Crónica Mundana / Manuel Espín
Estos días circula por las redes una inteligente declaración del republicano John McCain tras conocerse la victoria de Obama, en la que felicita al ganador, y celebra como cualquier otro ciudadano que una persona de origen afroamericano llegue a la Casa Blanca «reparando la injusticia de años en los que les fueron negados los derechos civiles». Nada de esto ha ocurrido en 2020 con el megalómano Trump, que durante días y días se ha negado a reconocer los resultados de Biden, y contra viento y marea se empeñó en dar la vuelta al resultado recurriendo a una justicia que durante años seguirá marcada por el tono ultraconservador de su paso por el Despacho Oval. El ego de Trump no le permite admitir que no ha ganado, aunque ha tenido un elevado alto porcentaje de votos; lo que a la vez revela la división y polarización de una sociedad, tensada hasta extremos desconocidos por el millonario constructor falto de tacto y carente de capacidad de moderación.
“Trump, contra viento y marea, tensa la sociedad americana en un intento de deslegitimar las elecciones”
Para empezar, Biden no es un “peligroso socialista” como Trump no se cansó de repetir en la campaña para tratar de dar miedo a los electores más timoratos; de la misma manera que en España se califica de ‘socialcomunista’ al Ejecutivo PSOE-UP buscando en los armarios fantasmas estalinistas y chavistas. El que será dentro de poco presidente electo es un hombre de larga trayectoria en el ‘establishment’ y el indiscutible candidato de Wall Street. Pero dentro del campo demócrata hay una amplia gama de colores que van de la derecha liberal y el centro político a la nueva izquierda; todas pueden convivir bajo el mismo paraguas, frente al aventurerismo reaccionario de la ultraderecha, opuesta a sobrevivir en un mundo abierto y tolerante donde sea posible dialogar entre diferentes. Trump se apoyó en lo contrario, en la generación de discursos de odio, buscando la tensión de la ciudadanía a través de la negación al Tratado de Libre Comercio, la Organización Mundial de la Salud, o el Acuerdo sobre el Cambio Climático, bajo un tono negacionista de hechos tan desgraciadamente presentes como la actual pandemia mundial, que trató de ignorar o minimizar.
En su estilo antidiplomático tuvo gestos inadmisibles en aliados como su descarado apoyo al Brexit o el rechazo implícito a la UE. Sólo hay un ‘mérito’ que reconocerle: su aislacionismo en temas internacionales le hizo evitar las acciones militares directas; algo a lo que en otras épocas fueron proclives presidencias tanto demócratas como republicanas. Aunque Trump ha roto equilibrios como el de Oriente Próximo apoyando a Netanyahu de manera ciega, incapaz de generar condiciones para que israelíes y palestinos sean capaces de sentarse a negociar para aportar seguridad a la zona, garantizar el final tanto de los actos terroristas como de la represión, y acabar con la violencia en un territorio candente cuya espiral no se ha cerrado. Habrá que aguardar a enero tras la toma de posesión –esperemos que en estas próximas semanas sin sobresaltos, aunque conociendo a Trump los gestos extemporáneos puedan manifestarse– para conocer al nuevo equipo de la Casa Blanca en áreas como las relaciones exteriores.
Una de sus tareas urgentes será restablecer el deteriorado vínculo con la UE y sus principales capitales, que han respirado con alivio al ver que Trump no ha sido reelegido. Su discurso era burdo, plano y maniqueo, dictado por un prejuicio envuelto en un superficial patrioterismo. La clave en los próximos días será evitar la generación de más tensión interna, con el insólito espectáculo de que varios días después de los comicios el presidente no ha reconocido los resultados. Es imprescindible que los nuevos responsables eviten echar gasolina a las heridas y los fuegos, en un país donde sigue rigiendo el anacronismo de los tiempos de los pioneros y de la frontera en torno a la venta libre de armas, con 400 millones en poder de los 320 millones de americanos.
“Biden pasa página y sin tomar posesión crea un comité para afrontar una crisis sanitaria que el presidente ‘ultra’ ignoró y negó”
Lo importante es evitar gastar un centavo más en generar muros como el de la frontera sur, e invertir todo lo necesario en luchar contra la crisis sanitaria, tanto en investigación como en cobertura y atención a los grupos vulnerables, así como en las imprescindibles medidas de calentamiento económico. Trump se puede marchar con otra de sus frecuentes incongruencias: personaje mediático por excelencia, hecho en la telerrealidad y los cameos de películas de Hollywood, ha sostenido las peores relaciones conocidas con los grupos de comunicación y la prensa. No se puede descartar que su futuro inmediato sea volver a los estudios de televisión donde pueda volver a dar rienda suelta a su ‘yo’ desmedido. Ahora tendrá ocasión de expresarse en Twitter sin morderse la lengua, y estará en su derecho a hacerlo pero como ciudadano, no como ‘líder de Occidente’. De su estilo dan medida sus choques con los en principio ‘afines’, como el republicano Schwarzenegger, exgobernador de California, sucesor en la conducción del espacio televisivo que Trump presentó y produjo, crítico del empresario por su rechazo a asumir medidas contra el cambio del clima.