Culebrón de más de tres meses y ahora, quizá, el juicio más importante del año. Twitter ha decidido demandar a Elon Musk por retractarse hace solo unos días de su compra, anunciada en abril por 44.000 millones de euros, alegando la información “falsa y engañosa” que la empresa le habría proporcionado sobre el número de cuentas falsas y las cifras de spam. La compañía le proporcionó los datos: el 5% de los usuarios son bots, una cifra que el multimillonario cuestionó públicamente -el cree que el número ascendía a un 20%, por lo que solicitó una auditoría- y ha dado lugar a una guerra que no ha hecho sino comenzar. Una guerra sui generis, como todas las que lleva a cabo el excéntrico empresario. Mientras la red social se ha dedicado a armarse para la batalla legal pidiendo al Tribunal de Cancillería de Delaware, especializado en disputas comerciales, que ordene a la persona más rica del mundo completar la fusión al precio acordado en abril de 54,20 dólares por acción de Twitter, Elon Musk no para de compartir memes mofándose de la red social.
“Twitter ha decidido demandar a Elon Musk por retractarse de su compra, anunciada en abril por 44.000 millones, alegando la información “falsa y engañosa” que la empresa le habría proporcionado sobre las cifras de spam”
Lo cierto es que desde el principio el acuerdo de compra ha estado sujeto a vaivenes. El CEO de Tesla y SpaceX anunció el pasado abril sus planes de comprar Twitter prometiendo impulsar su negocio y un espíritu de «libertad de expresión». Más tarde, en mayo, decidió suspender temporalmente la operación, para finalmente plantear la ruptura del acuerdo, alegando también que la red social había violado su obligación de «llevar a cabo sus negocios en el curso ordinario al despedir a varios empleados de alto nivel» después de anunciarse el acuerdo.
Algunos analistas aseguran que Musk está poniendo excusas con el tema de los perfiles falsos y que lo que en realidad busca es negociar la compra a un precio más bajo, dada la caída en Bolsa de las compañías tecnológicas. Las acciones de Twitter cotizaban a poco más de 34 dólares cuando decidió anunciar que se echaba para atrás, más de un 37% por debajo de la oferta de Musk.
La propia Twitter así lo cree y le acusa de “habiendo montado un espectáculo público para poner a Twitter en juego, y habiendo propuesto y luego firmado un acuerdo de compra favorable al vendedor, Musk aparentemente cree que él, a diferencia de cualquier otra parte sujeta a la ley de contratos de Delaware, es libre de cambiar de opinión, destrozar a la empresa, interrumpir sus operaciones, destruir el valor de los accionistas y marcharse», según indica la demanda. En la misma, Twitter acusa al magnate de actuar en contra del acuerdo desde que «el mercado comenzó a girar». Igualmente le acusa de «criticar a la empresa, alterar sus operaciones, destrozar el valor para los accionistas» y una larga lista de «brechas contractuales que han oscurecido su negocio», por lo que pide que se le fuerce a cumplir lo pactado.
El sistema judicial del estado de Delaware históricamente ha rechazado siempre -con una sola excepción, en 2014- los argumentos de quienes han tratado de dar marcha atrás en una compra que habían firmado. Tampoco descartan los analistas que Twitter y Musk puedan alcanzar un acuerdo extrajudicial para evitar un litigio largo y costoso, que podría no beneficiar a ninguno de los protagonistas.
“Algunos analistas aseguran que Musk está poniendo excusas y que lo que en realidad busca es renegociar la compra a un precio más bajo, dada la caída en Bolsa de las compañías tecnológicas”
Musk es un empresario controvertido. La revista Time le eligió a medidos de diciembre pasado como la persona más influyente de 2021, por su condición de propietario de Tesla y también por su éxito al frente de Space X. La compañía aeroespacial ha firmado un acuerdo de colaboración con la NASA para desarrollar una nave para reactivar los viajes tripulados a la Luna. Pero lo cierto es que su trayectoria también está plagada de polémicas y visiones que no acaban de hacerse realidad. En 2017 dijo que la conducción 100% autónoma estaría lista en seis meses. A día de hoy no está. También la empresa que lidera Elon Musk está trabajando en la fabricación de un robot que sea capaz de reemplazar a los seres humanos en tareas peligrosas, repetitivas o aburridas. Musk anunció el pasado mes de marzo que la producción del robot podría iniciarse este mismo año y añadió a continuación que los primeros prototipos podrían llegar a “finales de 2023”. Sin embargo, parece poco probable que lo consiga cuando hoy en día ninguna muestra del Tesla Bot, un androide de 1,72 metros de altura y cerca de 57 kilogramos de peso, ha visto la luz aún. Habrá que esperar a ver si la apuesta por Twitter era real, o una operación más de marketing.