Crónica Mundana / Manuel Espín
De nada han valido las promesas del Kremlin de celebración de conversaciones para resolver la crisis de Ucrania. Tras un mensaje televisado donde ha utilizado términos que son habituales en los belicistas e imperialistas, ha aludido a “ataques contra intereses rusos” o la defensa de las provincias prorrusas para intervenir militarmente con un resultado inicial de muertes que parece indignante, abriendo una caja de truenos de consecuencias imprevisibles. Las primeras van más allá de la guerra abierta entre Kiev y su antiguo aliado, la peligrosa movilización de civiles y la actuación de bandas armadas –un gravísimo peligro, tal y como se pudo ver en la guerra de los Balcanes–, sino el duro golpe que ese paso significa para la economía europea y mundial. La primera reacción, el pesimismo en las Bolsas, seguido por el encarecimiento del precio del petróleo y de la energía, en lo que escenifica un proceso en el que es conocido el principio pero se ignora cuál puede ser el fin.
“En contra de sus promesas de no intervención, la entrada unilateral de sus tropas en Ucrania y los cruentos ataques contra su soberanía ponen al presidente ruso al nivel de Hitler o Sadam Hussein”
Putin ha repetido el plan de Crimea: tomarse lo que llama ‘justicia’ por su mano, incorporando territorios tras una invasión militar. Aposentado en una identidad que viene de la Rusia zarista sobre la que se basó la propia URSS, y la aparente forma pseudo-democrática de la actual Federación que también ha acabado por hacer suya. La nostalgia por el imperio está en la base de esos erráticos pasos. El líder ruso no ha ahorrado en sus últimas intervenciones aludir al potencial nuclear de su país, dentro de la orgía patriótica-nacionalista de autócratas para quienes la razón de la fuerza es más importante que la fuerza de la razón.
A ese terremoto militar y especialmente económico hay que añadir la respuesta de la UE y Estados Unidoscon una batería de represalias comerciales y financieras con la prohibición de las transacciones con ese inmenso país; un golpe importantísimo no ya para Moscú, sino para economías europeas bajo un alto nivel de intercambios con la Federación. En las próximas horas y días podremos ver cómo las represalias aumentan, pero a la vez generan una burbuja de incertidumbres en los mercados de todo el mundo. Putin ha asestado un duro golpe bajo a la estabilidad mundial, generando un torbellino sin límites. Con la gravedad que representa la pérdida de confianza en la Federación con un líder que deja de ser un socio fiable, el retorno a los peores tiempos de la Guerra Fría y la interrupción y el suministro de los intercambios culturales y del turismo entre Rusia y la Europa Occidental. Pensemos en las agencias de viajes españolas que en estas primeras horas se han visto obligadas a retirar ofertas como los circuitos por San Petersburgo y Moscú, o las expediciones a territorios de esa gran república. O la interrupción de los intercambios entre estudiantes tan habituales en los últimos años.
Lo más lamentable son los muertos de esta guerra absolutamente inútil e injustificada, en la que no se ha dado la menor oportunidad para resolver el conflicto a través de la negociación y el acuerdo. El precedente de Ucrania va a pesar de forma manifiesta a partir de ahora en las relaciones Este-Oeste con una pérdida de confianza en la palabra del Kremlin, y particularmente en la de Putin, que para justificar agresiones o invasiones añade conceptos que en su momento fueron utilizados por Hitler, aunque en otro contexto distinto, y por Sadam Hussein en Kuwait. La intervención en Ucrania representa un día negro no sólo para la región, sino para el mundo, generando un profundo foco de inestabilidad de resultado impredecible.
Lamentable parece el papel jugado por personajes de la extrema derecha populista como Trump jaleando a Putin y aireando sus “relaciones privilegiadas” o la aquiescencia de Bolsonaro a ese club de impresentables que no respetan el derecho internacional ni la autonomía de los pueblos. Lo peor está por venir en los próximos días con una guerra comercial y tecnológica en la que se pueden esperar ataques informáticos, como se ha venido denunciando desde tiempo atrás.
“La caída de las Bolsas y la fulminante subida del petróleo y la energía presagian una imprevisible crisis económica”
La Federación tuvo una incalificable actuación en las elecciones americanas contra Hillary Clinton, y en la campaña del Brexit donde de forma descarada apoyó las actuaciones aislacionistas de una parte de la sociedad del Reino Unido. Aunque tuvo un par de quien no se debe perdonar una actuación paralela: Trump tomó partido a favor del Brexit de manera descarada y pública, ignorando las relaciones privilegiadas de Estados Unidos con la UE, en una actuación que destrozó cualquier regla de diplomacia y cortesía en las relaciones internacionales.
Ahora Putin ha hecho lo propio con una intervención militar que moralmente lo desautoriza, pero a la que la Europa Occidental no puede responder sino con boicots comerciales y sanciones en el terreno financiero. Por que el equilibrio del terror y el chantaje que representa la posesión de armas nucleares obliga a una extrema cautela. Esto lo sabe Putin, consciente de que una intervención militar apenas tendrá respuestas exteriores en la misma línea, por el terror que representa la posesión de esos arsenales en una zona tan sensible como Centroeuropa y la Europa del Este fronteriza a Estados de la UE.