Ana Sánchez Arjona
Será desde el 7 de diciembre, y serán los primeros, los británicos, en probar la vacuna de Pfizer contra el coronavirus. Boris Johnson consigue así el primer triunfo del Brexit que, aún pendiente de negociar su salida efectiva, se apunta un tanto en detrimento de la UE. Es el triunfo del aislacionismo, aunque bien es cierto que por solo unas semanas porque los países europeos tienen previsto iniciar el proceso a primeros del año que viene.
El Gobierno de Johnson de muestra ser mucho más ágil que Bruselas.
En concreto, la agencia reguladora del medicamento británica, MHRA, que ha dado el visto bueno a Pzifer y BioNTech para comenzar a distribuir las primeras 800.000 dosis de su vacuna, vacuna con un porcentaje de efectividad que sus desarrolladores sitúan por encima del 95%.
Boris Johnson, tras dar la noticia del comienzo de la vacunación, aseguró que será precisamente la protección que ofrecen las vacunas “lo que definitivamente nos permitirá recuperar nuestras vidas y hacer que la economía se mueva nuevamente”
Las primeras en recibirla serán las personas mayores de Inglaterra, Gales, Escocia y del Norte de Irlanda que se encuentren ingresados en las residencias geriátricas, al igual que el personal que los atiende. Posteriormente, el proceso de vacunación se extenderá a la población con más de 80 años y el resto del personal sanitario.
Una estrategia que, pone de manifiesto, que el Reino Unido ya tenía establecido un plan de vacunación desde hace tiempo, y, sobre todo, que contaba con la ventaja de que no tenía que discutirlo ni acordarlo con los 27 Estados miembros. sin necesidad de discutirlo con otras 27 naciones que, en algunos casos, siguen sin saber y discutiendo sobre los grupos poblacionales que deberían ser los primeros en recibir la vacuna.
Los británicos, y el propio Johnson no ha dudado en colgarse la medalla, y en señalar al Brexit como el factor fundamental para que se puede adelantar el calendario sanitario y meter un gol por la escuadra a la Unión Europea.
Mantenerse al margen de la compra centralizada para el conjunto de la UE permitirá a Londres asegurarse las primeras dosis del medicamento. Un arma que puede ser de doble filo si atendemos al coste que tendrá para las arcas públicas de su Majestad.
Ser los primeros también tiene su precio. Todos estaremos pendientes de cómo se comporta la vacuna y los efectos secundarios que se puedan presentar tras su administración. Vaya, que los británicos serán nuestros conejillos de indias. Pero, además, la vacuna de Pfizer podría suponer para el erario británico un coste aproximado de 660 millones de euros.
Una cantidad superior y mucho más cara que el tratamiento propuesto por Oxford AstraZeneca. Una dosis de Oxford ronda apenas los 3,4 euros, mientras que la de Pfizer BioNTech es de 15,3 euros por unidad. Así las cosas, cada paciente vacunado supondrá un coste para el sistema sanitario británico superior a los 31 euros, mientras que los europeos podremos acceder a otras opciones por solo 7 euros.
Sin embargo, a Boris Johnson las cantidades por las vacunas suministradas no le resultan significativas ya que la cifra es mucho menor si tenemos en cuenta los efectos económicos que la pandemia ha dejado en Reino Unido. Al poco de que los medios de comunicación se hicieran eco de la noticia y con todo el boato que caracteriza al Parlamento británico, el ‘premier’ aseguró que será precisamente la protección que ofrecen las vacunas “lo que definitivamente nos permitirá recuperar nuestras vidas y hacer que la economía se mueva nuevamente”.
“Es fantástico que la MHRA del Reino Unido haya autorizado formalmente la vacuna del grupo Pfizer/@BioNTech_contra la covid-19. La vacuna empezará a estar disponible en todo el Reino Unido a partir de la próxima semana”, señaló en su cuenta de twitter.
El secretario de Salud, Matt Hancock, le dijo a BBC: “tengo confianza ahora con la noticia de hoy que, a partir de la primavera, a partir de Semana Santa, las cosas van a ir mejor y el año que viene vamos a tener un verano que todos puedan disfrutar”.
A pesar de las buenas noticias, también primó la petición de que se mantengan las medidas sanitarias básicas. El director médico de Inglaterra, el profesor Chris Whitty, advirtió: “no podemos bajar la guardia todavía”.
La necesidad de acelerar la recuperación económica fue la que llevó al Gobierno británico a asegurarse 40 millones de dosis de Pfizer BioNTech más allá del consenso con la UE.
Una dosis de Oxford ronda apenas los 3,4 euros, mientras que la de Pfizer BioNTech es de 15,3 euros por unidad. Así las cosas, cada paciente vacunado supondrá un coste para el sistema sanitario británico superior a unos 31 euros
Por su parte, las autoridades comunitarias han precontratado 200 millones de dosis que todavía se encuentra en fase de autorización por la Agencia Europea del Medicamento (EMA). Se espera que el visto bueno llegue a finales de mes, pero habrá que estar atentos al último permiso de la Comisión Europea, que será la institución responsable para dar luz verde definitiva a la salida al mercado del producto en el espacio económico europeo.
Indudablemente, el Reino Unido ha hecho del inicio de la vacunación un triunfo muy poderoso que mostrar ante los detractores de la salida del país del club comunitario. Gran parte de los querían el Brexit no han tardado ni un segundo en atribuirse el éxito de la operación. “Somos los primeros gracias a nuestra salida de la Unión Europea”.