Crónica Mundana / Manuel Espín
La guerra de Ucrania está a punto de cumplir once meses sin que se vislumbre una salida que ponga fin a este horror para la población de ese país; conflicto que genera una amenaza para Europa y es un factor de inestabilidad económica que lastra lo que podrían haber sido excepcionales datos de la recuperación post Covid. Rusia no ha conseguido su propósito inicial de derribar el gobierno Zelenski e instaurar un ejecutivo afín una vez conquistada Kiev. Por el contrario, las tropas ucranianas han recuperado terreno y ponen en jaque a los invasores, con el inicio de un proceso que alcanza a la Federación en el que la guerra, por muchos discursos ultranacionalistas que se lancen, acabará por convertirse en incómoda para las personas del país, especialmente entre jóvenes lanzados a una guerra sin sentido.
“El gobierno belga se ha mostrado favorable frente al criterio de otros estados del Pacto Atlántico”
Dentro del tablero político-diplomático aparecen matices, y a la vez incógnitas sobre el futuro de este proceso abierto. El primer ministro belga, Alexander de Croo, se mostró favorable a la ‘rápida’ entrada de Ucrania en la OTAN y la UE, con el natural alborozo del gobierno de Zelenski. Declaración verbal que la Alianza Atlántica congela, mirando hacia otro lado. En las presentes condiciones de guerra, hacer socia a Ucrania equivaldría a entrar directamente en un conflicto bélico con la Federación Rusa, potencia nuclear de primer nivel.
Un alto cargo de Putin ha advertido de que incluir a Ucrania en la OTAN «no es posible», pues «conduciría a la tercera guerra mundial». De Croo, liberal de Flandes, es un personaje con iniciativa, cuyo gobierno aprobó meses atrás la jornada laboral opcional concentrada de cuatro días a la semana tanto para empleados públicos como del sector privado. Aunque se ha precipitado en afirmar lo que parece una asociación ‘exprés’ de Kiev cuyo riesgo es elevadísimo. Como paradoja, ese tipo de declaraciones políticas vienen a convertirse en un argumento de Moscú de cara a su rearme ideológico interior. Pese al carácter agresivo de la intervención militar iniciada en febrero y como es habitual en cualquier invasión, se esgrimieron razones tan ‘defensivas’ como las que Hitler utilizó en Polonia, o la Italia fascista en Abisinia. Putin dice que ha entrado en Ucrania para defender la soberanía rusa frente a la agresiva llegada de la OTAN a sus fronteras». Hay que lamentarse por el grave error cometido años atrás dejando en la cuneta la posibilidad de un acuerdo OTAN-Federación Rusa que hubiera podido hacer que este último participara en un pacto internacional de seguridad mutua.
La situación obliga a ser extremadamente precavidos a los gobiernos europeos para evitar que un conflicto que ha causado enorme dolor y destrucción se avive y convierta en un imprevisible escenario de catástrofe. Esto lo han entendido bien bastantes gobiernos de Europa Occidental apoyando a Ucrania respecto al suministro de armamento y recursos, pero sin entrar directamente en el conflicto como le habría gustado a Zelenski y a algún partido de esta parte del mundo.
Biden lanza la oferta a Putin de conversaciones en directo para acabar con la guerra. Como las que Scholzhizo semanas atrás en conversación telefónica. Pero el jerarca ruso se opone a retirar sus tropas con lo que no hay de momento posibilidad de parar esa lengua de fuego. Tampoco Zelenski acepta sentarse a hablar si los rusos no dejan el territorio con sus tropas, incluido Crimea. Lo que fuerza a un ‘impasse’ de la situación bajo condiciones cada vez más extremas como las que impone el crudo invierno. Se sigue echando en falta una iniciativa mediadora a través de Turquía, China o India para buscar una salida negociada. La única: un estatuto pactado que garantice a Ucrania su unidad territorial, aunque pueda haber acuerdos de condominio sobre zonas en conflicto como Crimea. A la vez que una fórmula de asociación de Kiev a la UE que no tiene por qué ser la de la plena integración en los 27. El ‘club’ europeo debe mantener una alta exigencia en derechos humanos, pluralismo, justicia independiente, libertades, así como extremas medidas contra la corrupción; y aquí no vale la ‘vista gorda’ de otras épocas cuando lo que se priorizaba era el interés político hacia la apertura al Este.
“Biden busca con Moscú un alto el fuego y una negociación de la que recela Zelenski”
Mientras, la UE decreta el final de las compras de crudo a la Federación Rusa, que no se cumplirá porque Hungría sigue adquiriendo productos energéticos vistas las relaciones privilegiadas entre Orban y Putin. Bruselas también fija a 60 euros barril como precio tope para las importaciones de petróleo de esa procedencia. En una situación en la que el abastecimiento no está garantizado y países como Francia o Alemania acentúan las restricciones al uso de energía que se eleva en invierno por efecto de las condiciones climáticas de la estación.
La situación pone en evidencia el momento cada vez más correoso del conflicto: Francia y Alemania adelantan a su ciudadanía los problemas que en las próximas semanas podría acarrear la restricción energética, aspecto siempre muy impopular y que provoca malestar contra los ejecutivos. Mientras, en la Federación Rusa se apunta un desgaste de la euforia con la que la guerra se contempló en las primeras semanas, asomando el fantasma del tremendo error cometido por Putin en esta aventura descabellada. Las próximas semanas de invierno serán decisivas no ya en el campo bélico, sino en el energético y político.