Humor asalmonado / Mateo Estrella ■
Entre las polémicas que han animado el largo y cálido verano del 22, quisiera destacar una que tiene su morbo. Se refiere a las consecuencias del proyecto de ley —tomen aire si lo van a leer en voz alta— «para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI», según la nomenclatura del Consejo de Ministros.
Nomenclatura oficial que se ha quedado corta, pues hace tiempo que los colectivos implicados han ampliado las siglas a LGTBIQ+. Desmenuzaré las siglas para quienes no estén en la onda: Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales, Intersexuales… con el añadido de las personas Queer (ni masculinas ni femeninas) y, sobre todo, del signo + como puerta abierta a nuevas incorporaciones fuera de la heterosexualidad predominante.
Rosa Montero: «He hecho reportajes con trans y me parece que no sabéis de lo que habláis»
No voy a escribir un artículo de opinión. Primero, porque suscitaría una avalancha de zascas y el consiguiente destrozo de mi reputación en redes sociales. Segundo y más probable, porque a nadie importarán un bledo mis puntos de vista, revelando mi nula condición de ‘influencer’. Para evitar ambos escarnios, tomaré prestadas las voces de dos mujeres top en la literatura y en el debate social: Rosa Montero y Lucía Etxebarria.
Representan visiones antagónicas del feminismo. Montero es partidaria —o eso me parece— de que en el sexo, el amor y la sociedad coexistan individuos e individuas no sólo binarios —hombres y mujeres heterosexuales—, sino ternarios, cuaternarios, quinarios… ¡y +! «He hecho reportajes con trans y me parece que no sabéis de lo que habláis», ha espetado a la corriente contraria.
Dentro de la cual Etxebarria, sin acento en la i, representa al feminismo clásico. «No se nos permite afirmar», denuncia, «que el sexo es binario. Porque nos arriesgamos a las amenazas, los insultos, el acoso y la cancelación».
Detallar el choque entre ambas posturas rebasaría la intención de esta crónica, y evidenciaría mi desconocimiento sobre la materia. Invito a pinchar en este enlace a quienes quieran más madera: https://theobjective.com/opinion/2022-08-22/carta-abierta-rosa-montero.
Conduce a una larguísima carta abierta, en el diario digital ‘The Objective’, donde Lucía replica con dureza y con múltiples argumentos a la supuesta postura panbinaria de Montero. En el fondo no arremete contra Rosa, sino contra otra celebridad con idéntico apellido. La ministra de igualdad e inspiradora del proyecto de ley, Irene Montero. Sin nombrarla.
Lucía Etxebarria: «Nos arriesgamos a las amenazas, los insultos, el acoso y la cancelación».
Es un embrollo difícil de explicar, y más si consideramos que Montero & Montero nunca han citado a Etxebarria en escaramuzas previas sobre la diversidad de género. Es más, que yo sepa, Rosa tampoco ha respondido a Lucía después de leer —si lo ha hecho— la contundente diatriba. Lo dejaré aquí, para no meterme en berenjenales. Que nadie piense que utilizo a dos excelsas novelistas para rebañar esos quince minutos de fama que prometió Andy Warhol a todos los mortales, al margen de sus preferencias sexuales. Las de los mortales, no las de Warhol.
Me permito pulsar la opinión de la calle sobre esta reivindicación, que se corporeiza cada año en las coloridas fiestas del Orgullo Gay. Armado con mi grabadora digital, he abordado a un vecino de mediana edad que volvía de la oficina de empleo con rostro atribulado.
Me he topado con el típico demagogo populista—‘populisto’ en lenguaje inclusivo—. No obstante, publico la entrevista en aras de la libertad de expresión.
P. ¿Crees que debe permitirse una selección española de fútbol mixta, para la equiparación de los géneros?
R. Sería una masacre ¿Imaginas un choque frontal entre Alexia Putellas (1,71, 67 kilos) por España, y Antonio Rüdiger (1,90, 85 kilos) por Alemania?
P. ¿Los partidos, no de fútbol, habrían de dar un paso adelante, con la representación proporcional de los colectivos LGTBIQ+ entre sus cargos?
R. Tú dime de qué me disfrazo para hacer carrera política, con tal de pagar la hipoteca y llenar la bolsa de la compra.
P. ¿Estarías dispuesto entonces a cambiar de sexo en un acto administrativo, y que así conste en tu DNI, sin aportar pruebas?
R. Insisto. Lo que me gustaría es figurar en mi currículo como diputado o senador, sin aportar pruebas y con las prebendas correspondientes.
P. ¿Me estás tomando el pelo? El cambio de sexo estará protegido por ley.
R. Tú si que me vacilas, Mateo. ¡También la Constitución protege los derechos a disfrutar de una vivienda digna y de un trabajo con una remuneración suficiente! Y mira cómo está el patio, No me vengas con milongas, tío.
«¿Imaginas un choque frontal entre Alexia Putellas por España, y Antonio Rüdiger por Alemania?»