Manuel Espín
Las imágenes de ríos y afluentes desbordados en Renania del Norte-Westfalia y Renania-Palatinado, dos de los Estados más poblados de Alemania, con una elevada suma de muertos y desaparecidos y enormes daños materiales, viene a demostrar que ningún lugar del planeta está libre de catástrofes. A diferencia de lo que podría haber ocurrido en España sin ir más lejos, donde el enfrentamiento oposición-gobierno y poder central-autonómico, habría alcanzado resonancias apocalípticas, todos los partidos alemanes –menos la extrema derecha– han reaccionado con mesura. Merkel y los conservadores de CDU/CSU anunciando medidas económicas para paliar las consecuencias de lo ocurrido; SPD, que forma parte de la coalición de gobierno con la derecha liberal, exigiendo mayor firmeza contra el cambio climático, y Los Verdes y La Izquierda pidiendo acortar plazos para la eliminación de carbón y combustibles fósiles.
“Tras las trágicas y devastadoras inundaciones todos los partidos menos la ultraderecha quieren acelerar los plazos para eliminar el carbón y los combustibles fósiles”
La mayoría de los candidatos se han presentado en las zonas más afectadas, evitando gestos que puedan ser interpretados como oportunistas. La candidata verde Annalena Baerbock, tratando de evitar una convencional declaración de circunstancias ante las cámaras de televisión, repartió un brevísimo texto impreso de solidaridad con las víctimas.
En lo que todos menos los ultras están de acuerdo es en atribuir a la crisis climática y el calentamiento del planeta la sucesión de fenómenos anormales. Veranos en los que se transita de olas de calor a súbitas caídas de temperatura, tormentas de nieve polar en territorios muy al Sur (‘Filomena’), deshielo de los polos, destrucción de icebergs, aumento del nivel del mar e inundación de zonas ribereñas…
La discrepancia afecta a la fecha para eliminar carbón y combustibles fósiles
Democristianos y socialdemócratas fijan el compromiso para eliminar carbón y combustibles fósiles en 2038, mientras Los Verdes quieren marcarlo en 2030. Hasta ese año, tendría que ir aumentando el precio del carbón para hacerlo disuasorio ante sus potenciales consumidores, forzando la reconversión hacia energías sostenibles. El debate está abierto y las opiniones científicas respecto a lo ocurrido en el oeste de Alemania coinciden en imputar la anormalidad a la crisis climática.
Los grandes partidos alemanes defienden los Acuerdos de París de 2015 contra el calentamiento global, aunque el entusiasmo por defenderlo y aplicarlo con mayor exigencia y profundidad sea variable. Tan sóloAfD, el partido de extrema derecha, se descuelga, porque los ultras desprecian o ignoran el calentamiento global, y las medidas de respuesta a esa emergencia climática consideran que “atacan a sus industrias e intereses nacionales”. En su paso por la Casa Blanca, Trump se desvinculó de los pactos de París, despreciando las medidas de política ambiental; por el contrario azuzó a los trabajadores del carbón contra los ‘izquierdistas’ que ‘estaban poniendo en juego sus puestos de trabajo’ con la implantación de medidas para la defensa del medio ambiente.
Es la misma política que mantiene la ultraderecha nacionalista que gobierna Polonia, opuesta a eliminar la economía del carbón; cuando lo oportuno sería un plan de reconversión de las antiguas cuencas mineras a nuevos recursos, sin dejar abandonados a su suerte a los trabajadores. Los partidos de la extrema derecha consideran que aplicar medidas contra combustibles fósiles y carbón va en contra de sus intereses nacionales y del crecimiento económico.
“Revisar la construcción en riberas de ríos y el trazado de las autopistas, entre las lecciones de esta catástrofe”
Se abre otro debate: la revisión de las construcciones en riberas de ríos y afluentes de grandes cauces como el Rhin, Ruhr y otras grandes vías de agua, así como del trazado de autopistas que taponan su evacuación ante elevadas precipitaciones en corto espacio de tiempo. Cuestión que gravita permanentemente sobre España y que se olvida una vez que se borran los devastadores efectos de una tormenta: la construcción en zonas inundables o donde hay constancia en el tiempo de que sufrieron esas situaciones. La dependencia de presupuestos municipales de las licencias de obras, la presión de las constructoras y la necesidad de crear empleo han hecho en las décadas anteriores verdaderos desafíos a la lógica (y a la ciencia), con la autorización para construir en los más inverosímiles lugares. La crisis ambiental alemana representa un aldabonazo y coloca en primer plano a la política ambiental como un objetivo prioritario y de supervivencia, y no como un complemento o adorno.