No son preocupantes las diferencias sobre el sistema de pensiones entre Yolanda Díaz y José Luis Escrivá. En un gobierno de aglomeración con socialdemócratas, liberales, comunistas y posibilistas, ocurre, de cuando en cuando, que dos de ellos/ellas se peguen puntapiés en las espinillas por debajo de la mesa del Consejo. Quienes se pasen de patada se arriesgan a recibir una tarjeta roja, más la presidencia de una empresa pública. Nadie es imprescindible en la alineación, excepto Pedro Sánchez.
“Las razones de Escrivá para que sigamos bregando en la senectud, tienen un trasfondo religioso que trasciende a la vida terrenal”
Me presta esta reflexión un tertuliano que prefiere ocultar su nombre. El apellido empieza por la letra L, no me autoriza a revelar más.
—¿Díaz contra Escrivá, al igual que antaño Nadia Calviño contra Pablo Iglesias? —me dice el innombrable—. Juegos florales. En Corea del Norte lo zanjarían con fuego de metralleta.
—No te pases, Ele —le discuto—. Estamos hablando de planteamientos técnicos, no ideológicos.
—Los socialcomunistas de Pyongyang —insiste— no entran en matices. Hace seis años ejecutaron en público al ministro de Defensa Hyon Yong-chol, metiéndole en un cañón antiaéreo.
—¿Criticó la edad de retiro en su ejército? —le vacilo.
—Se durmió en un acto del líder supremo Kim Jong-un. Fue un caso de jubilación anticipada a la coreana. Te brindaré una exclusiva.
—Ansioso estoy de ella —le apremio.
—Las razones de Escrivá para que sigamos bregando en la senectud, tienen un trasfondo religioso que trasciende a la vida terrenal.
Mi informador ha superado todas las barreras del tertulianismo. Una cosa es pontificar sobre epidemias y volcanes sin tener ni puñetera idea. Otra es hacerse teleprofeta de golpe.
—Dame una pista, te lo ruego —le pongo a prueba.
—Busca en las redes las opiniones al respecto de Enrique Monasterio, y de Jairo Namnún. Te sorprenderán. Debo irme, tengo una tertulia en directo y otra grabada. Se emitirán a la misma hora en distintas cadenas. El don divino de la omnipresencia.
Me sumerjo en Google para dar con ambos personajes. El primero es un sacerdote del Opus Dei, sin vinculación familiar con Rocío Monasterio aunque se llame igual que el abuelo de la lideresa de Vox.
El segundo, Jairo Namnún, ostenta el cargo de director ejecutivo del movimiento protestante Coalición por el Evangelio. Competidor del clérigo católico, coincide con él en que quienes vayan al Cielo seguirán trabajando, pero con distintas condiciones laborales que en nuestro planeta.
Enrique Monasterio predica con el ejemplo. A una edad respetable mantiene un alto ritmo creativo como escritor e ‘influencer’. Y un sentido del humor que cabe tildar de marxista, en honor a Groucho. Lean lo que ha publicado en su blog el pasado 21 de junio.
“Dentro de pocos días cumpliré 80 años y pienso celebrarlo a lo grande. Con permiso de mi pediatra me tomaré una copa de brandy. Si intenta impedírmelo, cambiaré de pediatra”.
Yendo al fondo de la cuestión, esta es su tesis sobre el trabajo infinito más allá de los 67 o 75 años.
“Estoy convencido de que, cuando lleguemos a la gloria, y cuando, al final de los tiempos, nazcan los cielos nuevos y la tierra nueva, tendremos una gran tarea que hacer: el hombre seguirá siendo creador, a imagen de Dios; eso sí, sin agobios ni fatigas”.
“El trabajo que haremos en el cielo no será como el de ahora, donde la tierra nos da problemas. Más bien será un trabajo que disfrutemos”
Es decir, al menos para los elegidos del sexo masculino se acabaron los ‘mierdajobs’ precarios. Su criterio coincide con el de otro marxista célebre, Karl Marx, quien dejó escrito: “El trabajo os hará libres”. Más a corto plazo, por supuesto.
Llego a Namnún, quien completa la visión de Enrique Monasterio.
“El trabajo que haremos en el cielo no será como el de ahora, donde la tierra nos da problemas. Más bien será un trabajo que disfrutemos, que seremos perfectamente capaces de hacerlo bien, sin pesar ni dolor ni quejas. Un trabajo que entenderemos y que resultará excelente”.
Qué quieren que les diga, sin ánimo de ofender a los creyentes. Tener un buen curro en el Paraíso, con carácter no ya indefinido, sino para siempre jamás, parece más motivador que adorar a Dios incesantemente como nos propone la Biblia.
Más pronto que tarde José Luis Escrivá anunciará la buena nueva. ¿Estará de acuerdo Yolanda Díaz en asaltar los cielos?