Con Derecho a Réplica / José Manuel Corrales. Profesor de Economía y Empresa de la Universidad Europea ■
La guerra en Ucrania ha provocado una perturbación negativa en toda Europa cuando aún no se había completado la recuperación de la crisis generada por la pandemia del Covid-19. La pandemia, por desgracia, no termina de desaparecer y el egoísmo de las farmacéuticas y los países más ricos puede provocar que sigan apareciendo nuevas variantes del coronavirus que dificulten una recuperación completa de la actividad económica.
Ya advertíamos hace varias semanas que el fantasma de la estanflación recorría de nuevo la Unión Europea. Un probable e indeseado estancamiento económico puede socavar de forma muy preocupante la recuperación económica que todas las previsiones garantizaban para los próximos años. Las perspectivas para la economía española ya no son tan favorables, porque estaban sometidas a una gran incertidumbre, existiendo serios riesgos de encarecimiento de las materias primas y con cuellos de botella que afectaban a la cadena de distribución, unido a la huelga de transportistas que vivimos en marzo y el reciente corte de grifo del gas ruso a Polonia y Bulgaria. Con estos antecedentes podemos afirmar que no habrá recuperación total de los niveles de prepandemia como mínimo hasta finales de 2023, con un retraso de un año y medio.
El primer trimestre de 2022 ha arrojado un decepcionante crecimiento del Producto Interior Bruto en España que sólo ha supuesto un incremento del 0,3%, cuando las previsiones apuntaban a un crecimiento del 1%. Este crecimiento casi plano de la economía también afecta al conjunto de la Unión Europea (Alemania, creció un 0,2%, Francia se estancó e Italia se redujo un 0,2%) debe ser motivo de preocupación. Es cierto que el crecimiento del primer trimestre de 2022 no recoge la buena Semana Santa, que ha sido positiva para el sector servicios en España.
Las medidas aprobadas en el RDL 6/2022, de 29 de marzo para frenar la inflación han consistido en la bonificación extraordinaria y temporal (entre el 1 de abril y el 30 de junio de 2022) en el precio de venta al público de los carburantes y la reducción de los cargos del sistema eléctrico en un 36%. Se ha aprobado la prórroga de las limitaciones en las revisiones del precio de la tarifa de gas natural y de la suspensión de impuestos y de tipos reducidos en el IVA de la factura eléctrica. También se ha establecido el límite máximo de la revisión de los contratos de alquiler en el 2% hasta el 30 de junio.
El Gobierno de España ha reconocido el deterioro evidente de las expectativas y ha empeorado notablemente las previsiones económicas para 2022-2025. Así la previsión de crecimiento económico para 2022 se rebaja al 4,3 % (lo que supone 2,7 puntos menos respecto al 7 % anterior). Y será del 3,5 % en 2023; del 2,4 % para 2024 y del 1,8 % para 2025.
Nadia Calviño, no obstante, destaca que el crecimiento de España estará en los próximos años por encima de la media prevista para la economía europea y se apoyará en una demanda interna que contribuirá al avance del PIB con 4,6 puntos porcentuales, en tanto que la demanda externa restará 0,3 puntos. Por otro lado, la vicepresidenta económica señala que se prevé un fuerte crecimiento del empleo y una reducción de la tasa de paro hasta situarse por debajo del 10% de la población activa en 2025. En los últimos meses en España, el mercado de trabajo ha evolucionado positivamente, ya que el empleo y la inversión siguen siendo los motores de la recuperación económica con un crecimiento fuerte y sostenido. En abril de 2022 más del 48% de los nuevos contratos fueron indefinidos, mejorando significativamente la calidad de los empleos creados.
La invasión rusa a Ucrania está teniendo importantes efectos económicos y sociales que están afectando a todos los países por la incertidumbre generada. En consecuencia, todos los gobiernos europeos están revisando a la baja sus previsiones de crecimiento y al alza sus previsiones de inflación. Las previsiones de organismos internacionales sobre la guerra en Ucrania no son halagüeñas, más si el conflicto se recrudece y se alarga en el tiempo. Rusia intensifica su agresión en el sur y el este de Ucrania, y el cierre del grifo del gas a Polonia y Bulgaria, es un paso más en su guerra hibrida.
Gazprom, empresa estatal rusa y mayor compañía de gas natural del mundo, ha dejado de suministrar gas a Polonia y Bulgaria, supuestamente ante la negativa de ambos gobiernos a pagar en rublos. Este corte del gas forma parte de la escalada bélica, es una respuesta agresiva para subir los precios y lanza una amenaza disuasoria a toda la UE. El corte de suministro es un chantaje y una violación de los contratos, que intenta imponer un plan extracontractual de pago en rublos sin garantizar los suministros.
Afortunadamente, antes de este corte de suministro de gas, se ha dado viabilidad a la excepcionalidad ibérica acordada con la Comisión Europea, que va a permitir a España y Portugal topar los precios de gas, para aliviar las tensiones inflacionistas y la escalada de precios energéticos. Este acuerdo posibilitará limitar el precio del gas a una media de 50 euros por megavatio/hora durante los próximos 12 meses. Además de rebajar la factura de la electricidad, también contribuirá a reducir la inflación, teniendo un efecto positivo en cadena sobre el conjunto de la economía.
La inflación tardará meses en desaparecer, con un riesgo real de que se haga crónica, y las medidas que anticipan los bancos centrales, de subir los tipos de interés, solo va a provocar menos inversión y empleo, además de un posible incremento de la deuda pública y privada. Además, en España se sufre una improductiva crispación política, que han provocado que la reforma laboral o el plan anticrisis hayan salido aprobados en el Congreso por la mínima, sin que exista un necesario consenso social sobre qué hacer.