M. C.
La inclusión de Economía y Seguridad Social en la mesa del diálogo social encargada de la ‘contrarreforma’ laboral podría inquietar a los sindicatos. Es conocida la cercanía entre las centrales y el Ministerio de Trabajo, especialmente de CCOO, de cuya órbita procede la propia ministra, Yolanda Díaz, y algunos de los miembros de su equipo, como el secretario de Estado, Joaquín Pérez Rey. Sin embargo, desde los sindicatos explican que, al contrario, el aterrizaje de los números dos de Nadia Calviño y José Luis Escrivá aporta certidumbre a le negociación. Y para ello ponen de ejemplo lo sucedido con el SMI.
“En la última subida del SMI, Trabajo había cerrado un acuerdo con CCOO y UGT y Economía lo frenó”
En la última subida del Salario Mínimo, Trabajo había cerrado un acuerdo con CCOO y UGT. Cuando ese acuerdo se trasladó a la vicepresidencia económica, desde el equipo de Nadia Calviño se frenó ese acuerdo y se intervino para que la subida fuera menor de la pactada y se quedase en los 10 euros. Tras varias horas de tiras y aflojas, el acuerdo se cerró en los 15 euros para este año, con el compromiso de alcanzar el 60% del salario medio a lo largo de la legislatura.
Con este precedente reciente, los sindicatos hasta celebran que en el gobierno haya mejor coordinación y que la vicepresidenta Calviño se vaya acercando poco a poco a sus posiciones. Por ejemplo, la responsable de Economía nunca vio con buenos ojos que los convenios sectoriales volvieran a tener prevalencia sobre los de empresa. Pero empieza a ablandar sus posiciones en este sentido y en CCOO y UGT ya ven muy posible que se cierre un acuerdo muy próximo a sus reivindicaciones. La negociación colectiva volverá a tener la relevancia que le despojó la reforma laboral de 2012 y se pondrá coto a la temporalidad, como pide Bruselas, eliminando el contrato por obra y ligando la contratación temporal a la causalidad.
En el equipo de la vicepresidenta segunda ha conseguido que la discusión quede acotada a la letra del acuerdo de gobierno, que, en realidad, no deja mucho margen al debate. El texto señala claramente que “recuperaremos los derechos laborales arrebatados por la reforma laboral de 2012”, entre otros: “derogaremos la prioridad aplicativa de los convenios de empresa sobre los convenios sectoriales”; “derogaremos las limitaciones al ámbito temporal del convenio colectivo”, la conocido como ultraactividad de los convenios, “haciéndolo llegar más allá de las previsiones contenidas en el mismo, tras la finalización de su vigencia y hasta la negociación de uno nuevo”; y “revisaremos el mecanismo de inaplicación de los convenios colectivos, orientándolo al descuelgue salarial vinculado a causas económicas graves”.
Así las cosas, ¿cómo se prevé que avance la negociación en las próximas semanas? Desde los sindicatos, fuentes conocedoras de las negociaciones adelantan que “no va a haber acuerdo con la CEOE”. En todo caso, podrá haber un “acuerdo de mínimos”, difícil de aceptar por los sindicatos, o un acuerdo por partes, en el que haya entendimiento en algunos elementos y otros queden al margen y el Gobierno tenga que legislar.
El objetivo prioritario de Calviño –y, por extensión, del presidente- es incluir a la CEOE en el acuerdo. Hasta el punto de preferir dejar muchas de las cuestiones delicadas como están antes de legislar sin el beneplácito de los empresarios. Díaz también quiere incluir a Antonio Garamendi en la foto del acuerdo –“hoy mismo podríamos cerrar un acuerdo con los sindicatos, hay acuerdo en todo”, explican desde su equipo–, pero no está dispuesta a rebajar la ambición de la ‘contrarreforma’ para ganarse a la CEOE. Entre otras cosas, porque los sindicatos también aprietan y un acuerdo poco ambicioso podría suponer perderlos a ellos. Y si algo tienen claro Díaz y los suyos es que a ellos no les hacen una huelga general CCOO y UGT. “Antes dejamos el Gobierno”, subrayan desde su equipo.
“Los sindicatos celebran que Calviño ya no se cierre a que los convenios sectoriales vuelvan a prevalecer sobre los de empresa”
A la espera de la letra pequeña del acuerdo, Díaz parece haber resistido el embate del presidente del Gobierno por relegarla en el liderazgo de la negociación con los agentes sociales. La vicepresidenta segunda se apunta una victoria importante pocos días antes de la presentación oficiosa de una entente política que la unirá con la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, la vicepresidenta de la Generalitat valencia, Mònica Oltra, y la portavoz de Más Madrid en la Asamblea de la región, Mónica García.
No hay que perder de vista que el CIS de octubre encierra claves importantes para entender lo que ha sucedido en el Gobierno en los últimos días. En relación al sondeo de septiembre, Díaz amplía su distancia como líder política mejor valorada, con un 4,8 sobre 10, cuatro décimas por delante del presidente y 1,3 puntos por delante de Pablo Casado. Y ante la pregunta de a quién prefieren para presidir el Gobierno, los españoles colocan a Díaz en segunda posición, con el 14,8%, por detrás de Pedro Sánchez, que obtiene el 19,8%. Pero sucede que en la oleada publicada en septiembre el presidente obtenía un 21,6% y su ministra de Trabajo un 11,5%. En apenas un mes, Díaz ha recortado esa ventaja a la mitad. Además, entre los votantes del PSOE son ya un 16% los que la prefieren como presidenta, frente al 10% de la anterior oleada. Una corriente al alza que no se restringe sólo a los apoyos del PSOE, también se está registrando en todos los partidos de izquierda, de ERC a Más País.