Con Derecho a Réplica / Juanjo Montenegro. Economista, creativo de publicidad, promotor de derechos humanos de niñas y niños en ONG con representación en Naciones Unidas a quien le gusta ser reconocido como “afinador de ritmos sociales
Este artículo de Juanjo Montenegro se inscribe en una serie en la que obtenemos la opinión de personas de alta cualificación y mente abierta sobre Pedro Sánchez, un personaje polémico y de gran complejidad que despierta fuertes pasiones, grandes elogios y fuertes descalificaciones
Sánchez viene de Sancho. Sancho es un vecino de Don Quixote, ingenuo, inocente, bondadoso, de gran corazón y pegado a la realidad. Como apellido, tiene la ventaja de no ser agresivo. Unos ochocientos mil se llaman Sánchez y sólo por eso no tienen que ser ingenuos o inocentes.
Hay un Sánchez que lo que se propone lo consigue, aunque tuviera que pagar por ello un coste personal y alto.
Cuando lo echaron de todas partes, no se sabe muy bien por qué tantos se pusieron de acuerdo contra él, se cogió el ‘buga’, hizo la carretera y se ganó a todos los que quisieron escucharle. Y volvió a rehacer su vida y su poder, lo que quiere decir que era injusto e inútil deshacerse de él.
Habla tranquilo, con datos, con ejemplos y eso da confianza. No es el mejor como orador, pero esa voz un poco monocorde ayuda a esa forma de decir que es poco agresiva, aunque puede que produzca en ocasiones baja retentiva.
Acepta incorporar a su pensamiento asuntos que para él no son vitales y tiene algo único que es que puede cambiar su punto de vista sobre la marcha, hasta llegar a considerar y valorar el punto de vista del contrario, sin aceptarlo pero desactivándolo, en algunos asuntos territoriales.
Con la pandemia actúa rápido concreto y cercano. Aparece en los medios con frecuencia y datos. Cuando ya está el asunto lanzado se lo quita de en medio, dando paso y reconocimiento a los demás y poder a las autonomías. Qué listo eres hermano. Abandona así el protagonismo de algo que languidece, para que los barones de toda condición se queden con el lío y presuman de haberlo solucionado.
Por ser guapo los enemigos le insultan, sin saber que ser guapo y saber inglés le va bien a todo el mundo. En los corrillos europeos están encantados mientras a los americanos no consigue ponerlos positivos todavía, pero lo hará. Capacidad de hacer cosas como si fuera catalán (según dijo otro de Pontevedra) ya tiene. Mira el caso del volcán, siempre al quite, rápido y muy cercano, nadie le tuerce la mano.
Su alta capacidad para negociar es la misma que para encontrar la contradicción en sus oponentes. Le va llevando hacia el éxito y eliminando competidores, véase como en la nueva ley del trabajo deja la primera plana a la ministra vicepresidenta y afirma que: el éxito es que la hayan firmado los empresarios. Dice Mandela que un verdadero líder no tiene que intimidar, sino acoger.
Dice que es una buena ley porque la aceptan los empresarios. ¿Él no hizo nada entonces? Todos saben en su fuero interno que sin él no habría ley.
Los empresarios listos, los sindicatos listos, los analistas listos. Pero Sánchez está detrás. Sin Sánchez no hay ley y sin pactos no hay paraíso.
Ahora sabemos que es un buen encajador, un buen negociador, un rápido gestor y un serio actor, ante las desgracias que nos aprietan. ¿Alguien se fija en la belleza de los grandes inventores, o investigadores o deportistas? ¿Es en esta época aceptable admitir argumentos sobre la capacidad de mujeres guapas o feas, que las hay?
El trabajo de un buen jefe no es decir a la gente lo que debe hacer, sino alcanzar el consenso, dice Mandela, y sin embargo eso es un continuo ataque a Sánchez y un continuo éxito de Sánchez.
Cualquier asunto importante tiene a Sánchez delante. Véase esta programación de viajes para liderar desde Europa la solución de los precios de la energía, la invasión de Putin y si te descuidas la lluvia de arena.
Los críticos insisten mucho en decir que Sánchez hace lo que le interesa. Menos mal. ¿Se imaginan que hiciera lo que no le interesa?
Parece por lo dicho que habrá Sánchez para tiempo, mientras siga pegado a realidad. Ésta es mi idea de Sánchez. Seguro que hay otras.