Humor Asalmonado / Mateo Estrella
La idea de esta crónica me la dio la vecina de enfrente, cuando coincidimos el otro día en la panadería.
—¿El que controla el Gobierno es Pablo Iglesias, verdad? —me lanzó de buenas a primeras, desde la distancia de seguridad.
Frente a pregunta tan retórica, con la respuesta en el propio enunciado, preferí escabullirme.
—Podría acogerme a mi derecho al silencio, pero no lo haré —repliqué—. No obstante, antes prefiero documentarme. Cuando lo sepa con certeza, te pondré un ‘whatsapp’.
Mi interés hacia esta mujer no reside tanto en la política como en la gastronomía. Está como un queso.
«Por mucho que signifique un equilibrio teórico, es impensable que María Jesús Montero suba y y baje los impuestos en un corto espacio de tiempo»
En los días siguientes he intentado hacer las típicas gestiones del periodista honesto que contrasta los datos. Me estrellé contra un muro invisible. Varias llamadas a las secretarías de los propios protagonistas (es decir, de Pedro Sánchez y del vicepresidente segundo), provocaron las risas burlona de las chicas que se pusieron al teléfono. Lo entiendo como estrategia de Iván Redondo para eludir el marrón.
Iba a darme por rendido, cuando sintonizo de buena mañana una tertulia en Onda Cero, dirigida por Carlos Alsina. Justo cuando se plantea la duda de mi vecina sobre el poder en Moncloa. «Esta es», me digo a mí mismo, «una conjunción astral».
Opina primero un ilustre periodista, John Müller, quien (cito de memoria) viene a decir que Sánchez es un rehén, una marioneta, en manos de Iglesias. «¡Ya lo tengo!», me felicito, alborozado. Un dictamen tan preciso, entiendo, ha de ser fruto de las mejores fuentes de información.
Qué poco dura mi arrebato. Inmediatamente otro periodista no menos ilustre, Francisco Marhuenda, rebate la tesis del colega, aseverando que el presidente es mucho más listo que el líder de Podemos, a quien utiliza con el único fin de aprobar los Presupuestos, para quitárselo de encima en cuanto tal cosa suceda.
Tras unos minutos de meditación, concluyo que argumentos tan tajantes por parte de ambos comunicadores no dejan otra salida que creer a ambos a la vez. Si bien trasladar esta dualidad mental a otros aspectos de la vida, puede derivar en una contradicción cotidiana. Cosas como que el vino es bueno y malo para la salud. O que, tema de rabiosa actualidad, Diego Armando Maradona ha sido un ejemplo a seguir y a repudiar al mismo tiempo.
Todo esto es complicado de llevar a la práctica política, si eres titular del Ministerio de Hacienda y quieres quedar bien sin fisuras. Por mucho que signifique un equilibrio teórico, es impensable que María Jesús Montero suba y baje los impuestos en un corto espacio de tiempo (pues resulta imposible hacerlo simultáneamente), con intención de contentar al Gobierno y a la oposición.
«El ‘doblepensar’ pretende que todos los miembros del partido sean capaces de creer dos verdades contradictorias al mismo tiempo»
Volviendo a la cúpula del poder, ¿sería aceptable esta declaración?:
—No se dan las condiciones para que el señor Iglesias sea miembro de un gobierno socialista, así que le voy a nombrar vicepresidente del Gobierno.
No, no sería lógico. Pero si las dos frases se cortan, y se espacian en un tiempo prudencial, podrían considerarse coherentes.
¿Y qué me dicen de esta otra declaración hipotética?:
—No son los Presupuestos que nos gustan, pero prefiero negociar que cerrarme en banda como PP y Vox, de forma que votaremos que no, pues no son unos Presupuestos que un partido de centro liberal pueda apoyar.
Con el fin de evitar que los ciudadanos nos volvamos locos, acudo a la autoridad de George Orwell, quien solucionó el asunto en su novela 1984, publicada, cosa rara, en 1949. Para este precursor del absurdo político, el ‘doblepensar’ se define así:
“Disciplina mental cuyo objetivo deseable y necesario, para todos los miembros del partido, es que sean capaces de creer dos verdades contradictorias al mismo tiempo”. O, dicho de otra manera, «la facultad de sostener dos opiniones contradictorias simultáneamente, dos creencias contrarias albergadas a la vez en la mente».
A quienes crean que tanto Orwell como quien esto escribe estamos para hacérnoslo mirar, someto una última propuesta, que bien podría plasmarse en decreto ley.
Que, mediante las aplicaciones más avanzadas de la biología molecular y del trasplante de neuronas, se forme un Gobierno copresidido por Felipe Aznar y por José María González, síntesis de experiencia y buen hacer. Este gabinete de concentración intelectual pondría en marcha la Política Económica Liberointervenida, la Judicatura Bipolar, los Sindicatos Verticales y la Educación Católicoagnóstica.
¡Ah! Y sería obligatorio que los tests serológicos den siempre posinegativo.