Los españoles hemos dado nuestro último adiós a la peseta veinte años después de España diera la bienvenida a la moneda común europea: el euro.
La de la peseta ha sido una despedida definitiva porque el Banco de España fijaba como fecha límite para canjearlas, el pasado 30 de junio. Más allá del 30 de junio, todas las pesetas que queden en nuestro país serán consideradas objetos de colección y no tendrán ningún valor excepto el que se le otorgue en este tipo de mercado.
Se estima que el 45% de las monedas en pesetas que estaban en circulación antes de la entrada del euro no habrá sido entregado para su canje y permanecerá en manos de los españoles como pieza de valor, o bien por deterioro, pérdida o salida del país en los bolsillos de los turistas.
“Según los últimos datos publicados por el Banco de España, los españoles conservaban hasta el mes de abril un total de 1.586 millones de euros de la antigua moneda nacional sin cambiar, una cifra que equivale a 263.888 millones de pesetas que estaban pendientes de canje”
La cantidad media de cambio de pesetas que realizado por los españoles es de unos 170 euros por persona. El importe es mucho mayor en el caso de billetes que en el de monedas, según la directora general de Efectivo y Sucursales del Banco de España, Concha Jiménez, en una entrevista con Europa Press.
A pesar de que la que fuera nuestra moneda durante 130 años estaba sentenciada a morir en 2020, el Gobierno amplió el plazo de cambio el pasado mes de noviembre debido a la pandemia del coronavirus, que ha hecho prácticamente imposible cualquier gestión, en este sentido.
Según los últimos datos publicados por el Banco de España, los españoles conservaban hasta el mes de abril un total de 1.586 millones de euros de la antigua moneda nacional sin cambiar, una cifra que equivale a 263.888 millones de pesetas que estaban pendientes de canje. De esa cifra, 133.275 millones de pesetas se asociaban a billetes (801 millones de euros) y 130.613 millones, a monedas (785 millones de euros).
Delante de la sede del Banco de España, en Madrid, se han visto largar colas de ciudadanos que, incluso, llegaban con maletas repletas de la ya difunta peseta. “Algunos han esperado hasta estos últimos días para canjearlas”, explica Concha Jiménez, “un poco por la indecisión de si quedárselos o no, y hay que tener en cuenta que la peseta ha estado con nosotros muchos años y forma parte de nuestra historia y nuestras vivencias infantiles”.
Explicaba la agencia EFE que la imagen en la entrada del Banco era diversa: jóvenes, personas mayores o de mediana edad, todos con ganas de cambiar sus pesetas en las últimas horas en las que era posible hacerlo.
Esperando, incluso, profesionales de las finanzas como Jesús, analista de Valores, quien quería cambiar cuatro monedas conmemorativas de 2.000 pesetas (12 euros cada una) que tenía olvidadas en un cajón de casa.
Sobre por el motivo que les había llevado a esperar hasta el último día para cambiar sus pesetas, algunos comentaban que se habían enterado por los medios de comunicación. “Cuando me enteré en la prensa de que solo quedaban unos días, decidí venir a cambiarlas. De esta forma me puedo quedar con ese dinerillo”, afirmaba Ana, estudiante que pacientemente esperaba su turno.
Al parecer, y según la web ‘historia de las monedas’, la palabra catalana peça (pieza) y su diminutivo pesseta (piececita) tienen un origen muy remoto. Parece que en siglo XV se utilizaba el diminutivo para denominar a pequeñas monedas de plata. En el siglo XVIII, el archiduque Carlos de Austria, pretendiente del trono español, utilizó Cataluña como centro de sus operaciones militares durante la Guerra de Sucesión (1701- 1714) y allí acuñó una gran cantidad de monedas de dos reales de plata a las que se llamó pessetas. “Estas monedas circularon posteriormente por el mercado castellano durante más de cincuenta años, llegando a popularizarse el vocablo peseta escrito tal como se pronunciaba en Cataluña. El Diccionario de Autoridades de 1737 define la palabra peseta como “pieza redonda que vale dos reales de plata”, señala la web.
Las primeras monedas con el nombre oficial de peseta fueron acuñadas por José Bonaparte durante la Guerra de la Independencia en 1808. Este monarca emitió monedas en Barcelona, Sevilla y Madrid, pero el nombre de peseta sólo lo llevaron las batidas en Barcelona por valor de 1, 2´5, 5 y 20 pesetas.
Durante el reinado de Isabel II, se acuñaron monedas de peseta para pagar a los soldados isabelinos que defendían derechos reales frente a los carlistas. Se llamó popularmente “peseteros” a las tropas que recibían sus salarios con esa moneda.