A los economistas mediáticos, en general, les encanta lanzar mensajes demoledores sobre las perspectivas económicas. Ahora nos erizan la piel de pavo navideño con la inflación. “Ha llegado para quedarse”, afirman. Como las desgracias suelen venir acompañadas, los más agoreros no sólo intimidan con la subida de precios, sino también con el estancamiento económico. Lo definido en términos técnicos como ‘estanflación’.
“Nos habíamos malacostumbrado. Ha sido anunciar Angela Merkel su retirada y dispararse los precios”
¿Estamos totalmente rodeados, no hay salida? Relajémonos.
En 2021 se prevé en España un aumento interanual del índice de Precios del Consumo (IPC) por encima del 5%. ¿Resta importancia al porcentaje su carácter democrático? Es decir, ¿que afecte tanto a la cesta de la compra de Amancio Ortega como a la de cualquier indigente, sea gallego o no? En absoluto. Tampoco consuela que Argentina vaya a superar el 52% a 31 de diciembre.
Nos habíamos malacostumbrado. Ha sido anunciar Angela Merkel su retirada y dispararse los precios. El principal valedor de la disciplina monetaria en la Unión Europea ha sido, de siempre, Alemania. En cuanto se despista, los demás nos relajamos.
No es de extrañar que los alemanes se curen en salud. En 1923, los bisabuelos de Merkel –y de los otros dirigentes actuales– vivieron la culminación de un proceso megainflacionista. ¿Tal vez el 100%? Ya les habría gustado. Aquel año la República de Weimar emitió billetes de cien mil millones de marcos. Es más, la tasa de cambio alcanzó los 4.200 billones de marcos por un dólar estadounidense. La gente iba a hacer la compra con carretillas. No para cargar los suministros de vuelta, sino el papel moneda de ida. Quedaron marcadas una generación y las posteriores. Que se lo digan a Adolf Hitler, quien acabó con la inflación pero también con todo lo demás.
Sobre las causas del encarecimiento hay teorías contrapuestas. Desde las más científicas a ‘la culpa es del gobierno’. O la cuádruple rima: globalización, deslocalización, reconversión y especulación. Según un criterio simple beneficia a quienes deben dinero y perjudica a los acreedores. ¿Cabría responsabilizar a los primeros? Parece improbable que miles de hipotecados y deudores en general se hayan puesto de acuerdo con Florentino Pérez y Joan Laporta –con clubes endeudados hasta las cachas– para quitarse lastre.
“La gente iba a hacer la compra con carretillas. No para cargar los suministros de vuelta, sino el papel moneda de ida”
Ya que no hay consenso sobre las causas generales, usaré el método del caso (concreto). Lo inventó un profesor de Harvard, Christopher Columbus Langdell –no es broma–, hacia 1870. Me servirá para, al menos, analizar superficialmente un ejemplo inflacionario de origen individual: el descomunal incremento de precios en el restaurante Diverxo, propiedad de Dabiz Muñoz, el hiperfamoso chef con tres estrellas Michelin.
Las dudas se acumulan. ¿Por qué el cocinero de moda ha decidido infligir a sus comensales, desde el 1 de enero, un subidón en el menú degustación del 46%? De 250 a 365 euros, sin contar el maridaje de vinos que cuesta 100 o 300 euros. Es más, ¿una perspectiva progresista le calificaría de insolidario? ¿Arrastrará al alza, con su decisión, al sector ‘Hoteles, cafés y restaurantes’, ponderado en el 11,64%, dentro del IPC, según los cálculos del Instituto Nacional de Estadística?
Muñoz ha justificado el palo a su distinguida clientela. Le permitirá mejorar la retribución de los empleados. La inflación como impulsora de la masa salarial. Colegas ilustres como Karlos Arguiñano han aplaudido el gesto. No puedes servir, entre otras veinte delicias, un “bogavante gallego amaneciendo en las playas de Goa”, por la cuarta parte de 1.000 euros. ¿Sabes cuánto vale transportar el crustáceo a orillas del Océano Índico, esperar a que salga el sol y traerlo de regreso? Como proclama Dabiz, no sólo zamparás para llenar el buche. ¡Disfrutarás de un happening, inserto en una experiencia onírica que dura cuatro horas!
Cuando despiertes, la cuenta contribuirá a espabilarte.
“¿Sabes cuánto vale transportar el crustáceo a orillas del Océano Índico, esperar a que salga el sol y traerlo de regreso?»
Prueba final del caso. Analiza la siguiente frase de un bloguero abducido por la propuesta: “Mundo al revés es uno de esos platos que nos invierten la lógica. La especialidad de Muñoz. Se trata de una ensalada acompañada por tres pescados diferentes. Pero no al revés”.
¿No entiendes nada, rompe tus esquemas? Practica entonces tu libertad de elección, de acuerdo con Milton Friedman y los ‘Chicago boys’ chilenos. En las cercanías del Diverxo madrileño hay múltiples opciones de pijadas gourmet y multiculturales. Con precio elevado, pero no tanto como para poner en peligro el IPC y tu tarjeta de crédito.