Cultura & Audiovisual / Equipo Lux
Con pocos días de diferencia han desaparecido dos actrices de la radio y el doblaje cuya voz estuvo muy presente en el día a día de otra época: Matilde Vilariño (1921-2021) y Juana Ginzo (1922-2021). Ambas pertenecieron al cuadro de actores de Radio Madrid-Cadena Ser y tuvieron su máximo estrellato radiofónico en los 50 y primeros 60, antes de la televisión.
En aquella época se consideraba que las voces infantiles debían ser aniñadas e ingenuas. La productora Chamartín descubrió a un niño-actor en la figura de Pablito Calvo para ‘Marcelino, pan y vino'(1954) que tuvo un éxito arrollador. En contra de lo que pueda parecer ‘Marcelino…’ tiene más de cuento fantástico y casi terrorífico que de religioso, con unos decorados y una ambientación muy conseguida, y un gran trabajo del húngaro afincado en España, Ladislao Vajda. Su impacto provocó dos películas más de Chamartín con Pablito y Vajda: la excelente ‘Mi tío Jacinto’, un catálogo de las miserias de la vida cotidiana en la España de los 50 y que no tuvo éxito de público, y ‘Un ángel pasó por Brooklyn’, intento de internacionalización del mito del niño-actor.
“Fallecidas tras tocar el siglo de vida, Matilde Vilariño fue la voz irremplazable de niños en radio y cine de otras épocas, y Juana Ginzo una arrolladora fuerza, desgarro y sinceridad”
En todas Vilariño pone la voz a Pablito, con un tono demasiado afectado y ñoño muy al gusto de la época. También dobló a Jaime Blanch en ‘Jeromín’ (1953), Miguelito Gil (‘Recluta con niño’), en una larga lista que alcanzó en la Transición a Lolo García (‘La guerra de papá’) y a otros personajes de niños, más las voces de ‘La abeja maya’, ‘Vicky el vikingo’ y más series y películas puesto que como dobladora trabajó hasta avanzada edad. Aunque en la radio fue el inconfundible ‘Periquín’ de ‘Matilde, Perico y Periquín’ (1959-1971), y más tarde oírsela en ‘La saga de los Porreta’.
El caso de Juana Ginzo no fue el mismo. En la dura posguerra fregaba suelos como asistenta. En esos años la radio española estaba polarizada en torno a dos modelos. Por una parte, RNE, que tenía la exclusiva sobre las noticias, cuya prohibición se extendía al resto de las frecuencias, bajo un tono demasiado rígido e institucional en los contenidos. Frente a Radio Madrid y la SER, heredera lo que en la República había sido Unión Radio, que empezó a aplicar contenidos de la radio comercial en España, con estrellas como Boby Deglané (‘Cabalgata fin de semana’), el humorista Pepe Iglesias ‘El Zorro’, el ‘show’ futbolístico (‘Carrusel’), y especialmente los seriales.
En 1946 Radio Madrid lanza el concurso ‘Tu carrera en la radio’ que busca nuevas voces. Juana Ginzoacude al estudio de la Gran Vía acompañando a una amiga. Contaba que aquella era una chica muy agraciada, lo que hizo que se fijaran en su físico, y con Juana lo hicieran sólo en su voz. Acabó siendo contratada para el cuadro de actores que dirigía Antonio Calderón. Ginzo, que presumía de fea, y lo que tenía era un físico que en nuestra época hubiera sido plenamente ‘almodovariano’, empezó a hacerse notar en series como ‘Diego Valor’ (1953) juvenil de ciencia-ficción, y especialmente en ‘Ama Rosa’ (1959) de Sautier Casaseca, un fenómeno social que detenía la circulación cada tarde a la hora de su emisión. Un tremebundo melodrama sobre una madre que debe resignarse a dar su hijo a una rica familia y años más tarde hacerse pasar por una criada para recibir el desprecio de su ingrato descendiente, ahora un hombre caprichoso y adinerado.
Ginzo, casada en la vida real, con ideas muy independientes para su época –’roja y feminista’, confesaba– odiaba los contenidos de los seriales, en los que su excelente voz dramática brillaba con un amplísimo registro. Donde se debía luchar contra la censura que vigilaba estrechamente las efusiones y hasta las respiraciones. En cine hizo diversos papeles secundarios a lo largo de varias épocas, y unos meses antes de la muerte de Franco empezó en ‘Hora 25’ el primer informativo fuera de RNE, que se inició con temas locales, luego internacionales y por fin, nacionales. Allí Ginzo conoce al periodista Luis Rodríguez Olivares, veinte años más joven, con el que se terminará casando. Mujer nada convencional, protofeminista y ‘radicalmente roja’, respondió a un perfil de mujer inquieta y con una gran capacidad para expresar lo que le pasaba por la cabeza sin paños calientes.
“En su época, los seriales de Radio Madrid-SER llegaron a detener la circulación cuando se estaban emitiendo”
Ambas fueron estrellas reconocidas por sus voces, aunque Vilariño se caracterizó por un tono más infantilizado del suyo habitual. Pertenecientes a una época en las que la radiodifusión producía contenidos de ficción dramática, adaptaba clásicos, emitía seriales diarios, comedias de situación o humor, y juveniles-infantiles; géneros ya desaparecidos de las ondas. Donde sólo RNE produce ocasionalmente dramáticos y la SER de forma testimonial para el ‘podcast’, disueltas las viejas ‘compañías de actores radiofónicos’. Era tan grande su estrellato que se conocía su nombre con escuchar su voz en un personaje, aunque su rostro siguiera siendo desconocido. Juana Ginzo, a través de sus esporádicas y dilatadas apariciones en cine, gracias a la invitación a sus amigos, prestó su inconfundible rostro de un original físico, entonces poco valorado, que hoy le habría hecho ganar el estrellato en el medio.