Cultura & Audiovisual / Equipo Lux
Durante varias décadas ‘La tabernera del puerto’ fue uno de los títulos más representados del género, y algunas de sus romanzas pasaron al acervo popular. Sorozábal, grande entre los grandes y este título, estrenado en Barcelona en 1936 llegó a ser una de sus cumbres hasta considerarse ‘último de sus clásicos’. El libreto de Guillermo Fernández-Shaw y Federico Romero partía del costumbrismo tan frecuente durante una época en el género, y que hoy es uno de los elementos que más lastra y peor lo ha hecho envejecer; en manos de Mario Gas evoluciona hacia un fresco más naturalista, donde hay poética, olor a humedad, alcoholismo, malos tratos, desprecio, contrabando de drogas, mendigos, personajes al borde de la marginación… y también amor desmedido.
“La considerada ‘última de las grandes zarzuelas’ estará en cartel del 19 al 28 de noviembre dirigida por Mario Gas”
En 2018 se estrenó en La Zarzuela esta producción dirigida por Mario Gas, que tuvo pocas representaciones por la situación planteada por el abortado intento de fusión Real-Zarzuela, aunque luego se hicieron funciones en Oviedo, Valencia y Sevilla. Para Gas este título de repertorio tiene resonancias familiares: su padre la cantó en su estreno en Madrid en 1940. Como ya hiciera semanas atrás con ‘Las golondrinas’, Mario Gas vuelve a contar con idéntico equipo artístico. Entre ellos: Ezio Frigero y Riccardo Massorini en la escenografía, Franca Squarciapino en el vestuario, Venicio Cheli como iluminador y Álvaro Luna en el apartado de los efectos videográficos.
Sin embargo, el concepto visual se distancia de la producción precedente: hay un tono oscuro, a veces casi lúgubre en el tratamiento, que le viene muy bien para arropar esta historia en la que presenta un cierto tono decadente. Por lo menos así lo ha visto Mario Gas, poniendo distancia con el tono superficialmente folclórico con el que antiguamente se representaban en los escenarios obras como ésta. Entonces tampoco se contaba con las aportaciones que hoy permiten las tecnologías, y la tempestad ya no es un apagar de luces y ruidos como antes, sino que las proyecciones de vídeo enmarcan bien las situaciones; algo que ya hiciera Gas en ‘Las golondrinas’. Sin llegar a ser un montaje realista, hay pinceladas de esa otra parte áspera de la vida que no siempre trascendían en las anteriores lecturas sobre el género.
En esta ocasión, ‘La tabernera…’ cuenta con el regreso a La Zarzuela de Oliver Díaz, excelente director musical y un verdadero ‘todoterreno’ con gran capacidad para entender las partituras más variadas y darles la vida que necesitan, como ocurre con Sorozábal, que suena con brillantez. En las ocho representaciones hay un doble reparto: ‘Marola’ (María José Moreno/ Sofía Esparza), ‘Juan’ (Damián del Castillo/Rodrigo Esteves), ‘Leandro (Antonio Gandía/ Aitor Lliteres) y ‘Simpson’ (Rubén Amoretti/ Ihor Veievodin). Varios de estos nombres se han visto recientemente en La Zarzuela, como el argentino Amoretti, en su día una voz presente en el Teatro Colón de Buenos Aires. Más ‘Abel’ (Ruth González), ‘Antigua’ (Vicky Peña), ‘Chinchorro’ (Pepe Molina), ‘Ripalda’ (Ángel Ruiz), ‘Vendier’ (Abel García), ‘Fulgen’ (Agus Ruiz), ‘Senén’ (Didier Otaola) y ‘Valeriano’ (Ángel Burgos). A destacar el lucimiento de los personajes cómicos, especialmente Vicky Peña, que es una de las grandes damas del teatro en Cataluña, y el papel del Coro Titular de este teatro.
Como ocurriera con ‘Las golondrinas’, las versiones de zarzuelas de Mario Gas son en buena parte respetuosas por que las ha vivido desde que era niño. Lo que se les da es un tratamiento depurado y estilizado, con un cuidado en la puesta en escena. Se trata de una visión integradora de públicos muy diferentes, que el más veterano no rechaza.
“Una acertada dirección musical de Oliver Díaz en un montaje de ambientación casi lúgubre donde se junta la leyenda poetizada y el áspero clima de un puerto marinero”
Un termómetro de la situación del género lo ofrece esta vuelta de ‘La tabernera del puerto’, título muy representado en los 40 y 50 en los teatros españoles y considerado un referente del género. Años después casi olvidado y que tiene que ser rescatado desde los teatros públicos con tratamientos escénicos de gran dignificación pero sin introducir elementos que rompan con el recuerdo del pasado. Gas, sin apartarse del libreto original, hace una lectura de la excelente partitura de Sorozábal donde el barniz regionalista queda disminuido a través de una depuración de los elementos escénicos, con una concepción de cierto naturalismo en la que no se rechazan los tonos de alguna oscuridad.