Crónica Económica / José García Abad
A Teresa Ribera se la ve noqueada por el problema de la luz, que no es exactamente lo suyo, que es el medio ambiente, la transición ecológica que da nombre a su ministerio, y se le escapa la complejidad del asunto en términos políticos, o sea, en el Estado frente a la prepotencia del ‘electropoder’.
“La cosa empieza a encarrilarse desde el momento en que el presidente Sánchez, que se situaba un tanto de perfil, haya asumido con valentía, desde el poder legítimo que le dan las urnas, una respuesta al desafío del ‘electropoder”
La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica había tratado de desplazar patéticamente sus responsabilidades al marco europeo, que yo calificaba en un artículo en la revista ‘El Siglo’ de un desplazamiento formulado “con la flacidez vergonzosa de quien en el fondo no cree lo que está diciendo, de quien lanza una verdad a medias, casi una mentirijilla, pues no se le oculta que el problema no está tanto en Bruselas como en el palacio de la Moncloa, en el coraje gubernamental para enfrentarse a la prepotencia eléctrica ante la que se han achantado todos los gobiernos”.
Como dice Jorge Fabra, que presidió Red Eléctrica, en una entrevista en ElDiario.es: “Así que cuando se dice esto, en mi opinión, no se quiere plantear la batalla. Se escuda uno en que esto es la Unión Europea. No: hay que ir y si es necesario dar un puñetazo en la mesa. España no es una cosa despreciable en los acuerdos europeos. Otra cosa son los muy poderosos intereses que están detrás de todo esto. La UE no puede ser el pretexto para hacer una buena regulación”. Fabra no se cansa en denunciar los efectos nocivos que a su juicio provoca el modelo marginalista del mercado eléctrico, que «corresponde a la época más radical del neoliberalismo más sectario en la historia de la política económica europea». E insiste en que “la energía hidroeléctrica es la explotación de bienes públicos, de la fuerza cinética de las cuencas españolas. Se produce una especulación sobre concesiones públicas para la explotación de bienes públicos”.
Sánchez refuerza a Ribera con Calviño
Pues bien, la cosa empieza a encarrilarse desde el momento en que el presidente Sánchez, que se situaba un tanto de perfil, haya asumido con valentía, desde el poder legítimo que le dan las urnas, una respuesta al desafío del elecropoder.
Sánchez, consciente de que Ribera, muy sabida en términos de medio ambiente y en la descarbonización, no domina la problemática eléctrica en su conjunto como no lo domina la secretaria de Estado de Energía, Sara Aagesen Muñoz, muy competente en su materia como profesora de Química, que es la persona que había enviado Ribera a negociar con la Comisión Europea donde poco tiene que hacer con los superexpertos energéticos y donde las compañías son un ‘lobby’ feroz, ha puesto a su vera a Nadia Calviño, que se mueve estupendamente en los pasillos del Edificio Berlaymont, donde ha trabajado muchos años. Con el apoyo del secretario de Estado para la UE, Juan González-Barba, que ha empezado a preparar la agenda de la próxima cumbre a su llegada al Consejo de Asuntos Generales de la Unión.
“Sánchez ha puesto a la vera de Ribera a Nadia Calviño, que se mueve estupendamente en los pasillos del Edificio Berlaymont donde ha trabajado muchos años. Con el apoyo del secretario de Estado para la UE, Juan González-Barba, que ha empezado a preparar la agenda de la próxima cumbre a su llegada al Consejo de Asuntos Generales de la Unión”
La carta de las ‘vices’
Ribera y Calviño enviaron una carta al vicepresidente, Frans Timmermans; a la comisaria de Competencia, Margrethe Vestager, y a la comisaria de Energía, Kadri Simson, en la que piden que el próximo Consejo Europeo que se reunirá los días 21 y 22 de este mes ponga en su orden del día el problemón eléctrico.
Piden las vicepresidentas, entre otras cosas, reformar el mercado de la electricidad para «trasladar los beneficios de las renovables a los consumidores, así como diseñar una «guía» con directrices para todos los Estados miembros que permitan «reaccionar ante periodos como el actual de gran estrés» en el mercado mayorista. La misiva concluye con la defensa por parte de ambas de las medidas puestas en marcha por el Gobierno para abaratar el recibo eléctrico, entre ellas la minoración de los beneficios a las centrales nucleares, hidráulicas y renovables. «España –recuerdan– ha cumplido plenamente las normas europeas a pesar de la sensibilidad política de la crisis actual”.
Se desvanece, pues, la disculpa europea. Pillada en falta, Teresa Ribera ha reclamado que la Comisión no debe quedarse en simples recomendaciones, sino que se moje y presente “un plan audaz, con nuevos instrumentos que permitan una reacción energética al problema”. O sea, que dicte lo que España tiene que hacer. Disimula así su evasión y señala su desconocimiento de lo que Europa no puede hacer, pues no gobierna los países miembros y se limita a establecer un amplio margen recomendable.
El caso es que el próximo Consejo Europeo, el máximo órgano de la Union, integrado por los jefes de Estado y de Gobierno, presidido por Charles Michel, se ocupará del asunto donde Pedro Sánchez tiene la palabra y el voto.