Es el tema de moda entre los expertos, por utilizar una expresión algo frívola, y motivo de preocupación de los Bancos Centrales. Si hace aproximadamente cinco meses la mayoría de los analistas creía que la escalada alcista a la que estamos asistiendo no se iba a producir, que no se repetirá lo vivido en los años 70 y que los bancos centrales no cometerían errores del pasado, ahora uno de los economistas de cabecera de los principales líderes del mundo, Kenneth Rogoff, profesor de Economía en la Universidad de Harvard y antiguo economista jefe del Fondo Monetario Internacional, avisa de que las similitudes con esa década son cada vez más preocupantes.
“La Comisión Europea estaba convencida de que el aumento de precios sería del 0,9% en el conjunto del ejercicio actual, mientras que la OCDE opinaba que el incremento sería mucho menor. Concretamente del 0,3%”
Hace apenas medio año Rogoff hablaba de diferencias con los 70, y sostenía que los precios sufrirían una escalada no permanente. Sin embargo, algunas cosas están cambiando en la economía global y en EEUU y el ex responsable del FMI asegura que muchos economistas parecen ver la inflación como un problema puramente tecnocrático, “y a la mayoría de los banqueros centrales les gustaría creer eso. De hecho, las raíces de la inflación sostenida provienen principalmente de problemas de economía política, y es ahí justo donde la larga lista de similitudes entre la década de 1970 y la actualidad es inquietante”.
Esta subida de precios, además, ha sorprendido a la mayoría de los analistas de las grandes instituciones, que un año atrás pensaban que 2021 no traería problemas en este sentido. Por ejemplo, la Comisión Europea estaba convencida de que el aumento de precios sería del 0,9% en el conjunto del ejercicio actual, mientras que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos opinaba que la el incremento sería mucho menor, del 0,3%.
Ahora, todo apunta a que las subidas se mantendrán por lo menos de aquí a que termine el año. Las tensiones inflacionistas empiezan a dejarse notar en las mercancías finales y los problemas de suministro en las materias primas agrícolas afectadas por la crisis climática provocada por el huracán Ida o La Niña por lo que, la escalada de precios pueda llegar a más productos de consumo final
Lo cierto es que estamos asistiendo a un repunte de la inflación en la Eurozona y en el resto del mundo, que se apoya en la subida de la factura eléctrica, en el caso de España, y el precio del petróleo, así como por el alza de precios de las materias primas y determinados bienes intermedios claves para determinados sectores.
Todo esto tiene un efecto negativo para el bolsillo de los ciudadanos y las empresas. Por ejemplo, los salarios suben a un ritmo muy inferior al IPC, con la consiguiente pérdida de poder adquisitivo que eso conlleva para el bolsillo de los ciudadanos. El 3,3% del índice de agosto más que duplica el 1,48% al que están revalorizándose de media los sueldos que se están pactando en convenios, según los datos de julio del Ministerio de Trabajo que dirige la vicepresidenta Yolanda Díaz.
De hecho, aunque la energía es el elemento que más tira al alza del indicador, con un incremento del 15,4% anual, este factor ya estaba presente en julio, mientras que el gran elemento diferencial en el octavo mes del año han sido los bienes industriales no energéticos, que pasan de subir un 0,7% anual el mes pasado al 2,7% en el último registro. Asimismo, los alimentos frescos se disparan un 2,9%, cuando hace apenas dos meses sus precios se estaban reduciendo un 0,3%.
“El consumo interno está bajo presión, y la demanda ‘dormida’ que provocó en 2020 el confinamiento podría llevar a los bancos centrales a disminuir la compra de activos y tocar al alza los tipos de interés antes de que la economía se haya recuperado”
Y el aumento es generalizado entre todos los países de la moneda única, con subidas de hasta el 5% en Estonia, el 4,9% en Lituania o el 4,7% en Bélgica. De hecho, todos los grandes países del euro registran incrementos por encima de los objetivos recientemente reformados del BCE. Por ejemplo, los precios suben un 3,4% en Alemania, un 3,3% en España, un 2,6% en Italia o un 2,4% en Francia
A todo esto, hay que sumar por la política monetaria expansiva de los bancos centrales unida a los estímulos económicos.
Estamos ante una doble amenaza para la economía, opinan los expertos. De una parte, el consumo interno está bajo presión, y la demanda ‘dormida’ que provocó en 2020 el confinamiento podría llevar a los bancos centrales a disminuir la compra de activos y tocar al alza los tipos de interés antes de que la economía se haya recuperado.