Cultura & Audiovisual / Equipo Lux ■
Hace siete años, las plataformas en ‘streaming’ irrumpieron en el mercado con una fuerza inusitada arrastrando hacia el abismo al anterior negocio del soporte físico y digital en DVD o el de los canales para abonados. Con Netflix a la cabeza, el ‘streaming’ permitía ver contenidos en cualquier sitio y en el momento deseado, sin necesidad de esperar o compartir mandos ni soportes, ya fuera televisión, ordenador, tableta o teléfono. La compañía pasó a la acción desarrollando una ambiciosa política de producción de contenidos, no sólo de series, sino de películas y documentales, hasta pisar del todo el terreno antes dominado por las ‘major’ de Hollywood. En unos años alcanzó el liderazgo en un mercado donde otras marcas como Amazon, HBO, Disney, Fox o Paramount, y en España y América Movistar, la han seguido en protagonismo. La curva fue ascendente y en 2020 la pandemia hizo aumentar el consumo de contenidos hasta extremos no previstos.
“Netflix teme una caída de dos millones de abonados en este año cuando esperaba incrementarlos en 2.500.000”
Ese proceso ha llegado hasta ahora, porque el pasado no garantiza el futuro. A lo largo de 2022, los abonados a Netflix han caído en los tres primeros meses del año hasta una estimación que a 31 de diciembre podría superar los dos millones, quebrándose la previsión de crecimiento de 2.500.000 nuevos contratos que se esperaban para este ejercicio. La compañía ha realizado una gran inversión en todo el mundo, con sinergias con muchas compañías locales y un gran aparato publicitario hasta posicionarse como número 1 en el mercado mundial del ‘streaming’. Aunque la luz roja se ha encendido, y no sólo para Netflix, sino para otras compañías que ahora intentan salir al paso de lo que podría convertirse en una grave crisis.
Este pasado mes, en Estados Unidos, se veía obligada a echar el cierre la versión en ‘streaming’ de CNN+, una plataforma fruto de la alianza de Warner Bross y Discovery+ junto a HBO Max. Para el desarrollo de esta multiplataforma se destinaron 100 millones de dólares y 500 trabajadores. Inaugurada hace un mes, en sus primeros treinta días de funcionamiento el resultado ha representado una profunda decepción: tan solo 10.000 usuarios por día entraban en ella, una cifra bajísima para lo que se esperaba. Con rapidez se ha echado el cierre a la plataforma, y de nuevo cada negocio se explotará por separado para buscar rentabilidad, mientras las compañías titulares dicen estar dispuestas a acoger a la mayor parte de los trabajadores en otros canales y opciones.
Netflix, que ha visto cómo sus acciones perdían valor, atribuye la caída de abonados a diversas causas como la fuerte competencia entre opciones comerciales, la mejora en los equipamientos tecnológicos de los hogares, las secuelas económicas de la pandemia o la crisis provocada por la guerra de Ucrania, con altas cifras de inflación y elevado precio de la energía y las materias primas. Pero hay otra causa operativa más: la posibilidad de compartir cuentas ha significado un hachazo para los números de la compañía, y de las otras de la competencia. Hasta ahora se permitía a un abonado compartir con otro soporte y persona; una posibilidad que está a punto de acabar. Elon Musk, el máximo responsable de Tesla y Spacex, y hombre más rico del mundo, atribuye la crisis al compromiso de las plataformas en ‘streaming’ de ‘no molestar’ a colectivo alguno, lo que según él redunda en una poca originalidad y miedo al riesgo. Una apreciación que parece poco acertada: varias plataformas han asumido contenidos que años atrás ninguna televisión en abierto habría abordado por el miedo a perder audiencia.
La caída de usuarios tiene otros puntos a considerar, incluida la feroz competencia de un mundo multipantallas, y el ‘miedo al futuro’ detectado por la fulminante subida de precios y la inflación, no sólo en España, sino en buena parte del mundo, y el pánico a una crisis todavía mayor que hace ser precavidos a los consumidores. Para salir al paso de la crisis, tanto Netflix como sus competidoras plantean eliminar que se puedan compartir contenidos entre dos o más usuarios como hasta ahora. E introducen un nuevo elemento como posibilidad de futuro: la inclusión de publicidad en sus programaciones, con la realización ahora mismo de ‘test’ sobre las preferencias del espectador, que podría aceptar publicidad a cambio de una reducción del precio en su abono. Esta es una opción que barajan otras plataformas, incluida Disney: la propuesta de una doble forma de contrato: a precio normal y sin publicidad, o bien con una reducción de lo que cuesta el abono a cambio de incluir publicidad.
“Disney y otras plataformas, dispuestas a incluir publicidad: en el futuro pueden ofrecer dos tipos de abono: sin publicidad, o con ella pero a un precio más bajo de la cuota”
Se trataría en suma de una traslación de lo que ya hacen algunos contenidos en espacios como You Tube e incluso en las redes o plataformas de intercambio de contenidos, con la posibilidad de eliminar la publicidad a cambio de un pequeño abono, o mantenerla incluso con cortes casi continuos en los contenidos para dar paso a los mensajes publicitarios. Esta posibilidad tiene que ver con la idea que se barajó en los primeros años de este siglo, con la explosión de la telefonía digital y el wifi. Entonces se contempló cuando todavía las llamadas telefónicas eran caras. Se tarifaba por minutos, y apenas existían las tarifas planas como las actuales, ofrecer llamadas gratuitas a cambio de la inclusión de publicidad; extremo que finalmente fue desechado por las molestias que iba a suponer para los usuarios, quienes en mitad de una conversación privada tenían que hacer frente a la entrada de un anuncio. Ahora es una de las medidas que analizan las plataformas en ‘streaming’, donde muchas ya cuentan con publicidad, y acabarían haciéndolo casi todas para poder dar paso a la opción: sin anuncios, o con ellos pero a un abono ‘low cost’.