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Tomás Bretón (1850-1923) sigue siendo conocido por haber compuesto ‘La verbena de La Paloma’, aunque su obra es muy amplia (y en nuestros días casi ignorada). Su centenario es ocasión para poner en escena ‘La Dolores’ en el teatro que lo estrenó y donde desde 85 años atrás no se representaba. Que no es una zarzuela, sino una ópera española, quizás la primera ópera española. El salmantino Bretón tuvo una amplia creación y una biografía enmarcada en la Restauración. Vino a Madrid para estudiar con Emilio Arrieta, siendo becado entre 1881 y 1884 para adquirir aprendizaje en Roma, Milán, Viena o París, donde pudo conocer la eclosión de la ópera italiana, francesa y alemana de finales del XIX. A su vez director de orquesta, compositor sinfónico y de cámara, Bretón recibió una parte de la herencia del Romanticismo, entroncando con nuevas líneas de la creación.
“Estrenada en 1895 en La Zarzuela, título clave en la lírica española, vuelve en una producción con muchas estrellas”
Algunas de sus óperas se basaron en el historicismo, como ‘Los amantes de Teruel’, ‘Guzmán El Bueno’ o ‘Raquel’, situada en La Alhambra de Granada. ‘La Dolores’ se estrena en 1895, unos meses después de ‘La verbena de La Paloma’ y se basa en una historia dramática. Feliú y Codina habían escrito una novela y luego un texto teatral sobre el mito de una aragonesa de Daroca a la que la maledicencia pone en entredicho. El tema aparecía envuelto en ambiente popular. Bretón, autor de libreto y música, lo llevó al espacio de lo dramático bajo diversas influencias musicales incluido Wagner.
El éxito de ‘La Dolores’ fue arrollador, representándose 53 días seguidos en Madrid y 103 en el Tívoli de Barcelona. Pasando el tema a la copla («Si vas a Calatayud…») y al cine, en 1923, 1940 y 1947, con Concha Piquer e Imperio Argentina como ‘Dolores’.
Bretón, desde 1901 dirigió el Conservatorio de Madrid y tuvo una situación económica estable. Personaje de su tiempo, alcanzó los grados más altos en la masonería dentro de la logia Fraternidad Ibérica y alcanzó gran presencia pública como autor musical.
Más allá de la deslumbrante partitura, el argumento original tiene difícil resonancia en nuestros días porque la perspectiva en torno a las mujeres nada tiene que ver con la de la España decimonónica donde originalmente transcurría el relato en el que se basa la historia. Una mesonera pretendida por un barbero y por el hombre más rico del pueblo, se enamora de un joven seminarista, sufriendo la maledicencia del primero de ellos quien, al verse despechado, extiende un bulo. Hoy la honra de una mujer se entiende con un sentido muy distinto al del pasado.
“Amelia Ochandiano, directora de escena, revisa este drama decimonónico con una nueva perspectiva de género”
Amelia Ochandiano es la directora escénica, donde se estilizan los elementos alejándolos de un folklorismo romántico, lejos de los recargados telones pintados con los que antaño eran representados este tipo de espectáculos. Pero donde se mantienen los elementos populares de fiesta como los cabezudos.
La Zarzuela completa un doble reparto de primer nivel con voces de gran actualidad: Saioa Hernández y Carmen Solís (‘Dolores’), Jorge de León y Javier Palacios (‘Lázaro’, el seminarista-estudiante), Jose Antonio López y Ángel Ódena (‘Melchor’, el barbero), Maria Luisa Corbacho y Milagros Martín (‘Gaspara’, la mesonera), Rubén Amoretti e Ihor Volevodin (‘Rojas’, el sargento), Javier Tomé y Santiago Vidal(‘Celemín’, el mozo), o Gerardo Bullón como ‘Patricio’, el comerciante. Con Guillermo García Calvo al frente de la Orquesta y Antonio Fauró del coro de La Zarzuela, en esta ocasión con invitados de relevancia, como Miguel Ángel Berna, coreógrafo imprescindible en la revitalización de la danza de Aragón, o la presencia de la rondalla lírica de Madrid.
Sobre escenografía de Ricardo Sánchez Cuerda y vestuario de Jesús Ruiz, con iluminación de Juan Gómez Cornejo, al lado de bailarines y acróbatas, esta producción homenajea a Tomás Bretón con los medios que requiere un espectáculo de hoy. Como añadido, García Calvo el 5 de febrero hará un recital de piano vinculando la obra de Bretón a otros músicos: Brahms, Fauré, Debussy, Skriabln o Albéniz. Bajo el título: ‘El piano del último romanticismo’. En su propósito como rescatador de la lírica española La Zarzuela recobra este título capital de Bretón con los medios de producción que requiere.