Con Derecho a Réplica / José Manuel Corrales. Profesor Doctor de Economía y Empresa de la Universidad Europea ■
La estanflación ya está aquí. El escenario no deseado de alta inflación y estancamiento económico ya es una realidad en toda Europa. Y aunque tendremos un verano bastante positivo para el sector servicios en España, debido sobre todo a la importante ocupación hotelera y el alto número de turistas extranjeros y nacionales que disfrutarán de sus vacaciones en territorio nacional, el otoño se prevé muy gris y el invierno puede ser de color totalmente negro, sobre todo si se concreta el temido corte de suministro de gas y de petróleo ruso a Alemania y otros países europeos.
Aun así, hay algunos brotes verdes esperanzadores en la actividad turística, en la industria y especialmente en el mercado de trabajo español.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado el Índice General de Producción Industrial del mes de mayo, y en él se muestra un aumento del 6,5% en relación con el mismo año, esta tasa es 7,1 puntos superior a la del mes de abril y la más alta desde junio de 2021.La producción industrial vuelve a ascender después de que en abril bajara un 0,6%. La producción de los bienes de consumo duradero fue la que más ha crecido en mayo, al registrar un repunte interanual del 11,3%. Corregida de efectos estacionales y de calendario, la producción industrial aumentó un 3,8% en comparación a mayo de 2021.
El número de personas registradas en las Oficinas del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) al finalizar el mes de junio ha descendido en 42.409 en relación con el mes anterior. De esta forma, el paro registrado se ha situado en 2.880.582 personas y se mantiene en los niveles más bajos desde octubre de 2008, en el inicio de la crisis financiera. Respecto a junio de 2021, el paro ha descendido en 733.757 personas. La contratación estable se consolida y el número total de contratos registrados durante el mes de junio ha sido de 1.768.988. Se han registrado 783.595 contratos de trabajo de carácter indefinido que suponen prácticamente uno de cada dos nuevos contratos (44,3%) en un mes marcado hasta ahora por la contratación temporal. Multiplica por cinco la media de contratación indefinida en este mes.
Pero a pesar de estos positivos datos en la industria y en el mercado de trabajo, los nubarrones siguen ahí y el estancamiento económico se constata en cada paso. No se trata de alarmar, pero resulta evidente que además de las tensiones bélicas en Ucrania asistimos a una situación muy delicada en las relaciones económicas y comerciales a nivel internacional. En este sentido es muy importante ver cómo evoluciona China como potencia económica mundial, en un contexto complejo en el que Europa está en el ojo del huracán.
En los últimos meses, decenas de ciudades chinas sufren severos confinamientos parciales o totales, después de un nuevo auge de nuevos casos de coronavirus que ponen en tela de juicio la controvertida estrategia de «covid cero» del gobierno chino.
Shanghái, con una población de 25 millones de habitantes, tiene un peso estratégico fundamental en el gigante asiático y ejerce como centro financiero global. En Shanghái está el principal puerto comercial del mundo que representa el 17% del tráfico de contenedores y el 27% de las exportaciones de China. El confinamiento al que está sometida la ciudad china dificulta la llegada de los camiones que tienen que llevarse las mercancías por carretera o distribuirlas a las fábricas cercanas. Importantes multinacionales y empresas han tenido que frenar sus actividades ante el colapso del puerto.
Por culta de estas restricciones los barcos se acumulan frente de la costa, esperando el permiso para entrar en el puerto colapsado. Esto provoca que miles de contenedores se apilen en el puerto poniendo de nuevo en jaque la cadena de suministros global justo cuando se confiaba en su recuperación tras la pandemia.
Las consecuencias en la esfera económica internacional son unas cadenas de distribución colapsadas, las cadenas de suministro tensas, un flujo de importaciones mucho más lento y el incremento vertiginoso de la inflación.
A esta situación de parálisis económica en el gigante asiático se une la guerra en Ucrania y el tensionamiento de las relaciones internacionales. Rusia está imponiendo su ritmo en el conflicto bélico en Ucrania y está provocando golpes de efecto en su guerra hibrida contra la Unión Europea. Además de intensificar sus ataques en el sur y el este de Ucrania, el cierre del grifo del gas a Polonia, Bulgaria y Finlandia, y el previsible a Alemania, son pasos rotundos en la escalada bélica y en su guerra económica y propagandística.
El conflicto en Ucrania amenaza con extenderse más allá del territorio ucraniano y ya ha afectado de forma significativa a la economía europea, con dinámicas inflacionistas en los mercados, incrementos de los precios de la energía, y gravesafecciones en la cadena de distribución.
En el comercio exterior la alianza que se puede constatar entre Rusia-China puede desplazar la centralidad en las relaciones de intercambio comercial de la UE a otras áreas geográficas. El problema de esta vertiginosa escalada en el conflicto de Ucrania no es tanto que la UE pierda a Rusia como cliente, sino como proveedor energético.
La gasolina, la electricidad y otras materias primas ya han alcanzado máximos históricos en estos meses de guerra, con oleadas de alzas de precios, lo que supone un incremento generalizado en el coste de la vida. Esta situación va a suponer un lastre en la recuperación económica y las previsiones de crecimiento del PIB de Europa ya están muy comprometidas, teniendo una clara tendencia a la baja. La economía internacional sufre una suerte de guerra hibrida cuyo desenlace no está definido. Nadie puede negar que el próximo invierno será muy duro y difícil, con posibles racionamientos en las calefacciones de los hogares y en la producción industrial europea. Y, aunque en el corto plazo no habrá recesión en España, difícilmente podremos evitar el estancamiento económico.