Crónica económica / José García Abad
Resulta sorprendente, incluso para el Banco de España, según su último informe trimestral correspondiente a junio, que a pesar del fuerte repunte de los precios de la energía —también de los alimentos— en los primeros meses de 2022 se han sucedido dos benditas sorpresas: primera, no hay señales de que el repunte de los precios de consumo esté siendo trasladado a las demandas salariales; y segunda, son muchas las empresas que no han trasladado el aumento de sus costes a los precios, asumiendo las pérdidas de ingresos correspondiente.
El “por el momento” del Banco de España se matiza con el miedo de que esta moderación se rompa y que genere que los agentes en situación más vulnerable experimenten mayores dificultades para hacer frente al pago de las deudas.
“Dos benditas sorpresas: primera, no hay señales de que el repunte de los precios de consumo esté siendo trasladado a las demandas salariales; y segundo, son muchas las empresas que no han trasladado el aumento de sus costes a los precios, asumiendo las pérdidas de ingresos correspondiente
Teme el Banco que “la intensidad con la que, en los últimos meses, parecen estar materializándose algunos efectos indirectos —esto es, la transmisión de los mayores costes de producción a los precios finales— habría elevado la probabilidad de que se desencadenen efectos de segunda vuelta o de realimentación entre precios y salarios significativos, que supondrían una pérdida de competitividad exterior, una mayor inflación y un menor nivel de actividad y empleo para la economía española a lo largo del horizonte de proyección”.
También teme el Banco que, si bien los costes medios de los préstamos bancarios a los hogares y las empresas han permanecido en niveles históricamente reducidos en los últimos meses, podría cambiar esta política elevando dichos costes lo que incidiría negativamente en la capacidad de gasto de los endeudados. El Banco no descarta que se produzcan episodios de turbulencias financieras en los mercados internacionales de capitales, que podrían conducir a un tensionamiento adicional de las condiciones financieras.
Retraso en los fondos europeos
El ritmo de ejecución del programa Next Generation de la Unión Europea (NGEU) también supone una fuente de incertidumbre adicional en los próximos trimestres. En este sentido, la escasa información disponible sugiere la posibilidad de que se produzca un cierto retraso en la ejecución del gasto con respecto al calendario considerado en las proyecciones.
Según me indican en fuentes de las comunidades autónomas que gestionarán los Next Generation estos proyectos no se plasmarán en la práctica hasta mediados o finales de la próxima legislatura.
La incertidumbre existente acerca del despliegue efectivo de los proyectos ligados al programa NGEU podría comportar retrasos en algunas decisiones de inversión privada, como sugiere la información cualitativa recibida por el Banco de España a partir de sus contactos telefónicos con un conjunto de empresas no financieras de nuestro país. Señala el Banco que el proceso de normalización monetaria se está traduciendo en un cierto endurecimiento de las condiciones de financiación, como ya ha empezado a observarse en los mercados mayoristas y añade la posibilidad “de repunte en el grado de aversión al riesgo “asociados, por ejemplo, a un potencial deterioro adicional de la situación geopolítica”.
Cierta contención en los márgenes empresariales
No sorprende sin embargo la actitud constructiva de Antonio Garamendi, como se deduce de su discurso en la Asamblea General de la CEOE. En relación a la inflación, “que ya es estructural”, expresó la necesidad de trabajar “muy seriamente”, destacando el esfuerzo de las empresas “que no están trasladando a sus ventas lo que están soportando como consecuencia de la subida de precios”.
Garamendi puso en valor el diálogo social como “la mejor infraestructura que tiene este país”, insistiendo en que “en CEOE nunca nos vamos a levantar de la mesa”, aunque lamentó que “no hemos sido capaces de llegar a un acuerdo debido, principalmente, a la exigencia de los sindicatos de incluir cláusulas de revisión salarial en un contexto de alza de la inflación”.
“Estamos preocupados, hay que decir las cosas como son –enfatizó– pero, si se hacen los deberes como se debe, saldremos adelante porque somos un gran país”.
En materia fiscal, el presidente de la Confederación Empresarial se felicitó por el anuncio del Gobierno de rebajar el IVA de la electricidad del 10% al 5%, una medida “progresista” que demuestra que “sí se pueden bajar los impuestos para que la economía funcione mejor”. No dijo nada respecto a la nueva imposición a las empresas eléctricas que integran la CEOE.
Informó de que en 2021 los beneficios empresariales se redujeron 100.000 millones de euros respecto a 2020, bajada que ya alcanza los 6.000 millones en el primer trimestre de este año. “¿Cómo queremos hablar entonces de investigación, de innovación, de inversión?”, se preguntó.
El Banco de España no descarta que se produzcan episodios de turbulencias financieras en los mercados internacionales de capitales, que podrían conducir a un tensionamiento adicional de las condiciones financieras
El Banco de España reconoce una cierta contención de los márgenes empresariales, y aplaude las medidas gubernamentales para limitar el precio del gas que se utiliza en la generación eléctrica lo que, en su opinión, reduciría la tasa de inflación prevista para 2022 en 0,5 puntos porcentuales y aumentaría en 0,1 puntos porcentuales la de 2023, si bien, advierte, “la incertidumbre que rodea a estas estimaciones es muy elevada”.
Optimismo en el Banco de España
Señala el Banco que, más allá de la revisión a la baja del crecimiento del PIB español en 2022, ya que la actividad se desaceleró más de lo previsto en el primer trimestre del año, en los últimos meses, la actividad económica parece haber incrementado su dinamismo
En el escenario central de las proyecciones más recientes espera que el PIB de la economía española aumente un 4,1% en 2022 y que siga creciendo de una forma relativamente robusta en 2023 (un 2,8%) y en 2024 (un 2,6%). Contempla una moderación de los precios de los bienes energéticos y alimenticios de acuerdo con las sendas de los mercados de futuros, una mitigación gradual de los cuellos de botella en el transcurso de este año, un alivio gradual de las consecuencias de la guerra y una moderada traslación de los aumentos de los costes y los precios pasados a los precios finales de los productos y a las demandas salariales.
Bajo estos supuestos, la tasa de variación del índice armonizado de precios de consumo) (IAPEC) de la Eurozona alcanzaría un 7,2% en el promedio de 2022 para moderarse de forma apreciable en 2023 (hasta el 2,6%) y en 2024 (hasta el 1,8%). Estas proyecciones están sometidas a riesgos significativos, orientados a la baja en el caso del crecimiento del PIB y al alza en el de la inflación.
La evolución prevista del PIB permitiría que la economía española recuperara el nivel de producto previo a la pandemia en la segunda mitad de 2023.
En el período 2023-2024, el crecimiento se sustentaría en el mayor dinamismo esperado del consumo privado, alentado, entre otros factores, por la fortaleza de la creación de empleo –que permitiría que la tasa de paro descendiera hasta el 12,6% al final de 2024–. Por su parte, el déficit público volvería a reducirse de forma apreciable en 2022 –hasta el 4,6% del PIB, 2,3 puntos porcentuales por debajo del registrado en 2021–, si bien apenas descendería en el bienio posterior.