legado de imagen ni se imponen en un mapa político fragmentado.
La novedad (relativa) será la formación de un Ejecutivo tripartito bajo las más variopintas combinaciones. Ni Scholz ni Laschet renuncian a ser los próximos cancilleres, pero ello dependerá de los difíciles pactos. Desde el FPD se airea una posibilidad más rocambolesca: una jefatura de Los Verdes, pese a las diferencias con respecto a las políticas de la derecha liberal. Los buenos datos de este partido, pero mucho menos que los de principio del año cuando las encuestas decían que podrían adelantar a socialdemócratas y conservadores, son también una muestra de la capacidad de acuerdo y la habilidad de una fuerza que nació hace tres décadas con etiqueta antisistema influida por el post-mayo 68, con mucha carga testimonial, y a quien su presencia en el viejo gobierno de coalición con el SPD y sus pactos en Estados federales con variados partidos dio credibilidad en el juego de las instituciones.
En España todavía hay reticencia ante las coaliciones de gobierno y la añoranza de las mayoría absolutas del pasado sigue presente en PSOE y PP, especialmente en este último. La realidad es que dos, tres o más partidos gobiernan al alimón en países escandinavos o el Benelux, y en Alemania los bipartitos ya funcionaban en las últimas décadas del XX. Sin contar con que están presentes en parlamentos federales y ayuntamientos germanos. La excepción era España, sin bipartitos hasta nuestros días.
“Excluida la extrema derecha (AfD) del juego político al funcionar a la perfección el ‘cordón sanitario”
Los resultados han sido malos para la ultraderecha, que pierde un 2,1% de su electorado. En Alemania ha funcionado sin vacilar el ‘cordón sanitario’: ni conservadores ni liberales han dado oportunidad a la derecha radical en un país donde el término centroderecha, tan usado en España, jamás les incluye. Aunque sus mensajes han calado en una parte del electorado más allá de sus votos, siguen muy aislados, y la próxima legislatura lo estarán todavía más. También muy negativos datos para La Izquierda, con una pérdida de un 4,3% en un desastre de categoría total; el partido deberá replantear de arriba a abajo sus posiciones y estrategia. Su extraña batalla a favor de salir de la OTAN les estalló en las manos. Los electores no están por piruetas en el aire, y sí por temas más cercanos: mejora en empleo, ambiciosa política social y ambiental, libertades públicas, igualdad y derechos de las mujeres y LGTBI, generación de una sociedad más integradora y sin discriminaciones… Ahora toca a los partidos negociar punto por punto para encontrar un programa de gobierno que no será sencillo de alcanzar.